Cerrá con algo optimista, le pide Forbes, y Santángelo contesta con la misma pregunta retórica que les hace a sus hijos: ¿Sabés cuántas de estas viví yo en 61 años?. No habla de la pandemia, se apresura en aclarar, sino de la crisis macroeconómica y del fenomenal retroceso argentino que hace que la crisis global pegue acá mucho más de lo que pega en otros países. El mundo va a caer 10 puntos, y nosotros también; el problema es que nosotros ya veníamos cayendo y que nuestra capacidad de recuperación está en serias dudas, dice el economista que lleva más de 20 años al frente de Macroview, la consultora que fundó junto a su histórico socio, Carlos Melconian. Aunque se define ortodoxo, en esta entrevista apelará mucho más al pragmatismo. En el fondo, cree que hay solución.
Flota una discusión en torno de cuánto de la crisis tiene que ver con la pandemia y cuánto con la cuarentena. ¿Qué opinás?
Son terrenos inexplorables del mundo. Acá le doy la derecha al presidente. Independientemente de la estrategia sanitaria que eligieron los países (el que la subestimó, el que la priorizó), todo el mundo tiene impacto económico. El problema es la pandemia. En todos los países del mundo la actividad económica cae. Obviamente, una cuarentena como esta adiciona, porque tenés muchos comercios cerrados. ¿Podría haber habido más comercios abiertos? Sospecho que sí. Pero pensá que México no quiso cerrar la economía y sufre igual. Miguel Pesce calcula una caída de entre 5 y 6 puntos del PBI.
¿Cuál es tu proyección?
Me parece que vamos a estar en más. Entre 8 o 10 puntos, y eso va a depender de si esto dura un mes más o un mes menos. Más allá de la adivinanza, lo cierto es que en todos los países del mundo hay caídas nunca vistas en la historia. Ni en la crisis del 2008 ni en nuestras propias crisis. Eso es inexorable. El punto central es que, si la cuestión sanitaria se arregla, el mundo se va a recuperar. En Argentina, eso está en serias dudas. Argentina está pagando y va a pagar con creces no tener un mercado de capitales, haber estatizado las AFJP, haber tenido 10 años de inflación, no tener certezas impositivas, no tener sistema financiero, haber promovido indirectamente la fuga de capitales. El virus agarra una economía muy debilitada.
¿Se va a arreglar el problema de la deuda? ¿Cuánto perdió Argentina con la extensión de la negociación?
En ese ida y vuelta de negociar casi como si estuviéramos en un bazar turco, yo creo que al final va a haber acuerdo. Están regateando dos mangos más, dos mangos menos. Lo relevante es saber si es un acuerdo mayoritario o no mayoritario, para evitar que haya bonistas que litiguen. No es lo mismo juntar un 60% de adhesiones que un 80%. En cuanto a lo segundo, yo creo que si en vez de quedar bien con una tesis doctoral se hubiera querido resolver rápido, se hubiera podido.
¿Cuánto de la presión sobre el dólar está relacionado con la deuda?
Está por verse cuánto tiene que ver con la incertidumbre y cuánto tiene que ver con los desequilibrios macroeconómicos, sobre todo fiscales y monetarios. Mi sensación hoy es que el arreglo de la deuda explica una partecita de la brecha cambiaria. Por eso el arreglo de la deuda es condición necesaria pero no suficiente.
¿Hay overshooting en el dólar a $ 125?
En términos reales puede ser que sí. En términos nominales no, porque probablemente pierda contra la inflación. Vos pensá que la expansión monetaria fue tan grande que obligó al Banco Central a tomar medidas insólitas en nuestra historia, que fue ponerle una tasa mínima de remuneración al plazo fijo. Las tasas de interés habían caído porque sobraba plata y, una vez más, Argentina se bandeó de un lado a otro: pasó de política monetaria 0 a política monetaria 100, con una tasa de interés ridículamente baja que el BCRA tuvo que salir a subsidiar con remuneración de encajes.
¿Qué problemas generaron luego las restricciones cambiarias?
De todo tipo. Lo primero que hay que decir es que la mayoría de las empresas están viendo cómo subsistir y pagar los sueldos. Pero, en los últimos días, esta circular que puso control de cambios a las importaciones es dramática porque distorsiona todo el sistema de precios. Yo tengo una visión ortodoxa pero creo que Argentina necesita tener control de cambios sobre el atesoramiento y el turismo. Yo fui muy crítico de la gestión Macri y de haber ido a un mercado de cambios totalmente liberalizado como si fuéramos un país estable. Pero ahora nos fuimos al otro lado y ya no hay acceso a dólares para importaciones. Se promete que va a ser transitorio, pero esa brecha cambiaria tan alta introduce un factor de incertidumbre.
Que presiona sobre la inflación.
Sí. Yo no hablo de hiperinflación ni ninguna de esas gansadas, pero el aumento de la inflación es inexorable en Argentina. Y eso se puede acelerar si el Banco Central se ve obligado a devaluar la moneda antes de tiempo. Acá se da una paradoja. El tipo de cambio oficial a $ 70 no está tan atrasado. No es ridículamente bajo como el de los $ 9 de Kicillof o los $ 15 de Sturzenegger. Es un tipo de cambio bastante lógico (aunque está rezagado respecto del real brasileño), pero podemos generar una devaluación porque ha sido tanto el desequilibrio fiscal y monetario que la brecha cambiaria te termina contaminando al oficial.
¿Y cómo afecta esto a las exportaciones?
Van a caer en las generales de la ley. Se calcula una caída de US$ 10.000 millones. Estábamos en poco más de sesenta mil, ilusionados con volver al nivel de ochenta mil del 2011. Y, dentro de todo, los precios internacionales no cayeron mucho. El superávit comercial no se va a ver afectado porque vamos a tener una caída más o menos similar en las importaciones. Lo que pasa es que la brecha mete un elemento nuevo. Yo lo llamo el brechavirus, que hace que el productor agrícola tenga que vender a $ 70 menos el 35% de retenciones. Son $ 45. Y con el dólar libre a $ 110, $ 120, dice yo no vendo. Y, mientras tanto, el importador se apura a comprar dólares de importación porque tiene miedo de que se los retaceen. Entonces se da esta paradoja muy coyuntural de que hay su- perávit comercial medido en la Aduana pero en el mercado cambiario el BCRA vende dólares. Esto es lo que tiene que tener un desenlace lo más pronto posible.
¿Qué efectos concretos en el sector privado tienen proyectos como el de Fernanda Vallejos o el del impuesto a la riqueza?
El proyecto de Fernanda Vallejos es un disparate mayúsculo, no tiene pies ni cabeza. El llamado impuesto a los ricos dejame ponerlo de la siguiente manera: subir o bajar impuestos es una atribución del Congreso y es parte de las reglas del juego en una democracia. Argentina es un país al que le sobran impuestos. Pero si vos me introdujeras un impuesto de este tipo dentro de un programa general de estabilización, yo te lo aceptaría. Mi miedo es que vaya a ir a la alcantarilla del agujero fiscal y dentro de 6 meses veamos que se cobró un impuesto monumental que no arregló nada y solo sirvió para que un diputado diga que les cobró a los ricos.