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Mucha gente pregunta si se puede invertir en criptomonedas reduciendo el riesgo, cuando en realidad el riesgo va implícito en la palabra inversión.

20 Marzo de 2022 14.14

El interés por las criptomonedas ha crecido mucho en los dos últimos años, y ya no son sólo pequeños inversores, sino grandes firmas institucionales las que han considerado estratégico invertir en este sector.

¿Por qué? Es probable que la política expansiva de los bancos centrales para tratar de paliar los efectos de la pandemia haya colaborado. Por ejemplo, un tercio de los dólares que hay en circulación se ha impreso en este periodo y empezamos a ver las consecuencias de ello ahora.

(Pixabay)

Las criptomonedas, encabezadas por bitcoin que nació hace ya 13 años como respuesta a la crisis financiera de entonces, están tomando más fuerza como activo refugio o como un modo más de diversificar carteras de inversión.

Mucha gente pregunta si se puede invertir en criptomonedas reduciendo el riesgo, cuando en realidad el riesgo va implícito en la palabra inversión. Rentabilidad y riesgo son un binomio inseparable asociado a todo lo que sea invertir, por lo que cualquier inversión siempre va a tener un riesgo, mayor o menor, pero lo va a tener.

El riesgo va generalmente relacionado con la volatilidad, por lo que, a mayor volatilidad, mayor riesgo. Y las criptomonedas son volátiles, desde luego. Entonces, ¿es posible invertir en criptomonedas sin volatilidad? Sí, con las llamadas stablecoins, criptomonedas cuyo valor va ligado a un activo “estable”, generalmente el dólar.

A diferencia del dinero tradicional que tenemos en bancos, donde la rentabilidad es prácticamente cero si es que tienes la suerte de que no te cobren por tenerlo allí, las criptomonedas estables sí pueden ponerse a “trabajar” en protocolos informáticos de finanzas descentralizadas o en plataformas centralizadas en los que se pueden obtener rentabilidades de hasta dos dígitos.

¿Entonces puedo invertir en criptomonedas sin riesgo? No, es posible invertir en criptomonedas sin volatilidad, pero existen otros riesgos. Estamos hablando de tecnología, por lo que, como siempre, no recomendamos invertir en algo que no se comprenda y, si se hace, siempre en pequeñas cantidades que uno pueda permitirse perder.

En primer lugar, para poder operar directamente con un protocolo de finanzas descentralizadas, hay que tener unos conocimientos básicos como saber gestionar un wallet y la custodia de los fondos o conocer la blockchain en la que se va a transaccionar y cómo funcionan sus comisiones.

También siempre hay que tener presente el riesgo de la propia criptomoneda estable si se diera el caso de que dejara de serlo, es decir, que perdiera su paridad con el dólar o con el activo con el que vaya correlacionada.

Operar con un protocolo informático en sí ya es un riesgo, porque puede ser hackeado o haber un error en la programación que haga que los fondos se pierdan. Desde luego que existen protocolos muy sólidos, extensamente auditados, que llevan años funcionando sin ningún problema y con unos volúmenes y una liquidez que envidiarían muchos mercados tradicionales, y precisamente estas son las cualidades que debemos tener en cuenta.

Lo que no es recomendable es dejarse llevar por cantos de sirena de rentabilidades desproporcionadas de nuevos protocolos que no cuentan con las características mencionadas anteriormente.

Con la caída del Bitcoin, las stablecoins se benefician

En el caso de decantarse por emplear servicios de un tercero, como una empresa o plataforma online, algunos riesgos permanecen, otros desaparecen, pero surgen otros nuevos. Los conocimientos más técnicos ya no son necesarios porque otro lo hace por nosotros, los riesgos inherentes a la paridad continúan y el riesgo del protocolo desaparece, pero se traslada a la plataforma o empresa.

Ahora es la plataforma o empresa la que puede desaparecer con tus fondos, o la que puede ser hackeada o sufrir un robo incluso desde dentro por quienes tengan acceso a esos fondos. De nuevo, hay que recurrir al sentido común, acudir a plataformas o empresas reputadas, con años de experiencia, auditadas, aseguradas y con personal calificado.

*Nota publicada en Forbes España

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