Luego de conocerse que la inflación de agosto fue del 12,4%, el mayor registro mensual en 32 años, el secretario de Programación Económica, Gabriel Rubinstein, informó este viernes que su dependencia comenzará a publicar todos los viernes un informe sobre la evolución semanal de los precios minoristas. El primer relevamiento arrojó una leve desaceleración que para la Secretaría indica una tendencia de cara a los próximos meses, una visión compartida en el Ministerio de Economía, mientras que para las consultoras los riesgos de un nuevo salto son muy altos.
A través de su cuenta de Twitter, Programación Económica informó que su estimación del Índice de Precios Minoristas (IPC) registró un incremento del 2,1% durante la primera semana de septiembre (entre el 4 y el 10 del mes). “Luego de un pico de inflación semanal estimado del 4,8% en la tercera semana de agosto, registro muy influenciado por la devaluación del día 14/8/2023, la inflación semanal fue cediendo”, aseguraron.
“Si bien el valor semanal sigue siendo muy alto, se encuentra ya bastante más en línea con los relevados previos a la devaluación del mes de agosto. Estimamos que los registros semanales de inflación acentúen y consoliden su tendencia a la baja en las próximas mediciones”, proyectó la Secretaría que conduce Rubinstein. La semana anterior al salto del tipo de cambio oficial mayorista de 22% el incremento fue del 3% y en la primera de agosto había sido del 2,5%.
Según pudo confirmar Forbes con un alto funcionario del Palacio de Hacienda, el Gobierno espera una reducción significativa de la inflación en los próximos meses. “Septiembre va a desacelerar, aunque vamos a ver el arrastre que dejó el 12,4% de agosto. Para octubre esperamos una reducción al 6%, que es el dato que va a informar el INDEC antes de la primera vuelta y esperamos llegar al 4% en noviembre”, detalló la fuente.
Allí se encuentra la explicación a la decisión del Banco Central de la República Argentina de sostener la tasa de interés en 209% efectiva anual, en busca de no sumar presión de los pasivos remunerados de la entidad. La última suba se aplicó en simultáneo con el salto cambiario del 14 de agosto.
Esa expectativa va en contra de lo que prevén las consultoras. El dato del mes pasado llevó la variación del IPC a los dos dígitos, por primera vez desde abril del 2002 tras la devaluación de la salida de la convertibilidad, y fue el más alto desde febrero de 1991 (27%) en la previa de que se aplicara ese régimen monetario. En definitiva, el récord mensual de los últimos 32 años, según comentaron desde Portfolio Personal Inversiones (PPI).
La sociedad de bolsa proyectó que la inflación tiene un piso del 11% en septiembre y en octubre del 10%, siempre a riesgo de que la brecha cambiaria se recaliente y genere un efecto remarcación. El panorama cambiario puede empeorar de la mano de un nuevo atraso del tipo de cambio oficial en términos reales y las expectativas devaluatorias del inicio del próximo mandato. “Esperamos una nueva aceleración entre noviembre y diciembre”, afirmó PPI.
En ese sentido, en el Relevamiento de precios de LCG la inflación semanal de alimentos solo desaceleró en el margen y se sostiene alto, en niveles del 1,8% semanal. “El congelamiento del dólar oficial en $ 350, la suba de la tasa de referencia a 118% TNA, la suspensión de los ajustes de tarifas de servicios públicos y la extensión de los acuerdos y congelamientos a un número más grande de productos podrían estar dando resultados, pero será un efecto de corto plazo. Nuestro escenario base cuenta con una inflación del 190% anual en diciembre”, sostuvo la consultora.
"Tras el fuerte aumento de la inflación en agosto, seguimos esperando que la inflación de septiembre sea de 12,4% y que el año tenga un piso en 154%, con techo en 189%”, sostuvieron desde Weisse Capital.
El salto inflacionario del mes pasado tuvo un fuerte impacto en las condiciones sociales. La medición de la Universidad Torcuato Di Tella en base a datos oficiales, realizada por el especialista en estadística Martín González Rozada mostró que la pobreza alcanzó en agosto al 43,2% de la población.
En paralelo, las últimas medidas del Gobierno buscan paliar los efectos de la devaluación y sostener las posibilidades electorales de Massa. Eso a costa de un mayor desequilibrio fiscal y una relación más tensa con el Fondo Monetario Internacional (FMI).