Además de ser el Ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas es, desde hace años, uno de los principales asesores económicos del presidente Alberto Fernández. A menos de 24 horas del anuncio del Ministro de Economía Martín Guzmán, recibió a Forbes en su despacho y habló de todo: a qué atribuye el clima de desconfianza, cómo achicar la brecha cambiaria, qué piensan sobre el desdoblamiento cambiario para el sector minorista y el presunto desdén por anunciar planes económicos. Para Kulfas, estamos mucho mejor de lo que se percibe.
El ministro aseguró que la economía real se está recuperando bien. Hay señales positivas en muchas ramas de la producción y la industria. El consumo se está reactivando, la construcción tiene muy buenas perspectivas, el campo está bien? Pero tenemos las limitaciones propias de la pandemia, que son muy delicadas; hay sectores que están muy por debajo de su capacidad, como actividades culturales, deportivas, gastronomía y otras cerradas, como el turismo, y están muy mal. Están recibiendo la ayuda del Estado y a veces ni siquiera alcanza.
¿A qué se debe esa distorsión de la percepción siendo que son vitales para generar expectativa?
Hay un clima que instala la pandemia y es negativo. Hay climas que se extienden de las actividades más golpeadas a otras que no están tan mal. En septiembre tenemos variaciones positivas interanuales por arriba de inflación, en autos, motos, y vamos a ver muchos otros indicadores que muestran esto. Por supuesto que venimos de una caída histórica en abril. Los promedios están teñidos de la actividad que aún no sale.
¿No percibe que el clima se deterioró en los últimos dos meses, desde el celebrado acuerdo con los bonistas hasta la resolución del Banco Central de hace quince días que impactó en el financiamiento de empresas?
El acuerdo con los bonistas es un punto de partida esencial. Pero los indicadores macro no se dan vuelta de un día para el otro. El paquete de medidas que anunciamos ayer lo que busca es cambiar el clima macroeconómico con medidas que son de corto, mediano y largo plazo.
¿Será suficiente para la reactivación luego de la brutal caída del primer semestre?
Se olvidan de las medidas que tomó este gobierno entre abril y junio para sortear la emergencia desatada por la pandemia. Los ATP y las IFE ayudaron a sobrevivir a millones de personas en el peor momento. Los pedidos de ATP ya cayeron un 80% en el sector industrial que comenzó a generar su propia caja. El paquete va en esa dirección: construir señales de confianza a corto plazo para mostrar que las señales para el largo plazo son sólidas y positivas y con un horizonte de gestación.
¿Cree que las nuevas medidas contribuirán a que el sector agropecuario liquide exportaciones?
Por ahí se enfatiza mucho el corto por el incentivo para promover mayor liquidez para exportaciones y la baja transitoria de las retenciones. Pero se agregan la segmentación para los pequeños productores, el diferencial entre el producto primario y el producto industrializado como el aceite y, sobre todas las cosas, el esquema con consejo agroindustrial argentino para construir un clima de diálogo para pensar los próximos diez años de desarrollo: exportar más a Asia, agregar valor en origen del interior, crear empleos. Esa es la agenda que marca nuestro camino a largo plazo.
¿Imaginan que esta agenda se podrá establecer con los consensos suficientes?
Sí. El gobierno anterior hizo algo llamativo: pretender solucionar los problemas estructurales tomando deuda. En abril de 2016 tomó deuda y en solo dos años ocurrió un fenómeno que ya habíamos tenido en la historia argentina antes: un proceso de sobre endeudamiento con salida de capitales que culminó con el fracaso con el FMI. Ahora hay que trabajar sin atajos: ver dónde están las fuentes genuinas de generación de superávit de divisas: agroindustria, minería, el petróleo, economía del conocimiento y manufacturas.
¿Cree que los anuncios revertirán el clima de pesimismo?
Sí, van a ser un punto importante. No creo que dependa de un solo anuncio, sino que son caminos. Venimos de una economía deteriorada, agravada por el Coronavirus. La construcción de la confianza en el programa económico no es de un día para otro. Son meses de mostrar un rumbo.
¿Y está claro ese rumbo?
Sí, creo que las medidas anunciadas por el ministro Guzmán son un hito importante porque se logró la coherencia de identificar los problemas coyunturales y estructurales que tenemos en el balance de divisas y dar una respuesta a cada uno de ellos.
Pero el desafío quizás más inmediato es reducir la brecha cambiaria?
El punto central es el ahorro en moneda nacional. Los que compran dólares no son ni delincuentes ni vendepatrias, es gente que en todo caso quieren estar tranquila. A esa gente hay que darle respuesta, no culpabilizarla de nada. Así como decimos que al sector agroindustrial que tiene excedentes hay que darle espacios para que invierta más y exporte más, como con la industria o la minería, al ahorrista hay que darle opciones alternativas en moneda nacional para que empiece a confiar en su moneda, pero son procesos largos, esto no tiene atajos ni milagros. Los que creen que existen nos han llevado a cosas peores.
¿Descarta un desdoblamiento para el mercado minorista?
No es un tema que tengamos en carpeta. El punto central es reducir la brecha cambiaria, que es sin duda un problema. Pero el tipo de cambio para comercio exterior es competitivo y priorizamos la estabilidad del tipo de cambio real que está por arriba del promedio histórico, y los exportadores pueden exportar, los productores nacionales no ven que la competencia importada tenga precios de remate. El objetivo clave es sostener esa competitividad.
¿Cómo hacer entonces para obtener dólares?
Hay sectores como la construcción, que lleva tres años de caída, que ofrecen oportunidades enormes. Hoy tiene un costo de construcción en dólares muy competitivo. Si logramos que mucha gente que tiene plata ociosa en el exterior la canalice en proyectos de construcción, vamos a lograr una alternativa clara de inversión y rentable, reactivar una industria que genera mucho empleo directo e indirecto y que demanda muchos insumos industriales.
¿Qué incentivos van a generar como para invertir en la Argentina en este contexto de incertidumbre?
Creemos que hay oportunidades, y para los incentivos hay un proyecto de ley que contempla que aquellos que tengan dólares en el exterior e inviertan en construcción tendrán una exención por un período de tiempo en bienes personales, un incentivo importante. Otro tiene que ver con los terrenos: que los aportes de terreno de fideicomiso puedan diferir los impuestos al final de la obra. Y el tercero es qué hacemos con la demanda, ahí vamos a reconstruir el circuito de crédito hipotecario.
¿Un relanzamiento de los créditos UVA?
No. Los UVA no contemplaban la volatilidad: mientras la inflación iba a la baja iban bien, pero, ante una devaluación, las cuotas se fueron por las nubes. Queremos generar un mecanismo de seguro contra esa volatilidad y que si ocurriera un salto en la inflación (que no es la idea, pero si sucediera) el acreedor esté resguardado.
Pero el porcentaje de mora por el UVA fue muy bajo. Aun así, ¿quién pagaría ese seguro? ¿No estaría incluido en las cuotas?
Hay un mecanismo, que es lo que se va a discutir en el Congreso, sobre cómo se cubre esa diferencia entre el sector financiero y el que toma el crédito, buscando evitar esas disrupciones con un esquema más seguro.
Quedan claros los incentivos a la construcción para obtener dólares. Pero dado el tamaño de la brecha cambiaria, y descartado un desdoblamiento, ¿qué otras herramientas prevén para achicarla?
Además de los incentivos a la construcción, creemos que la baja de retenciones al agro también mejorarán las reservas del Banco Central y el clima macroeconómico. Y en el medio los incentivos estructurales de mediano plazo para aumentar las exportaciones, y por otro lado la descompresión sobre la moneda local, el bono dólar link. Es un paquete que piensa no solo en la semana que viene sino en los próximos diez años.
"Los que compran dólares no son delincuentes ni vendepatrias, es gente que quiere estar tranquila".
A la hora de encender la economía, que fue uno de los mantras de campaña del presidente, ¿cuándo se activará en el Senado la ley sobre la economía del conocimiento, que fue derogada en diciembre?
Quizás cuando salga esta nota ya se haya presentado? Tenemos una apuesta muy fuerte por el sector. Nuestra fuerza política impulsó la Ley de Software. El sector empleaba a 19.000 ocupados en 2004 y hoy tiene 120.000, exportaba por 200 millones y hoy exporta por 2.000, es un sector que está en nuestro ADN y lo vemos como un pilar del proyecto productivo y de crecimiento para la Argentina. Pero vimos una ley vigente con muchos problemas de instrumentación, había sido pensada con la banalidad del gobierno anterior de no ver la realidad de la economía real y plantearlo como un sistema para pagar menos impuestos. Nosotros queremos un régimen de promoción que busque objetivos de política productiva: más empleos, más exportaciones. Es también el tema de la percepción?
¿Cuál? El reclamo tenía que ver con que se derogó en enero y pasó todo el año, aun con pandemia, y se trataron otras leyes y no esta.
El proyecto está muy cerca de aprobarse. Lo de la percepción lo digo porque quizás sale en los diarios: Marcos Galperin se va a vivir a Uruguay, que es una decisión personal, pero Mercado Libre este año triplicó su facturación y creó mil puestos de trabajo y está invirtiendo en centros de logística, más innovación. ¿Y cuál es la noticia relevante? Si tuviéramos mil empresas que creen mil empleos? Pero la noticia no es esa, sino que se enfatiza que Galperin se va a Uruguay, que está en todo su derecho, le gustará más el Parque Rodó que el Parque Lezama, pero su empresa crece e invierte en Argentina. Eso es lo importante, y a veces se alimentan con noticias falsas.
¿Por ejemplo?
Hace dos semanas se anunció que Glovo se va de Argentina, y resultó que se iba de toda América Latina por vender su operación. O Burger King, Starbucks, Coca Cola, Fernet Blanca? Se falsean noticias y otras se exageran.
Y hay otras empresas que efectivamente sí se van
Bueno, por ejemplo Latam u otras aerolíneas atraviesan una crisis fenomenal del sector y reestructuran sus negocios.
Pero Latam cierra su operación aquí, no en otros países. Más allá de ese caso puntual, ¿no percibe un éxodo de empresas de la Argentina?
No, no es que no lo percibo: no existe ese dato. Son cifras de la economía. Lo que hay son algunos casos de reestructuración de empresas globales debido a la crisis. Así como algunas deciden irse, hay otras que deciden venir. Una multinacional de Chile dejará su operación allá y se radicará en Argentina, nadie diría que hay un éxodo de empresas chilenas. Hay que analizar toda la información en su conjunto. Argentina recibirá muchas inversiones tras dos crisis enormes: la generada por el gobierno anterior, en el que cerraron 25.000 pymes, y la de la pandemia.
¿Cómo convencerá el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández a los inversores extranjeros? ¿Por qué venir a la Argentina hoy?
Primero va a tomar toda la etapa de recuperación, con un mercado interno que va a volver a crecer y un gobierno que prioriza la exportación. Y luego muchas cosas sectoriales: una ley de promoción con buenos beneficios para la economía del conocimiento y un sistema educativo que impulsará ese crecimiento.
¿Y cuando los inversores le pregunten sobre el riesgo de no poder llevarse las utilidades?
Son planteos comprensibles. Pero no van a existir más esas restricciones, son coyunturales y se van a ir relajando. No estamos enamorados del cepo, no nos parece una buena herramienta. Tampoco la ingenua liberalización de Macri, que nos llevó al desastre. Apuntamos a un camino intermedio que nos permita ir flexibilizando las restricciones en la medida que sea posible.
¿Cuándo? ¿Se anima a imaginar plazos conservadores para esta normalización?
No me gusta hacer ese tipo de pronósticos, porque me gusta trabajar con escenarios y datos.
¿Pero no es clave marcar un rumbo claro? Suele criticar del gobierno anterior que por el solo hecho de anunciar un plan lloverían inversiones, como si al anunciarlo ya se materializara gracias a la confianza. Pero entre ese escenario y el presidente que afirma que no cree en los planes económicos, ¿los inversores no esperan algo en el medio que les genere mayor certidumbre a mediano plazo?
En lo que no creemos es en la idea de que hay una conducción económica que se ve a sí misma muy confiable o muy amigable con los mercados financieros y que por trazar proyecciones macroeconómicas y generar credibilidad esto se cumpla per se; bueno, esto fue un fracaso no ahora, siempre. Lean Argentina en crecimiento y comparen las proyecciones que hacía Cavallo en el año 1991 con lo que ocurrió en la década completa, todo en sentido contrario.
¿Entonces es imposible ofrecer un plan de largo plazo?
Sí se puede marcar un rumbo a largo plazo. Pero en ese punto hay que ser cuidadosos: la Argentina lamentablemente no tiene la estabilidad de los países desarrollados, que pueden darse el lujo de proyectar a largo plazo con la confianza que da esa estabilidad. En segundo lugar, este mundo es distinto, de pandemia, de guerras comerciales, no es el de la globalización de los noventa o de principios del dos mil. Es un mundo de malestar y tensión en la globalización a la que se suma el Coronavirus.
Y la conocida inestabilidad argentina...
Que brinda oportunidades. Queremos ofrecer una visión de largo plazo, qué tipo de país queremos desde lo productivo. Pero también dar pasos cortos, que permitan generar confianza, y mostrar señales a los inversores.