La CEO de Fidelity Investments tiene una fortuna personal de US$ 16.400 millones y es una de las 10 mujeres más poderosas del mundo.
"Estamos denunciando esta actitud, la estamos repudiando, dijo ayer el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, mientras anunciaba que pagaría la totalidad del bono BP21 para evitar el default. Cuando finalizó su exposición, un periodista le preguntó si el fondo al que se refría -el que estaba trabando las negociaciones- era Fidelity y el gobernador contestó que sí. Según trascendió, el fondo se negó a aceptar la propuesta que hizo la Provincia sobre un adelanto del 30% del capital en febrero y el resto en mayo. En cambio ofreció un esquema de cuotas, pero, según la explicación del gobernador, la mejor solución posible era afrontar el vencimiento (de US$ 250 millones) con recursos propios. Con lo cuál el dinero se depositará al contado. La Provincia necesitaba el acuerdo del 75% de los acreedores para llegar a un acuerdo y Fidelity, que no superaba el 20% del total, habría sumado a sus filas a otros bonistas, quedándose así con la llave de la negociación, según las palabras de Kicillof.
Fidelity no es un nombre nuevo para la Argentina. En 2005 fue uno de los acreedores que acordó con Guillermo Nielsen la reestructuración de la deuda. Y en 2011 se sumó al BP21 que emitió el gobierno de Daniel Scioli por un total de US$ 750 millones, con tres vencimientos (de capital, los intereses corren aparte) fechados los 26 de enero de 2019, 2020 y 2021. Por entonces, la conducción de Fidelity estaba en manos de Edward Johnson III, el primogénito de Edward Johnson II, el fundador, en 1946, de este fondo con sede en Boston que hoy administra US$ 7.8 billones (trillion, en inglés) de 30 millones de clientes individuales, con ganancias de hasta US$ 20.000 millones anuales. Fidelity es la número 16 en el ranking Forbes de las compañías privadas más grandes de Estados Unidos y uno de los principales fondos de inversión del mundo.
Desde 2014, quien está al mando de la compañía es Abigail Johnson, hija de Johnson III. Primero como CEO y a partir de 2017 también como presidente, esta mujer de 57 años está entre las 70 personas más ricas del mundo y, como prueba el caso argentino, también es una de las más poderosas (la séptima entre las mujeres, según el ranking de Forbes). Ingresó a la empresa familiar como analista en 1988 apenas concluyó su MBA en Harvard y avanzó en la escalera corporativa codeándose con las estrellas del asset management que conducía su padre. Edward Ned Johnson se ganó una tapa en la revista Time en 1996 por su éxito al frente del fondo más grande del mundo. Y sus activos principales eran precisamente sus managers. En un mercado más artesanal e intuitivo, los fondos se arrancaban los ojos por los talentos y durante buena parte de la década del 90 Fidelity se llevó a los mejores del draft.
Abigail Johnson viene con otras ideas y otras necesidades en un mundo que cambió. En 2018, sacudió el mercado con dos index funds Zero-Fee. En castellano: dos fondos basados en índices sin costo de administración. El índice más conocido es el Standard & Poors 500 (S&P500), que cotiza la capitalización de las 500 empresas más grandes de Wall Street. En 2019, cualquier fondo atado al S&P500 rindió 31,5%, una rentabilidad inédita para un fondo pasivo, es decir, sin ninguna decisión arriesgada de un Gordon Gekko o un Bobby Axelrod. Alrededor del 80% del dinero indexado lo manejan 3 fondos: BlackRock, Vanguard y State Street. Y son los protagonistas de una discreta revolución: la transferencia de capital de fondos activos a pasivos, habilitada por la sofisticación tecnológica. Los index funds no son precisamente el fuerte de Fidelity. Y el lanzamiento de estos fondos gratis fue un modo de hacer una entrada ruidosa en el mercado. Pero además sigue la estrategia de atraer nuevos clientes para luego seducirlos con inversiones más riesgosas. Por ejemplo, por qué no, un bono soberano del mayor distrito de la República Argentina.
Cuando Vanguard lanzó su primer index fund en 1976, el padre de Abigail le dijo al Boston Globe que no concebía la idea de que los inversores pudieran satisfacerse con solo alcanzar el retorno promedio. Pues bien, los tiempos cambiaron. Y por eso la impronta que quiere dejar la heredera de la dinastía Johnson es la modernización de Fidelity. El presupuesto tech de la compañía superó los US$ 3.000 millones el año pasado, con crecimiento en el área de criptomonedas (Fidelity Digital Assets) y aceleración del data science. Siempre tuve bastante claro que esas personas (los tecnológicos) tenían que estar en la primera línea de los negocios, dijo recientemente en una entrevista con el Financial Times.
En términos políticos, la mujer más rica del Estado de Massachusets apoyó históricamente a candidatos republicanos, pero parece haber cambiado de opinión. Su marido, Christopher McKown, figura como aportante de la camapaña de Pete Buttigieg, el precandidato demócrata que acaba de dar un batacazo en el caucus de Iowa.