Como pocos en el mundo, los argentinos están acostumbrados a los vaivenes de la macro, a cambios bruscos de escenario que trastocan las expectativas y las decisiones de inversión y a vivir en una suerte de "montaña rusa" a nivel de variables económicas. Este año se sumó la sorpresa climática, aunque en este caso el resultado es positivo.
A principios de año la foto que veían los meteorólogos y analistas marcaba una Niña de grandes proporciones, "la más fuerte de los últimos 15 o 20 años" sostiene el ingeniero agrónomo Cristian Russo, jefe de la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
Esto ponía a la Zona Núcleo "a las puertas de otra sequía, una muy importante, similar a la tercera Niña consecutiva que afectó a la principal región agrícola del país en la campaña 2022/23".
En los últimos tres meses "hubo un cambio de tendencia muy importante, en la que esa Niña se fue achicando y se demoró el arranque. Estos eventos empiezan en septiembre /octubre pero se ha demorado este año y estaría arrancando recién en diciembre. Además, duraría poco, en marzo ya tendríamos neutralidad", explica Russo.
El fenómeno Niña está caracterizado por temperaturas por debajo de lo normal en el océano Pacífico Ecuatorial, que determinan escasez de precipitaciones y, en consecuencia, el advenimiento de una temporada seca, con poca humedad en los suelos.
Perspectivas climáticas
Con bajos precios internacionales de los principales cultivos (soja, maíz, trigo) y una campaña 2024/25 de maíz en la que los productores temen los efectos negativos de la chicharrita, la plaga que afectó a este cultivo este año, la amenaza de una temporada especialmente seca era demasiado para los bolsillos golpeados de los productores.
Incluso los productores de trigo, que en un mes ya arranca la cosecha, empezaron a preocuparse por el eventual impacto de la Niña. "En trigo estaba la expectativa de que podía afectar la falta de lluvias en un momento clave de la campaña, porque el trigo actúa como un puente financiero para llegar a la gruesa (soja, maíz, girasol)", explican fuentes del sector.
El punto es que estos cambios climáticos no se dan por azar. En momentos en que el mundo está impactado por fenómenos como las inundaciones en Valencia, España, Cristian Russo considera que "el calentamiento global genera mucha más incertidumbre, todo está más inestable y genera riesgo para el sector".
"La intensidad ha vuelto a decrecer y ya podemos hablar de una Niña débil y también bastante corta", explica el consultor Alfredo Elorriaga, en un análisis elaborado para la Bolsa de Comercio de Rosario.
En su visión esto significa que "es menos probable que se produzcan los impactos habituales de falta de agua durante el verano". Este era el gran temor de los productores, de los exportadores e incluso empezaban a mirar con algo de preocupación en el Gobierno, porque afectaría a los principales cultivos como la soja y el maíz, aportantes clave de divisas a las arcas del Banco Central, vía exportaciones.
El hecho de que se haya retrasado la llegada de la Niña dio tiempo a que en octubre "las lluvias hayan dejado una buena cantidad de milímetros, mejorando la situación antes que empiece el evento", explica Elorriaga.
Y si bien se trató de lluvias disruptivas, es decir, fuera de lo normal para la época, para noviembre también se esperan precipitaciones dentro de lo habitual para el país, tendiendo así a alejar el fantasma de la sequía.
Haciendo números
La geóloga Eugenia Capone, analista Agrometeorológica de la Bolsa de Cereales de Córdoba (BCCBA) sostiene que estaríamos en una probabilidad del 53% de que ocurra una Niña en noviembre-diciembre y hasta febrero, un período mucho más corto que lo habitual, que suele arrancar en septiembre y extenderse casi hasta mitad del año siguiente.
En ese sentido, recordó que el fenómeno de la Niña que se dio de 2020 a 2023 "no dejó recuperar la humedad de los suelos", lo que puso en alerta a los productores ante la eventualidad de una nueva Niña.
"El Servicio Meteorológico Nacional dice que pueden darse lluvias importantes", afirmó Capone en diálogo con Forbes. Las últimas lluvias dejaron casi el doble de milímetros caídos que el promedio histórico. Pese a ello, la experta anticipó que en Córdoba los productores "miran mucho lo que pase con el clima y el resultado es que se van a destinar más hectáreas a girasol, en lugar de maíz".
Es pura lógica económica. El maíz tiene por delante la amenaza de una nueva campaña con chicharrita - sería menos grave e intensa que el año anterior-, la plaga que ya afectó al cultivo en 2024 y que generó pérdidas muy importantes en la provincia mediterránea.
Frente a eso los productores se vuelcan a sembrar girasol, que es el cultivo que mejor aguanta la falta de agua, si es que finalmente llegara la Niña que nadie quiere.
En la provincia de Santa Fe y norte de Buenos Aires, la alternativa al maíz es la soja, el cultivo que "salva la ropa" según entienden productores y exportadores. El área sembrada en zona núcleo sería un 20% mayor pero el panorama no está fácil.
Con precios internacionales bajos por una gran oferta, producto de la cosecha récord de más de 160 millones de toneladas de soja que tendría Brasil, el principal productor mundial, una muy buena cosecha en Estados Unidos (125 Mt) y consistente campaña también en Argentina, los números de los productores son muy finitos.
Un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario asegura que "la soja exhibe un margen que no supera los 300 US$/ha en campo propio y es negativo en campo alquilado". Es que los precios internacionales, que bajaron fuerte el último año, "no validan los costos argentinos", destaca Cristian Russo.
Las encuestas a productores e ingenieros arrojan que "hoy se apunta a superar los 45 qq/ha (quintales por hectárea de soja) para tener margen", pero el promedio del rinde de la soja de primera en la región núcleo en las últimos 5 campañas es de 33 qq/ha e incluso si se tomaran las 5 campañas anteriores, el promedio es de 40 qq/ha.
"Lo que hace posible plantear rindes de 45 qq/ha y está animando a aplicar tecnología es que ahora hay agua en los suelos de la región", concluye el informe.