La necesidad de que más miembros de la familia salgan a trabajar o que un mismo jefe o jefa de hogar tenga más de un empleo, se solía vincular a los segmentos de la población más vulnerable como una forma de luchar por no caer en la pobreza en tiempos de crisis.
Sin embargo, en esta Argentina de altísima inflación y constante devaluación de la moneda, se observa un mayor dinamismo de la modalidad del pluriempleo en los deciles más acomodados para poder sostener el nivel de vida al que están acostumbrados.
Según un informe de Ecolatina, casi la mitad de las personas con más de un empleo se ubica en los tres deciles de ingresos per cápita familiar más altos y sólo uno de cada cuatro está en los tres deciles más postergados.
“Los magros ingresos familiares en estos últimos años, también provocaron un efecto “super-trabajador”. Este tiene como característica afectar más a las familias de mayores ingresos: los dos deciles más altos exhiben un crecimiento de 22% respecto a 2018, el doble que el conjunto de los cuatros deciles de menores ingresos. Esto puede deberse a que los sectores más acomodados tienen un mayor acceso a un menú más amplio de opciones (por mayor nivel educativo, contactos, tiempo de viaje, posibilidad de teletrabajo, etc.) con las que apuntalar su poder adquisitivo”, dice la consultora.
De hecho, el pluriempleo aumentó más de un 60% en el decil 9 respecto al año 2018 y se duplicó en el octavo decil, una tendencia muy distinta a lo que sucede con la informalidad y el cuentapropismo que son más característicos en los primeros deciles de la pirámide.
El documento muestra que el 60% de personas con pluriempleo son mujeres, y casi la mitad son personas menores a 40 años. Además, uno de cada tres “pluriempleados” corresponde al rango etario entre los 30-40 años. Por otro lado, el 85% de quienes cumplen con esta característica son jefes/as de hogar o sus cónyuges. La labor de las mujeres bajo esta modalidad aumentó más de 30% respecto a 2018 y en el caso de los jóvenes, la suba alcanza el 37%.
“El problema no se trata de obtener un empleo, sino de la posibilidad de mantener o conseguir uno cuyos ingresos sean suficientes para sostener determinado nivel de vida. Se ajusta por bienestar, ya que para que una familia sostenga un nivel de vida determinado tiene que sacrificar cada vez más tiempo fuera del trabajo. No sólo tiempo libre o esparcimiento, sino también de descanso o educación; condicionando las posibilidades futuras de los miembros del hogar”, sostiene Ecolatina.
No obstante, la situación también se percibe en familias necesitadas para llegar a fin de mes. Casi el 10% del total de trabajadores tiene más de un empleo y se observa un crecimiento de 25% desde comienzos de 2018, cuando comenzó la crisis económica argentina.
En particular, esto se produce por dos fenómenos concretos. Primero, porque los ingresos registran una merma cercana al 20% desde el 2017. Por otro lado, desde 2018 sólo uno de cada cuatro empleos creados fue bajo la categoría de asalariados registrados, que es la que guarda la mayor calidad a diferencia de la informalidad y/o cuentapropismo.
Algo curioso del mercado de trabajo local es que, actualmente, es más frecuente encontrar una persona con más de un empleo que a un desempleado, ya que los primeros superan en un 15% a los segundos.