Fue en 2005 cuando Lord Mervyn King, entonces presidente del Banco Central de Inglaterra, sorprendió al público cuando, en una competencia, utilizó los dos goles de Diego Maradona contra Inglaterra en la Copa del Mundial de 1986 para explicar su política monetaria.
El primero, conocido por ser el de “la mano de Dios”, lo tuvo a Maradona superando al arquero inglés Peter Shilton gracias a extender su puño para empujar la pelota. Esto, dijo King, resumía el enfoque de “misterio y mística” de la banca central. “Fue inesperado, inconsistente en el tiempo y contra las reglas. Tuvo suerte de salirse con la suya”, añadió King, quien declaró que con esa estrategia se manejaron en momentos críticos.
La descripción de King del segundo gol es la siguiente: “Maradona corrió 55 metros desde el interior de su propio campo sobrepasando a cinco jugadores antes de colocar la pelota en el arco inglés. Sin embargo, lo verdaderamente destacable es que Maradona corrió prácticamente en línea recta. ¿Cómo se puede superar a cinco jugadores corriendo en línea recta?, la respuesta es que los defensores ingleses reaccionaron a lo que esperaban que hiciera Maradona”.
Entonces, como los jugadores esperaban que Maradona fuera hacia la izquierda o la derecha, el Diez pudo seguir derecho. Según los economistas, la política monetaria funciona de forma similar: las tasas de interés del mercado reaccionan a lo que se espera que haga el banco central. En determinados periodos, los bancos centrales pueden influir en la trayectoria de la economía sin realizar grandes movimientos en las tasas de interés oficial. O sea, van en línea recta hacia sus metas.
“Aplicamos el 'efecto Maradona', porque los mercados financieros no esperaban que las tasas de interés se mantuvieran constantes. Esperaban que las tasas subieran o bajaran. Esas expectativas fueron suficientes, en ocasiones, para estabilizar el gasto privado, mientras que las tasas de interés oficiales de hecho se movieron muy poco”, aseguró King.
Cuando Guido Sandleris estuvo al frente del Banco Central de la República Argentina, en la City se especuló con que estaba aplicando esta teoría: necesitaba que el mercado operara creyendo que iba a poner sobre la mesa todos los billetes verdes necesarios para frenar una corrida, pero que no necesitara efectivamente recurrir a esas ventas. Al aplicar una política de bandas cambiarias, que se suponía que vendería cuando el dólar tocara el techo de esa franja, pretendía esto. Pero no duró demasiado.
Este año, un informe de Consultatio observó que Miguel Ángel Pesce, el presidente del BCRA, buscaba una “política maradoniana, donde el BCRA hace variar de manera aleatoria el tipo de cambio, pero manteniendo en promedio la velocidad crucero anterior”.