En la búsqueda de calmar el humor social y evitar una mayor suba en las naftas, el Gobierno volvió a suspender la actualización del Impuesto a los Combustibles Líquidos y al Dióxido de Carbono, en una jugada de manta corta que le traerá serios dolores de cabeza en el plano fiscal.
Debe tenerse en cuenta que, tratándose de impuestos al consumo, y dado que la demanda de los combustibles líquidos es altamente inelástica, las variaciones en los impuestos se trasladan en forma prácticamente directa a los precios finales de los combustibles, sostiene la norma publicada en el Boletín Oficial.
El mayor problema es que el Estado se perderá de recaudar alrededor de 2.500 millones de dólares en todo el 2023 por no haber ajustado este tributo en línea con la inflación de manera trimestral como marca la ley.
De hecho, el congelamiento impositivo como moneda de cambio a la petroleras para aminorar el aumento en las naftas fue una política que se impuso por el 2021 y, más allá de un intento esporádico de cambiar el rumbo, se mantuvo sin cambios hasta el momento. El rumbo no tiene el visto bueno del FMI, especialmente porque se trata de un tributo ampliamente avalado en el mundo que castiga las emisiones de gases de efecto invernadero.
De acuerdo a la consultora Economía & Energía, el Estado dejó de recaudar 480 millones de dólares en 2021 por este concepto, 1.800 millones en 2022 y 585 millones solamente en el primer trimestre del 2023.
No se han aplicado las actualizaciones del impuesto fijo que correspondía al tercer y cuarto trimestres calendario del año 2021 y al primer, segundo, tercer y cuarto trimestres del año 2022 y al primer trimestre de 2023. En los últimos años, solamente se practicó el ajuste del primer y segundo trimestre de 2021 y fue del 25,32% a partir de octubre de 2022, sostiene el informe de Sebastian Domínguez, socio de SDC Asesores Tributarios.
Ese aumento potencial, se iba a aplicar a partir del sábado 1 de julio de 2023, y hubiera sido del 185,59% si no se volvía a suspenderlo y postergarlo, como se hizo mediante el Decreto 332/2023, agrega el trabajo.
La cuestión es que, debido a la magnitud del atraso acumulado, si se quisiera recuperar esta pérdida de ingresos para el fisco, las naftas deberían aumentar entre un 25% y un 30% solamente por este concepto, sin contar la recuperación de los márgenes para las refinadoras.
Este último punto es de una trascendencia vital, dado que el Programa Precios Justos vigente desde diciembre del 2022, trazó un calendario de subas mensuales que siempre se ubicaron por debajo de la inflación.
En los últimos meses, la diferencia llegó a duplicar los aumentos avalados, por lo que, durante junio, el Gobierno anunció que permitiría subas del 4,5%, cuando en los hechos estos incrementos promediaron el 6,5% según diversas consultoras y fuentes del mercado.
*Con información de Noticias Argentinas.