La esperada cosecha récord de maíz tras la fuerte sequía de la campaña pasada se encontró inesperadamente con un “cisne negro” y ahora todas las estimaciones están en entredicho. Productores, exportadores y hasta el Gobierno están tratando de evaluar el verdadero impacto productivo y económico de una plaga que llegó sin pedir permiso.
Los productores no dejan de sorprenderse por el impacto que tiene en plantaciones de maíz el Dalbulus maidis o Spiroplasma, que se aloja en las plantas a través de la chicharrita, el vector de la bacteria. La chicharrita es un pequeño insecto que mide 3 a 4 mm, con un aparato bucal capaz de trasmitir enfermedades.
Aunque el Dalbulus maidis es endémico del norte argentino, este año llegó a zonas a las que nunca llegaba, afectando muchos campos, especialmente de maíz de segunda, el cultivo que se siembra algunas semanas después de época tradicional, y que en los últimos años se vino retrasando por falta de agua suficiente al momento de la implantación.
Durante la fenomenal sequía que afectó a la campaña 2022/23 muchos productores jugaron la carta de esperar para sembrar, incrementando los planteos tardíos de soja y maíz, lo que en numerosos casos les permitió minimizar las pérdidas.
Pero este año parece que la taba se dio vuelta y los más afectados son los lotes sembrados con maíz tardío. Esto es así porque la llegada de la chicharrita encuentra a las plantas en un estado fenológico inicial y de desarrollo llenado del grano, que hace que las pérdidas sean mayores.
La calculadora de pérdidas
Hasta la semana pasada las primeras estimaciones hablaban de pérdidas en torno a los 2,5 Mt (millones de toneladas) pero en los últimos días la Bolsa de Cereales de Buenos Aires ya calculó que las pérdidas llegarían a 4,5 Mt.
En este contexto, “nuestra nueva proyección de producción es de 52 Mt, que significan 4,5 Mt menos respecto a nuestra proyección del mes de febrero, aunque no se descartan nuevos ajustes dado que el impacto real de los daños aún continúa siendo evaluado”, concluye la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, en su último relevamiento sectorial.
Desde la Bolsa de Comercio de Rosario las estimaciones son aún peores. Por la expansión de la chicharrita, “de marzo a abril, la estimación de producción pasó de 57 Mt a 50,5 Mt”, explicó Cristian Russo, jefe de Estimaciones de la entidad. Es un impacto muy importante de 6,5 Mt, cercano al 11,5% frente a la estimación previa, que hubiera significado un récord histórico, superando los 52 millones obtenidos en la campaña 202/21.
También en el Gobierno se lamentan por la irrupción de la chicharrita, dado que tras una campaña de apenas 36 Mt de maíz el año pasado, se esperaba ahora retomar el ritmo de producción, con un importante saldo exportable.
Hay que recordar que no sólo se trata del ingreso de divisas vía exportaciones, un dato no menor para Banco Central, sino también impacto en la recaudación vía retenciones del 12%, que van directamente a las arcas de la Administración Federal de Ingresos Públicos.
“Es un verdadero cisne negro, nadie lo esperaba”, aseguró con honda preocupación Cristian Russo, en referencia a lo inesperado de la presencia del Dalbulus maidis en lotes del norte y centro de Córdoba, norte y centro de Santa Fe y hasta el área noroeste de la provincia de Buenos Aires y norte de La Pampa.
Es que la chicharrita es una plaga endémica del norte argentino, que afecta especialmente a las provincias de Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Chaco y Formosa. Pero esta vez “bajó” hasta la zona núcleo donde afectó a grandes plantaciones de maíz de segunda.
“Cabe recordar que el Sur y el Centro-Norte de Córdoba aportan el 28% del total de maíz y que la proporción de siembra tardía es del 92 % en esa región. Asimismo, al sur de la provincia de Santiago del Estero los rindes esperados bajan significativamente debido al impacto de la enfermedad”, señaló la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
Por qué llegó este año
“El bicho chupa peso del grano, debilita la caña y además deja como si fuera un hongo que mata a la planta”, señala Russo. El nivel de deterioro de las plantas es de tal magnitud que muchos productores cosechan con varias semanas de anticipación, incluso “cosechan en húmedo”, explican los especialistas, para salvar algo de la producción. Y otros, directamente proceden a picar el maíz para usarlo como forraje y darles de comer a los animales.
Consultado sobre la razón de la invasión de chicharrita este año, el ingeniero agrónomo Néstor Urretabizkaya, decano de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, y Magíster en control de plagas, explicó que “se puede adjudicar a las altas temperaturas que hubo durante el verano y luego a las abundantes lluvias, pero también hay que analizar las distintas fechas de siembra, que se están dando con el maíz ahora, con lo cual hay oferta ampliada, hay maíces de fechas tempranas, de fechas tardías, de primera y de segunda”.
Y agregó: “Ese escalonamiento también permite mayor abundancia y esto produce migraciones de plagas desde el norte, encontrando siempre la etapa del cultivo más precisa y rápida reproducción”.
“Un rasgo característico de esta plaga es la interrupción en el llenado de grano. Esto conlleva a que la planta pueda presentar buen aspecto en apariencia, con todos sus granos, pero que éstos efectivamente tengan muy poco peso. Por tal motivo, se hace dificultoso realizar estimaciones que puedan dar precisión o cuantificar los daños provocados hasta el momento, explicó Eugenio Irazuegui, analista de mercados agrícolas en la corredora de granos Zeni.
“La chicharrita está planteando un cambio de juego en provincias muy estratégicas para el maíz, como son las de la zona núcleo”, afirmó Russo. Y anticipó que los costos de esta plaga se verán en la próxima campaña, ya que “casi en su totalidad los productores van a pensar mucho antes de sembrar maíz, antes que arriesgar todo se van a volcar a la soja, con lo que la rotación va a ser un tema importante a seguir”, remató.