Durante gran parte de los cuatro años transcurridos desde que llegó al poder, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha disfrutado de su papel de guerrero antisistema.
Despidió a jueces, abandonó un pacto regional anticorrupción, rechazó al Fondo Monetario Internacional y adoptó el bitcóin como moneda de curso legal. Mientras tanto, parecía totalmente indiferente a lo que los inversionistas extranjeros pensaran de él.
Resulta que el impetuoso presidente de 41 años, con gorra de béisbol hacia atrás, es un éxito en Wall Street.
La deuda salvadoreña tiene el mejor desempeño en los mercados emergentes este año, después del Líbano. Incluso tras un retroceso esta semana, los bonos han rendido un 19%, en comparación con un promedio del 2,3% de otras naciones en desarrollo, según un índice de bonos soberanos de Bloomberg.
El Salvador es uno de los ejemplos más extremos de la recuperación de los bonos gubernamentales más riesgosos del mundo, que el año pasado fueron sobrevendidos por administradores de fondos que esperaban una ola de impagos. Pero también es una señal de la simpatía de los inversionistas hacia Bukele. En lugar de preocuparse por la posibilidad de que esté hundiendo la economía, se muestran entusiasmados por su prudencia fiscal y miran más allá de sus tendencias autocráticas.
El cambio de tono comenzó cuando El Salvador pagó US$ 800 millones en bonos que vencían el mes pasado y recompró US$ 452 millones en deuda con vencimiento en 2025, cumpliendo así las repetidas promesas de que la nación honraría sus obligaciones.
Aunque todavía hay cierto escepticismo sobre hacia dónde llevará Bukele al país de seis millones de habitantes, por ahora, ya no es el riesgo que una vez fue.
Pasamos del escepticismo, de ver las cifras y escuchar su anuncio de amortizar el bono, a sorprendernos en el buen sentido con su firme voluntad de pagar, dijo Federico Kaune, responsable de renta fija de mercados emergentes de UBS Asset Management en Nueva York.
Durante los últimos siete meses, los bonos han revertido una caída que comenzó cuando El Salvador adoptó el bitcóin junto con el dólar estadounidense como sus monedas. Bukele ha seguido apostando por la criptomoneda, a pesar de que su valor se desplomó más de un 40% en el último año. Esta semana, su Gobierno anunció que abriría su segunda Embajada bitcóin, esta vez en Texas.
Bukele logró provocar un repunte de los bonos en julio, cuando anunció la recompra incluso cuando el bitcóin se desplomaba. El resto de los bonos con vencimiento en 2025 han subido a 74 centavos por dólar después de cotizar a 28 centavos, según datos recopilados por Bloomberg.
Nos encanta su voluntad de pagar, dijo Christine Reed, especialista regional en América Latina en la empresa de gestión de activos Ninety One en Nueva York.
Hay muchas dificultades potenciales por delante. Reed afirma que es poco probable que El Salvador sea capaz de generar reservas suficientes para llevar a cabo más recompras en el futuro, mientras que Kaune lo califica de inversión arriesgada, aquejada de una alta carga de deuda y dudas sobre sus perspectivas fiscales.
Otra fuente de preocupación es el enfoque de línea dura de Bukele frente a la delincuencia. Organizaciones como Human Rights Watch y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos han criticado sus políticas por considerarlas autoritarias y deshumanizadoras. También ha entrado en conflicto con Estados Unidos, que ha sancionado a algunos exfuncionarios del Gobierno y condenado la decisión de destituir al fiscal general y a cinco jueces de alto rango.
El Gobierno no respondió inmediatamente a una solicitud de comentarios. En Twitter, Bukele ha tomado nota de cómo desafió las expectativas generalizadas de que El Salvador no pagaría los bonos, diciendo que los medios de comunicación internacionales habían escrito cientos de artículos prediciendo que la nación incumpliría en enero.
Por ahora, los inversionistas han hecho caso omiso en gran medida de las preocupaciones sobre las políticas de Bukele: su enfoque de mano dura contra la delincuencia en realidad ha ayudado a las perspectivas económicas. El producto interno bruto creció a un fuerte ritmo en 2022 debido a la reducción sin precedentes de la delincuencia y a los fuertes ingresos por remesas y turismo, según un comunicado del FMI emitido tras una visita oficial del personal técnico del Fondo el 8 de febrero.
El déficit fiscal también está disminuyendo, cerrando el año pasado en un 4,6% del PIB, por debajo del 5,6% de 2021, según datos de Fitch Ratings.
Se puede ver que ya se han apretado el cinturón con el gasto fiscal, dijo Oren Barack, director gerente de renta fija de AGP Alliance Global Partners, con sede en Nueva York. Nunca se trató de la voluntad de pagar, sino de la capacidad de pago. Ahora las dos cosas han convergido.
- Nota original de Bloomberg