Si hay un sector en que Argentina juegue, realmente, en las grandes ligas, sin dudas es la agroindustria y toda su cadena de valor. Por condiciones propias del campo, por la tecnología que se aplica, las millonarias inversiones movilizadas cada año y hasta por innovaciones como la siembra directa, que en Argentina se implementa hace más de 30 años y el mundo desarrollado recién está descubriendo.
En ese contexto, la sede local de Syngenta, una multinacional dedicada a la producción de insumos, semillas y agroquímicos, tiene una posición privilegiada en su vínculo con la casa matriz. En una compañía con presencia en más de 100 países, Argentina está en el podio de los mercados más grandes, junto a Brasil y Estados Unidos.
En los últimos 5 o 6 años, todos los productos que lanzó Syngenta en el mundo los lanzó primero en Argentina, asegura Marcos Bradley, Director General de Syngenta para Latinoamérica Sur, durante un diálogo exclusivo con Forbes Argentina. Y explica que, en un mundo desafiante para la seguridad alimentaria, la sustentabilidad hoy es parte del negocio de la compañía.
¿Cuál es la foto hoy del mercado global de alimentos?
Hay un contexto mundial en el que la seguridad alimentaria es, cada vez más un tema de agenda internacional. Era algo que no nos preocupaba mucho, pero con la guerra de Ucrania se volvió a pensar que, en verdad, esto era importante. Países como Argentina y Latinoamérica en general tienen esta ubicación geográfica, lejos de los grandes conflictos y un perfil netamente productor de alimentos, que nos ayuda mucho en este contexto a ser proveedores confiables de largo plazo.
¿Dónde está Syngenta en este escenario?
Syngenta es una empresa mundial, está en 100 países y Argentina es el tercer país más grande para Syngenta, detrás de Brasil y Estados Unidos. Así que la relevancia de Argentina como mercado para Syngenta es enorme, por el foco que tenemos, la capacidad instalada y la calidad de la gente y recursos. Como tenemos accionistas chinos, en Argentina hay programas de exportación directa a China, que claramente tiene la preocupación de su seguridad alimentaria. Son casi 1.500 millones de personas que necesitan consumir alimentos importados, porque su producción interna no alcanza para todos. En ese contexto, Argentina está muy bien ubicada en el mundo y tiene un potencial enorme como productor de commodities, que son transformados.
¿Está cambiando la forma de producir alimentos?
La mirada del mercado es que el mundo no solo va a demandar más alimentos, también va a demandar más calidad de los alimentos, pero hay algo que cambió muchísimo en los últimos años y es que ahora importa cada vez más, cómo se producen esos alimentos y dónde se producen. No sólo la Unión Europea, también China y otros mercados se están poniendo más sofisticados en pedir certificados de origen, certificados de libre deforestación, buenas prácticas agrícolas y un montón de certificaciones.
Tenemos 35 años de siembra directa, de buenas prácticas, hay muchas cosas, pero estamos más atrasados en demostrarlo, en tener la trazabilidad, los procesos y en tener la capacidad de probarlo. El mercado es cada vez más complejo, vamos a tener que producir más alimentos, con menos recursos, en la misma tierra, cumpliendo con un montón de certificaciones.
¿Eso se enlaza con los planes de sustentabilidad?
Sí. Antes en la compañía había un equipo que hacía sustentabilidad, teníamos nuestras prioridades y se invertía plata, pero estaba aparte del negocio. Hoy las prioridades de sustentabilidad están dentro del negocio. Incorporamos que nuestras operaciones tienen que ser sustentables, nuestras fábricas, transporte, equipos, oficinas, todo tiene que ser sustentable y tenemos que empezar a medir y reducir la huella de carbono de nuestra operación, además de la seguridad, el bienestar, la salud, etcétera.
Lo que buscamos al lanzar un producto nuevo es que se use menos producto que lo que se usa hoy. Por ejemplo, hace unos años lanzamos en Argentina una molécula nueva de insecticida que se llama Virantra, un insecticida de banda verde, la categorización más segura posible para un agroquímico. Es de amplio espectro, o sea, con un producto controlas múltiples plagas; y tiene alto poder residual, lo aplicas una vez y dura mucho en el cultivo.
¿Hoy se mide en Argentina la huella de carbono?
Es incipiente, pero es una primera base. Tenés que medir tu huella de carbono para después trabajar en bajarla. Hicimos un trabajo muy bueno y muy serio con Aapresid, que es simplemente medir. No salimos a prometer bonos, beneficios económicos, nada. Dijimos vamos a medir cuánto carbono hay en los suelos y cuánto carbono podría haber, el actual y el potencial. Hay una brecha enorme y si lleváramos la capacidad potencial de los suelos agrícolas argentinos al 50% del potencial, podríamos capturar casi todas las emisiones que se hacen en la agricultura en Argentina.
¿Cuáles son los principales programas de Syngenta y el plan de inversiones para 2024?
Hoy tenemos las prioridades de sustentabilidad, trabajar en el suelo y en lo que se llama agricultura regenerativa; medir nuestra propia sustentabilidad en las emisiones; seguir capacitando gente en buenas prácticas agrícolas; y producir más alimentos con menos recursos. Invertimos muchísimo en investigación, en desarrollo de productos y en tecnologías, y le vamos agregando estos matices de sustentabilidad.
¿Y hay un número global de inversión anual?
Syngenta invierte más de 2.000 millones de dólares en investigación en el mundo, Argentina es una parte de eso. Usamos mucho la investigación y desarrollo de los laboratorios de Syngenta en el mundo, para traer acá.
Y logramos que los lanzamientos mundiales de las nuevas tecnologías de Syngenta sean en Argentina. Los últimos 5 o 6 años, todos los productos que lanzó Syngenta en el mundo los lanzó primero en el país. Eso es apalancar inversión y tecnología mundial acá, porque los últimos años de desarrollo se hacen en Argentina, se testea, se prueba con los productores locales y ellos son los primeros en tener la tecnología disponible. Varios años después viene Brasil y el resto del mundo.
¿Por qué Argentina es elegida por la casa matriz como primer mercado?
Es un mercado lo suficientemente grande para Syngenta como para ser significativo, somos el tercer negocio en escala en el mundo.
Pero hay otros dos mercados más grandes y no van allá.
El sistema regulatorio de Argentina es bastante ágil y científico, y funciona mucho mejor, por ejemplo, que el sistema brasileño.
¿Se refiere a las aprobaciones?
Sí, a las aprobaciones del Senasa. La regulación de los productos y los sistemas de aprobación funcionan muy bien en Argentina. Syngenta lo va testeando en distintos lugares del mundo y logra el lanzamiento comercial antes en Argentina, la escala es más rápida y el productor argentino captura esos primeros años de ventaja.
Más allá del potencial productivo la macroeconomía argentina siempre genera dudas. ¿Qué preguntan hoy desde la casa matriz?
Les preocupa lo mismo que a todos, la macroeconomía y la posibilidad de operar libremente, que si importas algo puedas ingresarlo. El tema es la estabilidad, te dicen 'bueno ahora funciona, pero no sé en el futuro, porque la experiencia en Argentina es que cada 10 años esto se rompe'.
En eso cuesta, pero en el sector y en Syngenta en particular tenemos a favor, que esto es tan importante para la compañía que nunca la conversación es 'nos quedamos o nos vamos'. Lo que Syngenta define es la intensidad con la que está, pero Argentina es el tercer país más grande para la compañía y va a seguir estando acá.
Syngenta presentó hace unos meses un insecticida contra la chicharrita. ¿En qué punto ese producto?
Lanzamos este insecticida nuevo que se llama Verdavis. La chicharrita del maíz es una plaga endémica del sur de Brasil, está en Paraguay y en los mercados tropicales, en el norte de Argentina ya la conocían. Lo que cambió este año es que bajó a la zona pampeana. Es una plaga nueva y nosotros teníamos el registro de ese producto, todo el trabajo hecho y viendo si lo lanzábamos o no. Cuando apareció este problema, hubo un trabajo de coordinación muy bueno con Senasa, la Secretaría de Agricultura y el equipo de Syngenta, porque entendieron la necesidad de que el producto se pudiera lanzar más rápido.
¿Ya tiene aprobación y está en el mercado?
El producto ya está en el mercado, tiene la aprobación y se va a usar, seguramente mucho este año. El problema es que, en el cultivo de maíz, con retenciones a las exportaciones (12%) y elevado costo de producción, si además le sumas el costo del control químico, es muy caro para el productor y los márgenes son complicados. En Brasil se siembra y se aplica siete veces o más para la chicharrita. En Argentina pensar en 7 u 8 aplicaciones de insecticidas en maíz es una utopía.