Hace doce meses, cuando el gobierno de Javier Milei daba sus primeros pasos, el consenso de los analistas económicos y del mercado era que si bien se esperaba un ajuste de las cuentas públicas y un esfuerzo por poner en caja a la inflación, el proceso no iba a ser ni fácil ni lineal.
Se proyectaba un dólar que podía, con toda facilidad, escalar hasta los $2000, una caída de la actividad con piso de 5%, disparada del desempleo y de la pobreza y una inflación que, tras la devaluación inicial, treparía hasta más de 300% anual para volver luego a niveles cercanos a 200% hacia fin de 2024.
Ese escenario catastrófico finalmente no aconteció. En gran medida, por la convicción del Gobierno en que el camino virtuoso era mantener a raya el programa de ajuste fiscal, la emisión cero y el desarme de los pasivos del Banco Central.
También se puso énfasis en la política de crawling peg al 2% mensual (deslizamiento gradual y controlada del valor del peso), y el cumplimiento de los compromisos de deuda, en especial con el Fondo Monetario Internacional, el principal acreedor de la Argentina.
Más allá de los logros de este año que termina, entre los que destaca sin dudas, la baja consistente de la inflación hasta converger a una banda que va de 2,4 a 3% mensual en el último trimestre del año y un 120% anual, lo cierto es que el panorama de cara a 2025 muestra un escenario algo más despejado que hace un año, pero aún con importantes desafíos.
Mirada experta
El economista Jorge Vasconcelos, Investigador Jefe del Ieral de la Fundación Mediterránea, a cargo del área de Macroeconomía y Coyuntura económica entre Argentina y Brasil, considera que la baja de la inflación fue clave para fortalecer la confianza de la gente en el Gobierno y en el programa.
En un reciente informe del Ieral, titulado "La confianza, muy por delante del éxito de las reformas", Vasconcelos asegura que la paradoja actual "está en que bajar la inflación descorre velos y nuevos desafíos quedan a la vista".
Menciona la urgencia de las empresas por ganar en competitividad, mientras que, para la población, "la estabilidad pasa a ser un 'derecho adquirido' y afloran nuevas demandas; calidad de vida, servicios públicos, entre otros".
"Bajando la inflación, los cimientos son más firmes, pero la agenda oficial se amplía", sostiene el economista del Ieral. Y aclara que para no defraudar el crédito que se logró en base la reconstrucción de la confianza, "es crucial el empalme exitoso con el futuro, evitando que instrumentos útiles para la estabilidad sean perjudiciales para objetivos de largo plazo, vinculados con la inversión y la productividad".
El primer desafío importante del año, sin dudas, vendrá del frente externo, y tiene que ver con el desembarco de Donald Trump en la Casa Blanca en su segundo mandato que se inicia el próximo 20 de enero. Desaceleración del ritmo de baja de la tasa de interés, dólar fuerte y política proteccionista vía aranceles de importación, ya pueden verse en el horizonte cercano.
Otros dos factores externos, amenazan la estabilidad lograda hasta el momento. Los desafíos que presenta Brasil a partir de la desestabilización de la macro en el principal socio comercial y el "real ultradevaluado", sostiene Vasconcelos.
Una soga del FMI
En este contexto, el gobierno negocia un nuevo acuerdo con el FMI, que incluiría fondos frescos a las reservas del Banco Central, que podrían llegar hasta 20.000 millones de dólares.
"El trámite es complejo, debido al elevado endeudamiento ya existente (44 mil millones) y las señales que trasciendan alimentarán conjeturas sobre la fecha de salida del cepo, y también sobre las características del nuevo régimen monetario-cambiario, un tema que debería estar en la agenda de negociaciones", precisa Vasconcelos.
Para Lorenzo Sigaut Gravina, director de Análisis Macroeconómico en la consultora Equilibra, las dos variables cruciales del próximo año son qué va a pasar con el cepo y con el tipo de cambio, que en cierta forma están relacionadas.
"El que puso fecha para el levantamiento del cepo fue el propio Gobierno y dijo que va a hacerlo en 2025", afirmó Sigaut Gravina. Pero a renglón seguido, recuerda que éste es un tema que tiene vasos comunicantes con el acuerdo que ya se está negociando con el FMI y con la habitual incertidumbre que crece en tiempos electorales.
"El 2025 es un año electoral. Si entrás en la segunda parte del año y no sacaste el cepo va a haber dudas a nivel cambiario", explicó el economista. En cuanto al Fondo, la negociación ya está en curso y con ello el Gobierno busca anticiparse y "blindar" las reservas con un nuevo desembolso de fondos frescos para hacer frente al levantamiento del cepo.
Desarmar el cepo
"Menos de US$ 5000 millones no hace mella", sostiene Sigaut Gravina, y afirma que el Fondo "te daría ese dinero para (dejar) flotar el peso y el Gobierno lo usaría para salir del cepo".
Pero no todo es tan lineal. "Sin cepo cambiario, necesitás un tipo de cambio más alto", destaca Sigaut Gravina. Y eso en Argentina se traduce como pass through o traslado a precios, o más simplemente, inflación.
Por su parte, Ricardo Delgado, economista y titular de la consultora Analytica, sostiene que observando las perspectivas 2025 "lo central es la evolución de la negociación del nuevo acuerdo con el FMI". En su opinión, eso determina que luego se pueda avanzar en la unificación cambiaria y el levantamiento del cepo.
Consultado sobre la amplitud que tendría esta última medida, Delgado consideró que el Gobierno "no está en condiciones de levantar el cepo a lo Macri", que al hacerlo tenía una brecha cambiaria menor al 5%. Tras ubicarse hace algunas semanas en 1,5%, hoy la brecha volvió a crecer y llega al 17,5%.
En este contexto, la estrategia deseable es que el Gobierno avance por etapas en el levantamiento del cepo, primero liberando el acceso a dólares oficiales para pagar importaciones y luego para girar dividendos y utilidades, señala Delgado.
Un dato a destacar es que "40% del crecimiento del tercer trimestre del año se explica porque apareció el crédito", subrayó el titular de Analytica, abarcando créditos personales, para consumo, préstamos a empresas, prendarios y hasta hipotecarios que actualizan a través de UVA.
Y observa un dato que puede incidir en el éxito electoral del Gobierno. "En 2025 la economía va a crecer en torno a 3,5%, después de caer 2% este año", pronosticó Delgado. Pero alertó que eso será así "siempre que el Gobierno mantenga el equilibrio fiscal", porque "las fragilidades de la economía argentina se mantienen".