La llegada de Scott Bessent, secretario del Tesoro de Estados Unidos y hombre de máxima confianza del presidente Donald Trump, sacudió este lunes la agenda política y económica de Buenos Aires. En un viaje relámpago de tan solo 12 horas, el funcionario aterrizó con una comitiva de peso para reunirse con Javier Milei.
Al mismo tiempo, en otro vuelo, aunque con una agenda distinta y sin vínculo con el arribo de Bessent, también llegó al país el gestor de fondos Robert Citrone, una figura clave de Wall Street que no ocultó su entusiasmo por el rumbo económico que tomó la Argentina bajo la presidencia de Milei.
Citrone, fundador del fondo Discovery Capital Management y exprotegido del mítico Julian Robertson, desembarcó en Buenos Aires con la mira puesta en el potencial argentino y el respaldo explícito al programa de reformas que está impulsando el gobierno libertario.
"La próxima década será la década de América Latina y Argentina liderará ese proceso", había dicho Citrone en una entrevista pasada con Bloomberg Línea. "Milei es un ejemplo muy importante para Latinoamérica, pero más que eso, es importante para el mundo y para Estados Unidos. Por eso debemos hacer todo lo posible para ayudar a Argentina", agregaba sin vueltas.
El mensaje no pasó desapercibido. No solo por su contenido, sino por quién lo dice. Citrone, que en 2024 embolsó US$ 730 millones gracias al rendimiento de su fondo, fue uno de los gestores de cobertura mejor pagados del año. Con una rentabilidad neta del 52%, Discovery Capital superó a referentes del sector como Bill Ackman o Paul Singer.
Un respaldo explícito al modelo Milei
La figura de Citrone es bien conocida en el mundo financiero. Con 60 años, forjó su reputación en los '90 como uno de los Tiger Cubs, ese selecto grupo de excolaboradores de Tiger Management que aprendieron el oficio de Julian Robertson. Pasó también por las oficinas de George Soros y fundó Discovery Capital en 1999. Su estrategia de inversión combina movimientos macroeconómicos con especial atención a mercados emergentes, un terreno donde suele detectar oportunidades "que el mercado no comprende del todo".
Esa intuición fue la que lo llevó a mirar con atención a la Argentina de Milei. El fin del cepo cambiario, la liberación de precios, la eliminación de regulaciones y la intención de avanzar hacia una economía ordenada y sostenida atrajeron no solo a Citrone, sino a buena parte del capital que suele observar el termómetro político antes de pisar fuerte.
Según el propio gestor, lo que distingue a este momento de otros en América Latina es el nivel de apoyo social que percibió en la calle. "Es el primer caso que he identificado en mi carrera en el que la persona promedio muestra solidaridad con un programa de reformas de este tipo", afirmó. Una lectura que contrasta con la desconfianza habitual que suelen generar los planes de ajuste en los mercados emergentes.
Discovery Capital administra hoy unos US$ 2.500 millones, luego de comenzar el año pasado con apenas US$ 1.500 millones. Ese salto refleja no solo un buen año bursátil, sino la confianza renovada de los inversores tras un par de temporadas de altibajos. En 2016, luego de dos años negativos, su fondo recuperó terreno con un rendimiento del 9%, empujado por compras de acciones durante los últimos meses de ese año.
Un viaje de señales políticas y movimientos de capital
Además de Galicia, Citrone también mantiene participaciones en Vista Energy y sigue de cerca otras compañías vinculadas a sectores estratégicos en América Latina. Su enfoque está lejos de ser puramente financiero.
Su lectura optimista sobre el rumbo de la economía local contrasta con las advertencias de algunos colegas que ven riesgos en la concentración de activos o en la volatilidad que suelen tener los emergentes. Pero el fundador de Discovery no se deja amedrentar.
Con base en Southport, Connecticut, casado, con estudios en Hampden-Sydney College y un MBA en la Darden School of Business, Citrone se mantiene como uno de los nombres más respetados de la industria. Además de su carrera en finanzas, también invierte en su pasión: el fútbol americano. Es accionista minoritario de los Pittsburgh Steelers, su equipo favorito.
Mientras algunos aún dudan sobre la sostenibilidad del programa de Milei, Citrone apuesta, habla y vuelve a apostar. La rentabilidad de sus inversiones lo avala. Y su voz, dentro del universo financiero, pesa. Más cuando detrás hay millones de dólares y un respaldo político que ya aterrizó —literalmente— en la Casa Rosada.