Las necesidades de alimentar el engrosado déficit público, impulsado a niveles extraordinarios en el 2020 producto de la asistencia estatal que se dirigió a paliar los efectos del aislamiento dispuesto con la llegada del Covid-19, un poco más controlados en 2021 aunque con las limitaciones que siempre impone un año electoral, vuelven a colocar al entramado impositivo en el centro de la escena.
¿Se animará el Gobierno a repetir por un segundo año el Aporte Solidario, más coloquialmente conocido como Impuesto a la Riqueza o a las Grandes Fortunas? Establecido oficialmente por una única vez para este año, el temor de una nueva reedición late en algún papel de esos escritorios de los ejecutivos, en especial sabiendo que el Gobierno no tiembla ante la opción de aplicar mayor presión fiscal.
Sin certeza absoluta, los tributaristas descreen que intenten imponer una segunda vuelta de un impuesto tan polémico que hasta llegó a la Justicia de la mano de reconocidos personajes como fueron los casos de Gabriel Batistuta o Juan Román Riquelme y de muchos otros que no tienen reconocimiento público.
¿Se va a pagar más de impuestos? La respuesta es un rotundo sí. ¿Se van a pagar más impuestos? Acá la respuesta es menos contundente, aunque los expertos le reconocen al Gobierno una creatividad extrema con el fin de recaudar.
En el posible escenario de crear algún nuevo tributo volvió a escena uno que no es nuevo pero que hasta ahora no salió al campo: el Impuesto a la Vivienda Ociosa, cuya aplicación confrontaría con la voluntad de fomentar un sector que es generador de mano de obra y dinamizador de otras industrias.
Los tributaristas advierten que la voracidad recaudatoria buscará aferrarse a la idea de que tienen que pagar más los que más tienen para ayudar a los más necesitados. Un himno para el oficialismo, lo que posiciona a Bienes Personales en un lugar estratégico.
En la mira
Hay coincidencia: el Gobierno va a ir por el lado de Bienes Personales. Algunos aseguran que será general, mientras que otros sugieren que solo apuntará a los bienes que tienen recursos en el exterior, como una justificación de que verdaderamente se apunta a los que más tienen. Incluso sugieren que se usará como una especie de escarmiento político y se pondrá la mira en los que registraron ingresos con el último blanqueo que se realizó en el Gobierno de Mauricio Macri, para que se asocie el castigo con la fuerza política opositora.
Sin embargo, la posibilidad de aumentar las alícuotas dependerá de la suerte que corra en las elecciones generales de medio término. Si avanza en el quorum propio, el envío de este tipo de propuestas tendrá vía libre; si no, dependerá de la gimnasia en conseguir alianzas que le permitan introducir estos cambios.
“Estimo que se buscará un incremento progresivo. Hoy, una persona que tiene bienes en el país por sobre $ 18 millones paga el 1,25%. Establecerán nuevas escalas pudiéndolo llevar al 2,5% o 3%. Es mucho porque el que paga Bienes Personales ya pagó Ganancias”, asegura Sebastián Domínguez, socio de SDC Asesores Tributarios.
Así, Domínguez ejemplifica: “Suponiendo que una inversión obtiene una rentabilidad media del 5% anual, Bienes Personales se terminará llevando la mitad de lo que genera. Pero a veces las utilidades son menores al 5% y entonces quizá pague de Bienes Personales lo mismo que gana o incluso más. Ahí el impuesto puede volverse confiscatorio”.
En tanto, para los que tienen bienes en el extranjero, el 2,25% de las alícuotas más altas por los bienes en el exterior posiblemente pase al 5% o 6%. “Hay una especie de penalidad al que tiene plata y en especial si la tiene afuera del país”, asevera Domínguez, y agrega que por ello hoy “hay gente que quiere volver a tener esos fondos sin declarar. 'Me los quiero gastar', plantean en la consulta, porque no están dispuestos a esta presión. Los blanquearon pensando en otra Argentina”. Según el experto, crecen las consultas para buscar alternativas para adelantar herencias, lo que implica el pago del tributo pero a escalas menores, o constituyen trusts irrevocables.
La destrucción de la progresividad
Claro está que el ajuste en Bienes Personales no alcanza a compensar la falta de ingresos que se obtuvo este año a partir del Aporte Solidario, que fue de unos US$ 2.400 millones, pero buena parte de esa diferencia reconocen que ya fue compensada con el de Ganancias a empresas. “El ajuste de Ganancias para sociedades va a compensar parte de ese ingreso que no estará en 2022”, admite Mariano Echegaray Ferrer, socio de Echegaray Ferrer Consultores, quien apunta que la modificación que se hizo comenzará a darle frutos, o más bien recursos, al Estado el año próximo.
“Con las nuevas escalas van a obtener fuertes ganancias. La nueva ley incluyó una estructura de alícuotas marginales escalonadas: un primer escalón del 25% para ganancias netas acumuladas de hasta $ 5 millones; el segundo, del 30%, para más de $ 5 millones y hasta $ 50 millones; y el último, del 35% para empresas que superen los $ 50 millones. En cuanto a los dividendos distribuidos, se pagará en todos los casos la alícuota del 7%”, apunta el especialista.
Bienes personales es uno de los impuestos con chanes de sufrir modificaciones.
Un aspecto que destaca Ferrer es la fecha de cierre del ejercicio: un 60% de las empresas lo tienen entre enero y noviembre. “¿Por qué es importante la fecha de cierre?”, pregunta el experto, e inmediatamente responde: “Por la incidencia de la actualización de la escala, que se basa en el Índice de Precios, tomando como parámetro la inflación de octubre a octubre de cada año, siendo los nuevos valores utilizados a partir del 1° de enero de cada ejercicio”.
Esto implica según el experto que “puede haber casos en los que, desde que se realiza el ajuste de escala hasta que cierra el ejercicio, puede pasar un período de hasta 25 meses, como es el caso de los cierres de noviembre”.
“Este es un tema fundamental, porque en un país con altos niveles de inflación, el desfasaje entre el ajuste y la aplicación de la escala genera la destrucción de la progresividad”, sentencia. Por ello la frase del expresidente Mauricio Macri respecto de la necesidad de evadir para obtener ganancias reflejó parte del pensamiento de los empresarios argentinos.
“Hoy el empresario, en la mayoría de los casos, sale hecho si paga todos los impuestos o incluso pierde plata”, explica Echegaray Ferrer, y completa: “Los empresarios que ganan dinero pertenecen a sectores diferenciales. No es la economía urbana. Hoy ganan plata los que están vinculados a la obra pública. Los sectores industriales están condicionadísimos porque, para colocar su producción y venderla, tienen que bajar el margen”.
“Los costos financieros se encarecen, y tener saldos inmovilizados que antes servían para pagar impuestos hoy se degradan al menos en un 50% por efecto de la inflación”, precisa y aclara: “La que más lo sufre es la pequeña y la mediana empresa. La grande ya tiene una demanda cautiva, y los que son eficientes en la administración de su costo son los que están ganando plata. No es el caso de una pyme”.
Los mismos impuestos que distorsionan son los principales en la recaudación: IVA, Ganancias, Seguridad Social e Ingresos Brutos concentran el 70% de la recaudación. Para Domínguez también podría llegar a intentarse en 2022, siempre suponiendo que se cuenta con aval político, un incremento en Ingresos Brutos y en las tasas municipales. El problema, en estos casos, se traslada a costos ?o sea, lo termina pagando el consumidor? y por ende a inflación, el otro gran fantasma del 2022.