En un contexto de creciente incertidumbre en los mercados, los inversores más sofisticados están ajustando estratégicamente la asignación de sus carteras para adaptarse a un panorama de inversión en constante evolución. Luego de dos años de rendimientos de dos dígitos en las acciones públicas, no sorprende que muchos busquen aumentar su exposición a los mercados privados, en un intento por diversificar y encontrar mayor estabilidad. Sin embargo, esta tendencia no está exenta de riesgos: las valoraciones en estos mercados pueden generar una ilusión de seguridad en un entorno donde las restricciones de liquidez podrían estar en aumento.
El giro hacia los mercados privados
Uno de los principales motores detrás de esta migración de capital es la percepción de que los activos privados, al no ser valuados diariamente a precio de mercado, ofrecen cierta protección contra la volatilidad de corto plazo que suele afectar a las acciones públicas y a los instrumentos de renta fija.
Sin embargo, esta huida hacia los mercados privados trae consigo sus propios desafíos. Aunque en los papeles las valuaciones pueden parecer estables, su verdadero valor solo se confirma al momento de la liquidación. En particular, en el capital privado, la acumulación de activos en espera de venta podría derivar en fuertes ajustes de precios cuando la liquidez regrese al mercado. Este riesgo se acentúa en un contexto donde la captación de fondos de capital privado atraviesa una contracción significativa.
Según datos de S&P Global, la recaudación de fondos para capital privado a nivel global cayó un 30% en 2024, pasando de 966.000 millones de dólares en 2023 a 680.000 millones de dólares en 2024. Este retroceso refleja una creciente cautela de los inversores frente a las valuaciones actuales y podría dificultar las estrategias de salida en el futuro. Además, quienes ya tienen inversiones en estos vehículos podrían enfrentar dificultades para reinvertir en nuevas rondas de financiamiento, ya que todavía no recibieron distribuciones de sus inversiones previas.
El auge del crédito privado ante las restricciones bancarias
Más allá del capital privado, otra tendencia que cobra fuerza es el crecimiento del crédito privado como alternativa de financiamiento. Este fenómeno está impulsado por regulaciones bancarias más estrictas, que elevaron los requisitos de capital y endurecieron los criterios para la concesión de préstamos. Como resultado, el crédito bancario tradicional para la expansión de empresas se volvió menos accesible, dejando un vacío que los gestores de crédito privado están ocupando cada vez más.
A diferencia de los préstamos bancarios convencionales, el crédito privado ofrece soluciones de financiamiento a medida, con mayores rendimientos y, en muchos casos, garantizados con activos reales. En un escenario de tasas de interés elevadas en Estados Unidos y un número creciente de prestatarios sin acceso a financiamiento bancario en el país norteamericano, esta opción se está convirtiendo en una de las más atractivas para los inversores con mayor tolerancia al riesgo.
El futuro de los mercados privados y del crédito alternativo dependerá, en gran parte, de la evolución de la liquidez y de la confianza de los inversores. En un entorno donde las oportunidades y los desafíos coexisten, la clave estará en la gestión prudente del riesgo y en una evaluación realista de las valuaciones.
Nota de advertencia: análisis de la prima de iliquidez
Si bien el giro hacia los mercados privados responde, en parte, a la búsqueda de mayor estabilidad, crece el debate sobre si estas inversiones realmente ofrecen un refugio seguro o si, en realidad, solo postergan el riesgo. Históricamente, el capital privado y el capital de riesgo superaron el desempeño de los mercados públicos. Sin embargo, investigaciones recientes sugieren que esta tendencia podría no sostenerse en el tiempo.
El conocido modelo de dotación impulsado por David Swensen en Yale no logró generar alfa respecto del índice de referencia en los últimos cinco años, según un informe técnico reciente del True North Institute. En respuesta a este contexto, muchos directores de inversiones (CIO) están migrando hacia un enfoque de cartera total (Total Portfolio Approach, TPA), que se aleja de la tradicional segmentación en clases de activos y, en cambio, prioriza los factores de riesgo subyacentes del mercado, como la renta variable, el crédito, la inflación y las tasas de interés. En este modelo, la selección del administrador se convierte en el principal motor de la asignación de activos.
Además, firmas de consultoría como NEPC advirtieron a los inversores sobre posibles caídas en las valuaciones del capital privado y del capital de riesgo. Muchas compañías evitaron aplicar rebajas en sus valuaciones recurriendo a rondas de financiamiento con inversores internos y a financiamiento puente. Sin embargo, las crecientes presiones de liquidez siguen generando preocupación en el sector.
En un análisis más profundo sobre la iliquidez, Cliff Asness, de AQR, señaló recientemente que "el capital privado sigue siendo, en esencia, capital" y que es poco probable que genere altos retornos en un contexto en el que las acciones públicas enfrentan dificultades. En su artículo de 2024, enfatiza que la iliquidez y la opacidad de los mercados privados no los protegen inherentemente de las tendencias más amplias del mercado". Así, si las acciones públicas están bajo presión, es probable que las valuaciones del capital privado terminen siguiendo el mismo camino en el largo plazo.
Mirando hacia el futuro: un enfoque equilibrado para la asignación de cartera
En un escenario cada vez más complejo, los inversores sofisticados están adoptando una visión más matizada a la hora de distribuir sus activos en el mercado privado. Si bien el crédito privado sigue siendo una alternativa atractiva en medio de la disrupción del sector bancario, el capital privado y el capital de riesgo exigen un análisis más riguroso, especialmente ante un entorno de salida desafiante.
En los próximos años, una estrategia de cartera equilibrada podría incluir:
- Exposición selectiva al capital privado. Priorizar a gestores consolidados y de alta calidad, con experiencia en contextos de crisis.
- Mayor asignación a crédito privado. Aprovechar oportunidades en préstamos senior garantizados y financiamiento respaldado por activos.
- Posicionamiento táctico en el mercado público. Mantener flexibilidad para capitalizar posibles dislocaciones.
- Inversión en activos reales e infraestructura. Destinar capital a bienes raíces generadores de ingresos y activos de infraestructura clave, como resguardo frente a la inflación.
Si bien los mercados privados siguen ofreciendo oportunidades atractivas, los inversores más experimentados entienden que la estabilidad en las valuaciones no implica inmunidad frente a las fuerzas del mercado. En este contexto, la debida diligencia y una gestión de riesgos sólida siguen siendo esenciales para garantizar el éxito a largo plazo.
*Con información de Forbes US.