Dólar tarjeta, turista o Qatar y dólar Coldplay, entretenimiento o recital son las últimas versiones de lo que ya es un clásico en la Argentina actual: crear cada vez más tipos de cambio para cercar la compra de dólares y evitar la fuga de las pocas -y hasta por momentos pareciera que casi inexistentes- reservas.
Algunos economistas hablan de 14 tipos mientras que otros se ponen más puntillosos y llegan a contabilizar unas 40 cotizaciones distintas. Lo cierto es que la elasticidad y capacidad de adaptación de los argentinos hace posible la convivencia de todos ellos con casi normalidad e inteligencia. “Lo que pasa con el dólar es una consecuencia y no una causa de los problemas que tiene Argentina. Es el efecto de este descalabro”, explica Gustavo Quintana, operador de PR Corredores de Cambio.
“Este zafarrancho de tener 14 tipos de cambio sumado a las distintas regulaciones para acceder al mercado de cambios para atender pagos de obligaciones con el exterior, por importaciones, para cancelaciones de deudas, etcétera, etcétera, es una galimatía de la cual es muy difícil salir si no se apela a un movimiento de shock. No hay forma de ir desmembrando de a poco en forma suave y sin tener consecuencias sobre la economía”, agrega Quintana.
La coincidencia es total: primero, antes que ordenar los múltiples tipos de cambio, es necesario ocuparse de estabilizar la macroeconomía. “Una vez ordenado el tema macro se puede avanzar con una desregulación completa del mercado de cambios”, aporta Quintana.
El segundo tema es la forma: ¿shock o moderación? Quintana se inclina por el shock. El economista Christian Buteler apunta a una resolución más programada, aunque coincide en que en algún momento hay que iniciar un proceso de normalización. “¿Cómo se resuelve? Se lo puede hacer paulatinamente o unificando de golpe el tipo de cambio, lo que implicaría una fuerte devaluación porque no hay dólares para contener una suba de precios si se elimina el cepo. Tampoco está la confianza que se necesita para que con los pesos existentes no te corran al tipo de cambio”, explica Buteler.
Y recalca: “El cepo es como una mamushka de regulaciones. Se podría ir desarmando paulatinamente, ir sacando regulaciones para ir bajando las distorsiones, lo que ayudaría a bajar la brecha y así comenzar el camino de la unificación, lo que probablemente no sea posible en esta gestión”.
El tiempo que lleve el ordenamiento dependerá del plan que se apliquen. “Macri sacó el cepo y la inflación voló, pero se unificó de un día para el otro el tipo de cambio. Si se lo hace de forma paulatina puede llevar más de un año”, añade el economista.
Sin soluciones rápidas
Diana Mondino, economista de Ucema, se suma al debate y dimensiona como “grande” el problema alrededor de las variantes: “Todos sabemos que son un gran problema los múltiples tipos de cambio que hay en la Argentina. Las soluciones tienen que tener en cuenta el traslado a precios de un dólar más alto (por energía e insumos)”.
Mondino explica que para hacerlo moderadamente habría que acumular todos los dólares de comercio exterior por un lado y los que son para pago de dividendos, deuda, turismo, en otro: “Por supuesto que esta es una pésima idea si es para que perdure, pero puede ser útil mientras hay una transición hacia un solo dólar. Claramente no puede haber dos precios para un mismo bien... aunque ahora hay varias docenas si contamos los distintos impuestos”.
“Si se opta por hacerlo todo junto, se permite que exportadores e importadores compren y vendan libremente. Ganarían ambos y el Gobierno estaría comprando los dólares a precio de mercado, a diferencia de la situación actual, donde obliga a exportadores a entregarlos a dólar oficial y encima les cobra retenciones. En resumen: exportadores cobrarían más, importadores menos y el Gobierno más”, avanza.
Acomodar el tipo de cambio supone un golpe para cualquier gobierno si se hiciera con una política de shock, lo que inclinaría la balanza a un camino más progresivo.
“Cualquier solución, en etapas o abrupta, conlleva muchas dificultades: desde el impacto en precios, una baja en la recaudación fiscal hasta problemas con la deuda pública y privada que esté denominada en dólares. Estamos muy metidos dentro del laberinto, ninguna solución será rápida ni fácil, pero la situación actual solo provoca desequilibrios cada vez mayores”, concluye.
Desde el Gobierno se justifica el lanzamiento de las nuevas modalidades de tipo de cambio en la necesidad de cuidar las reservas, que vienen creciendo primero de la mano del dólar soja y posteriormente con los recursos que desembolsan los distintos organismos internacionales, dícese BID y FMI.
Es habitual escuchar al ministro de Economía, Sergio Massa, relatar que previo a su llegada el dólar blue había llegado casi a los $ 340 y que las distintas acciones lo ubicaron por debajo de los $ 300. Por el contrario, desde la oposición de Juntos por el Cambio, que en grupo participó de varias actividades propuestas por los empresarios en el 58° Coloquio de IDEA, tienen una percepción de poder resolver el tema en un año.
“Estamos trabajando en una propuesta para el que termine siendo el candidato de Juntos por el Cambio en la que, con distintas medidas, proponemos estabilizar la macro en cuatro meses y cambiar definitivamente la tendencia en 12 meses”, dijo uno de los miembros que trabaja en la propuesta.
Shock o gradualismo
Parecieran plazos difíciles de alcanzar a vistas de lo sucedido en el gobierno de Mauricio Macri. Casi 7 años atrás, a las seis de la tarde del 16 de diciembre de 2015 –es decir, seis días después de la asunción de Macri como presidente–, el entonces recién asumido ministro de Economía de Cambiemos, Alfonso Prat Gay, anunciaba el fin del cepo cambiario que cuatro años antes había impuesto la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Así, el dólar pasó de $ 9,9 el 16 de diciembre a $ 13,93 un día después. Una devaluación del 40% en 24 horas.
En septiembre de 2019, tras haber perdido las PASO ante la fórmula del Frente de Todos, el Gobierno de Mauricio Macri volvió a instaurar el cepo y el dólar minorista trepó de $ 58,41 a $ 78,50 y el blue pasó de $ 63,50 a $ 133. Además, estableció un cepo mayor del que desarmó su misma gestión e instauró el límite de US$ 200 por persona, cantidad que hasta el día de hoy se mantiene inalterada.
Si el ajuste reflejara hoy la brecha, la devaluación debería rondar el 100% dado que los dólares libres y finanieros duplican al oficial. Acomodar el tipo de cambio supone entonces un golpe duro de asumir para cualquier gobierno si se hiciera con una política de shock, lo que inclinaría la balanza a un camino más progresivo.
En este Gobierno se prevé poco posible, y menos cuando ya en vísperas de año electoral comienzan a diseñar medidas a gusto del consumidor: suba del mínimo de Ganancias para satisfacer a la clase media trabajadora, asistencia a mayores desprotegidos o plan de cuotas con tasa subsidiada para ver en grandes pantallas el Mundial de Qatar. Mientras, lanza oraciones al cielo a la espera de que un buen desempeño de la Selección argentina de la mano de Scaloni y el último Mundial de Messi generen una amnesia pasajera de los problemas de la economía argentina.
La probabilidad es que, con variables de tono, cualquiera sea el gobierno que siga al actual buscará, en el mejor de los casos, una unificación progresiva del tipo de cambio. Solo a modo de recordatorio, algunos de los tipos de dólares que hay en escena son: mayorista, minorista, solidario, blue, tarjeta, Netflix, extranjero, MEP, Contado con Liquidación, Senebi, ADR, Cedear, cripto y sigue la lista.