La diferencia de tarifas entre Buenos Aires y el resto del país sigue manteniéndose, a pesar del ciclo de aumentos por encima de la inflación que empezó a mediados del 2022. Según un informe del Instituto Interdisciplinario de Economía Política de la UBA, en agosto, el promedio de consumos de luz llegó a ser más del triple en algunas provincias del interior en relación al AMBA.
Neuquén se ubica en primer lugar del ranking de los distritos que más pagan por la electricidad con $19.272 para la categoría N1 de altos ingresos, $8.478 en el segmento N2 y $8.623 en la N3, siempre con una factura sin impuestos que contempla un consumo de 300 kwh al mes.
El podio lo completan Puerto Madryn, Santa Fe y Rio Negro, dependiendo de la categoría, con un gasto alrededor de $13.000 y $6.000, según el caso. Por el contrario, los tres lugares más baratos para consumir electricidad son el AMBA, La Rioja y Santa Cruz, con la particularidad de que Tierra del Fuego es la más económica en el segmento N1, pero sube bruscamente en la tabla en las otras categorías.
Considerando estrictamente el caso de los usuarios de Edesur y Edenor, el pago promedio de la categoría N1 ronda los $9.100, para la N2 se ubica en $2.450 y para la N3 en $2.700. Esto representa una diferencia de 112%, 244% y 216% contra Neuquén en cada categoría.
Ya si se compara con el promedio del país, la distancia con las tarifas del Gran Buenos Aires es del 23%, 70% y 65% en cada caso, lo que equivale a un diferencial de $2.096, $1.728 y $1.804.
Los motivos de esta distorsión
En el imaginario popular, está instalado que el aglomerado urbano más poblado del país recibe más subsidios por parte de la Nación como una estrategia electoral o, al menos, como una forma de contención ante un descalabro social por el impacto que significaría un tarifazo en varios municipios del conurbano.
Sin embargo, la realidad indica que los subsidios eléctricos solamente se destinan a la mayorista estatal Cammesa, la cual vende la energía a un mismo valor a las distribuidoras de cada provincia. Acá entran en juego una serie de variables que hace que el precio final en la factura evolucione de forma tan disímil.
En primer lugar, la densidad demográfica del AMBA le otorga un beneficio competitivo natural que hace que bajen los costos de las distribuidoras, al poder abastecer a un número mayor de consumidores en una superficie más chica.
Es mucho más eficiente abastecer a casi 15 millones de personas que hacerlo para una población de 3 millones de personas diseminadas en una superficie mayor a 100 veces la Ciudad de Buenos Aires. Una misma línea de 132 kV de 20 km en CABA, puede transmitir más potencia para abastecer un mayor consumo, que una línea provincial que debe recorrer 200 km para abastecer un poblado de mucha menor demanda, explica a Forbes un especialista que trabaja en Cammesa.
En otro orden de importancia, la carga impositiva de cada distrito tiene un impacto considerable en el precio final y en muchos casos duplican los niveles del AMBA. A su vez, el clima templado y la llanura del terreno de Buenos Aires favorecen a la provisión de un servicio más económico respecto a otras geografías más complejas. Otro punto a considerar es el tendido de una sobre infraestructura en lugares turísticos que tienen que afrontar un incremento poblacional notable en los períodos vacacionales, lo que excede los consumos del promedio del año y, por lo tanto, provoca un costo extra. Al mismo tiempo, muchas distribuidoras públicas provinciales generan un déficit administrativo que las gobernaciones terminan trasladando a los usuarios, mientras que en el caso de algunas cooperativas se suelen agregar servicios variados como sepelios, pavimento, postes y televisión.
De todos modos, existe una retribución encubierta en términos financieros que privilegia claramente a Edenor y Edesur. A sabiendas de la baja tarifa que les impone, el Gobierno Nacional permite que las distribuidoras del área metropolitana se financien a costa de Cammesa y se atrasen con los pagos por la energía que le compran.
Hace unos meses, de 426.000 millones de deuda, 240.000 eran de Edenor y Edesur y le terminaron condonando como 180.000 millones, cuestiona el presidente de uno de los entes de regulación del norte del país ante la consulta de este medio.
El esquema funciona como un subsidio indirecto que hace tiempo es criticado por las provincias. Es por eso que, a partir de la segmentación tarifaria, el Gobierno exigió que Edenor y Edesur se pongan en regla, aunque con un plan de pagos sumamente favorable.
El aumento de cobrabilidad de Cammesa por arriba del 90% tiene que ver con que se suscribieron un número importante de acuerdos de pagos con los distribuidores morosos, sin intereses y en hasta 96 cuotas mensuales. La vigencia y aplicabilidad de esos acuerdos está atado a que cumplan con el pago de la facturación mensual. Si no lo hacen, se les cae el acuerdo y se les debe facturar todos los recargos e intereses desde el inicio, sostienen desde la mayorista eléctrica.