En esta época electoral, caracterizada por una alta inestabilidad económica, financiera y cambiaria, miles de ahorristas buscan desesperadamente desprenderse de sus pesos y pasarse a dólares para proteger el poder adquisitivo, y está bien.
Sin embargo, es muy importante tener en cuenta que no todas las formas de dolarizarse conllevan los mismos riesgos: no es lo mismo comprar dólar MEP para luego retirar el capital hacia una cuenta bancaria que colocar los pesos en Cedears y obligaciones negociables y mantenerlos ahí.
Los riesgos implícitos de los activos financieros
Al mantener el capital en activos financieros, es esencial entender que estamos asumiendo el “riesgo precio”, que no es más que la posibilidad de que sus cotizaciones en el mercado secundario fluctúen, haciendo que, al momento de la venta, se obtengan menos dólares que al inicio.
Si bien los bonos corporativos son de renta fija y los Cedears son de renta variable, en ambos casos los precios varían día tras día, lo único que cambia es la volatilidad, la “fuerza” con la que esto sucede.
Al representar porciones de acciones del exterior, los Cedears pueden caer tanto en pesos como en dólares por medidas que tomó la empresa subyacente, por factores microeconómicos que afectan a su industria y un largo etcétera.
En tanto, las obligaciones negociables es posible que caigan de precio por algún anuncio de reestructuración de pagos del emisor o cierto cambio en su calificación crediticia, por ejemplo.
Si compramos dólar MEP por, digamos, US$ 100 y lo transferimos a nuestra cuenta bancaria, siempre tendremos US$ 100. En cambio, si colocamos dinero en Cedears u ONs por US$ 100, puede pasar que al cabo de los días, semanas o meses ese total se mantenga en US$ 100 o se transforme en US$ 110 o US$ 90, por ejemplo.
En épocas de baja volatilidad, el capital suele mantenerse estable, pero nadie sabe qué sucederá en el futuro, por lo que es importante entender los riesgos antes de optar por dolarizarse mediante Cedears o bonos corporativos.