Con experiencia en la industria financiera tanto tradicional como digital, Romina Simonelli se desempeña como VP Payments en Ank. Su principal desafío es liderar el negocio de pagos de la compañía, asegurando una experiencia única para la administración de las finanzas del usuario de una manera simple e intuitiva, combinando la tecnología y la educación financiera como pilares del desarrollo en el ecosistema. Anteriormente trabajó varios años en Citibank y en Fiserv. Justamente, uno de los debates en la industria es la convivencia entre los servicios tradicionales y las fintech.
-¿Cómo lo viven ustedes? ¿Es una convivencia pacífica?
-Desde Ank somos justamente uno de los primeros colaboradores. Somos una super app abierta y estamos en ese lugar arriba de los servicios tradicionales. Lo que buscamos es generarle un uso transversal. Es decir, el servicio tradicional te ofrece la oferta bancaria, la variedad de cuentas, profundiza en cómo darte esas aptitudes financieras, la tasa o no tasa. En cambio, desde nuestro lado, venimos a acompañar una mejora en usabilidad, en seguridad, en empoderar al cliente y en simplificar el uso, no importa con qué banco o billetera esté trabajando. Queremos generar este lugar de distribución, de agregación, que es muy complementario sobre todo con la banca más chica o con la que quizás no tiene tan desarrollados sus procesos o sus customer touch points.
-¿Es un mercado más híbrido o complementario?
-Es un mercado que nace como complemento, como un canal de distribución, un eslabón adicional que viene en este nuevo modelo. La revolución fintech arrancó hace varios años, pero también arrancó una revolución en el mercado financiero, no es solo de las fintech. Pasamos de procesos más batch a procesos inmediatos; hoy está esta interoperabilidad. Somos uno de los primeros espacios abiertos que buscan generar ese acercamiento al open banking criollo (como lo llamamos desde Ank) de empezar a juntar a las partes, y creemos firmemente en la colaboración.
-¿Eso fue lo más difícil?
-Totalmente. Es una fricción sana que tenemos que tener en el mercado, y la competencia trae nuevos productos, mejoras, eficiencia. En la medida en que encontremos ese balance entre las fintech, los procesadores, los bancos y la regulación, vamos a encontrar un mejor mercado financiero para todos.
-¿Hoy las innovaciones están por delante de las regulaciones? ¿Tienen proyectos trabados por eso, por ejemplo?
-No. Nosotros somos PSP, proveedores de servicios de pago, que a nivel seguridad te diría que tiene los mismos requisitos que un banco. De hecho nosotros desde Ank estamos parados en un lugar más de distribución. Tenemos un proceso de seguridad adicional, procesos de identificación. Lo simplificamos con biometría y accesos más simples. Y educamos desde otro lugar, pero estamos bajo las regulaciones. Participamos mucho. Transferencias 3.0 es una de las últimas regulaciones y está armándose desde un lugar de colaboración de industria; empezamos a unirnos y hasta a tirar para el mismo lado porque una billetera (bancaria o no bancaria) necesita determinadas situaciones desde la regulación para poder llegar a más gente. La regulación nos da un marco de acción, un árbitro.
-Empieza a haber pilares que dejan construir...
-Estamos transitando un momento a nivel regulación muy interesante con transferencias 3.0, y recién empezó. El QR es el gran protagonista, el gran aliado de la interoperabilidad. Es el corazón de lo que hacemos desde Ank: te permitimos cargar cualquier cuenta bancaria y desde tu banco leer el QR de Mercado Pago y pagar en el comercio que elijas. Te damos esa capa de uso en la cotidianeidad; la verdad es que Transferencias 3.0 tiene mucho por darnos ahí porque hoy tiene el QR, pero nos dejaría acceder, en vez de a un cajero, a que me den plata en el comercio, a hacer mucho más dinámicas estas idas y vueltas de dinero entre personas. Entonces, transferencia es un inicio en un ecosistema que tiene mucho para construir.