Si hay un sector bajo amenaza en esta transición política es el de la industria de la construcción, que depende en gran parte de la obra pública que financia el Gobierno en un contexto de ajuste que primará, gane quien gane, para cumplir con el acuerdo del FMI.
Para colmo, el candidato más votado en las PASO aseguró que eliminará totalmente este componente de egresos del Tesoro y el temor es que se incumplan los contratos firmados. “Más que factible lo veo seguro. En Argentina ya se ha convertido en costumbre incumplir contratos. O te pagan con un bono al 30%, o con un plan de pago en cuotas sin interés y después la Justicia te da la razón, pero a los seis años cuando ya estás fundido”, afirmó a este medio el presidente de la cámara, Gustavo Weiss.
Por su parte, su predecesor y actual presidente de la Federación Interamericana de la Construcción, Iván Szczech, reconoció la incertidumbre que genera “el factor Milei”, pero confía en que se respeten los contratos “en función de los principios de la libertad”. “Argentina tiene más de 2 billones de pesos en contratos en ejecución en términos nacionales sin contar las provincias y municipios que tienen que seguir ejecutándose”, dijo.
Lo concreto es que el tema preocupa especialmente en el sector energético, que necesita el avance de determinadas obras no sólo para potenciar el desarrollo de Vaca Muerta y las renovables, sino para garantizar el abastecimiento de gas frente al declino de la producción boliviana.
El país vecino ya advirtió que entregará un mínimo de 5 millones de metros cúbicos diarios hasta el mes de junio y a partir de allí se entrará en la modalidad de despacho “interrumpible”. Es decir, que estará sujeto a la disponibilidad del recurso.
Sin ese suministro, el país depende totalmente de la finalización del “Reversal del Norte”, la obra que conecta los gasoductos de Vaca Muerta con el caño que llega al noroeste argentino. Como explicó Forbes, la obra está en pleno proceso de licitación con el respaldo del tener financiamiento asegurado en dólares, aunque ello garantiza su finalización.
“Hoy tenemos dos grandes problemas: al licitar y al ejecutar. Al licitar porque no hay precio, querés cotizar cualquier cosa y los proveedores no te saben qué responder o porque tienen miedo de una devaluación o porque ni siquiera tienen acceso a los insumos. Y al ejecutar porque justamente este problema de acceso a las importaciones hace que, aunque te hayan dado precio, no puedan avanzar con la obra por la falta de insumos”, puntualiza Weiss.
De hecho, la secretaría de Energía ya prorrogó la apertura de licitación de varias líneas de alta tensión que son fundamentales para el crecimiento de la energía renovable por este mismo motivo.
Al mismo tiempo, si bien algunas obras cuentan con financiamiento en dólares, la brecha cambiaria genera un serio problema al tener que convertir este crédito al tipo de cambio oficial y tener que pagar algunos insumos al “contado con liquidación”.
Para Szczech, se trata de un momento de gran volatilidad donde muchos proveedores hacen entregas con factura abierta por no tener referencia de precios. “Esta es una semana para hacer poco y nada porque te puede costar muy caro. Las empresas tienen en cuenta esto al momento de cotizar, pero si te cubrís mucho te podés quedar sin contrato y si licitás a un precio muy bajo sin tanta cobertura, podés terminar perdiendo muchísimo”, compara.
De todos modos, el ex titular de CAMARCO se muestra optimista por el futuro de las obras energéticas que ya están en curso, gracias al know how que adquirieron las empresas con la construcción del primer gasoducto.
Weiss se muestra más pesimista y dice que “gane quien gane, se va a venir un ajuste donde la obra pública va a verse golpeada”.