Los interrogantes que marcarán el camino del inversor argentino este año
El acuerdo con el FMI despeja incógnitas, pero no resuelve el problema de fondo. Inflación, reservas, evolución del tipo de cambio y cumplimiento de lo acordado son los temas que los analistas ponen en el centro de la escena para definir estrategias.

Más complejo que lo que ningún analista pudo haber proyectado, más volátil que lo que muchísimos inversores pueden (o quieren) soportar. Invertir (con éxito) en 2022 claramente no es un juego de niños ni un deporte para principiantes. El mundo está pendiente de una guerra que se libra lejos, pero cuyas consecuencias pegan de cerca a todos. Y, mientras el mundo mira atónito el conflicto armado entre Rusia y Ucrania, el país tiene sus propios “monstruos” internos a los cuales dar batalla. En medio de un clima internacional enrarecido, la Argentina espera contrarreloj cerrar un acuerdo con el FMI que se dilató más de lo deseable.

“El 2022 va a ser un año de grandes desafíos para la Argentina, donde el acuerdo con el FMI se ubicará en el centro de la escena. Nuestro país tiene vencimientos abultados con los organismos internacionales, más de US$ 19.000 millones en 2022, equivalentes a cerca del 5% del PBI, y necesita despejar su horizonte de corto plazo para dar mayor previsibilidad macroeconómica y anclar expectativas -arranca Rodrigo Park, economista jefe de Santander Argentina-. De cerrarse un acuerdo, entendemos que los ojos del mercado se posarán en el cumplimiento de los objetivos trimestrales acordados con el FMI, que son esencialmente tres: el sendero del déficit fiscal, el financiamiento monetario del BCRA de dicho déficit y la evolución de las reservas, por el impacto que estas variables pueden tener sobre la tasa de inflación y los tipos de cambio”, agrega.

especial inversiones - marzo 2022 - rodrigo park (1)

En igual sentido va Francisco Mattig, portfolio manager de Consultatio Asset Management: “Si se cierra el acuerdo, el driver principal de la economía argentina es justamente el grado de cumplimiento. Es muy importante no alejarse mucho de la meta de 2,5% de déficit primario, y será clave el tema tarifas. La performance de las reservas también es algo a tener en cuenta: Argentina debe lograr terminar un año calendario con más reservas netas de las que tenía cuando comenzó”. Y añade: “Si se demora, el panorama no es muy alentador, ya que Argentina pasaría los meses más importantes del año, los de la liquidación de su cosecha gruesa, envuelta en una incertidumbre muy grande”.

Con los ojos puestos en el acuerdo, Juan Manuel Franco, economista del Grupo SBS, hace foco en el día después: “El mercado estará monitoreando las metas finales consensuadas, pero sobre todo la capacidad de Argentina de poder cumplir con lo acordado. El escenario más optimista sería el de metas cumplibles con el gobierno anunciando medidas para comenzar a corregir los desequilibrios de la macro de una forma que el mercado perciba que puede sostenerse durante años”.

El consenso es que el tipo de cambio terminaría el año en el orden de $ 160. La inflación, en cambio, podría ser de entre 55% y 60%.

Mariano Galarraga, gerente de Banca Privada de Banco Galicia, va en el mismo sentido: “Habrá que prestar atención a la letra chica para determinar las palancas que moverá el Gobierno para alcanzar las metas propuestas y evaluar la factibilidad de cumplimiento. La clave estará en monitorear la evolución de las cuentas públicas y la capacidad de financiamiento, dada la mayor restricción a la asistencia del BCRA al Tesoro. Además, habrá que prestar atención a la capacidad de acumulación de reservas por parte del BCRA”.

Martín Guzmán y Kristalina Gerogieva.

Para pintar el contexto, Pedro Siaba Serrate, economista de PPI, hace un poco de historia. “No vamos a devaluar”, recuerda que decía el ministro de Economía, Martín Guzmán, en octubre de 2020 en referencia al año electoral que se avecinaba. “La mayor parte del mercado, que seguía atentamente la escasez de dólares del BCRA, desconfiaba de la factibilidad de ese objetivo. No obstante, una cosecha beneficiada por precios de commodities récord, la primera distribución de DEG del FMI desde 2009 y el impuesto extraordinario a las grandes fortunas le permitieron al ministro salirse con la suya en 2021. No fue gratis. El tipo de cambio oficial apenas subió 22,1% en el año, mientras la inflación galopó al 50,9%. Ergo, el experimento resultó en un fuerte atraso del tipo de cambio real (-17,9%) con sus respectivas consecuencias sobre todas las variables de la economía”, resume Siaba Serrate.

Una de las consecuencias más visibles de ese atraso cambiario es la caída de las reservas netas del BCRA que, según el tipo de método que se aplique para medirlas, están en terreno negativo por primera vez desde principios de 2016. Otras cuentas arrojan números positivos, pero magros. “Cualquiera entendería que este año -sin la presión política de elecciones de por medio- el equipo económico se volcaría a sincerar parcialmente el tipo de cambio oficial y apostar a comprimir la brecha cambiaria. Pero los mensajes desde el Ministerio de Economía y el BCRA apuntan a evitar esa corrección”, plantea Siaba Serrate.

Banco Central.

Por ahora, el único movimiento que se ve claro es la aceleración de la tasa de devaluación para moverse este año más cerca de la inflación que se proyecta en 55% de acuerdo con los datos del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que publica mensualmente el BCRA. A esta herramienta se le sumó una suba de las tasas de interés de referencia que intentarán contener la demanda de dólares, aunque en términos reales siguen siendo negativas.

Juan Carlos Barboza, economista Jefe de Itaú Argentina, analiza los dos escenarios posibles. “Si hay acuerdo con el FMI, el foco estará en la ejecución del programa, particularmente considerando las divisiones en la coalición gobernante y los bajos índices de aprobación de la administración. La ratificación de Guzmán del aumento de tarifas energéticas prevista para 2022 está reñida con la necesaria consolidación fiscal. El financiamiento del déficit fiscal (estimado en 4% del PBI, incluyendo el pago de intereses) es un desafío dada la reducción prevista del financiamiento monetario, el modesto mercado de capitales interno y la ausencia, por el momento, de financiamiento externo”. En cambio, una demora en el acuerdo podría generar una postergación en la recuperación de la credibilidad: “En ese caso, el crawling peg (devaluación gradual) puede ser insuficiente para reducir la brecha entre el contado con liquidación y el oficial, todavía alrededor de 100%, y para reforzar las reservas internacionales netas. En este escenario, el riesgo de incumplimiento de los préstamos del FMI y de los bonos externos aumentaría”.

Alberto Fernández en la apertura de sesiones en el Congreso

Perspectivas

¿Cuáles son las proyecciones y escenarios posibles con los que los analistas están evaluando cada movimiento? Hay consenso entre los economistas que participan del REM en que el tipo de cambio oficial terminaría el año en el orden de $ 160 -casi 57% por encima de 2021-, tasas de interés que suben muy gradualmente hasta tocar un máximo de 40,7% la Badlar (49,2% efectiva anual, debajo de la inflación) y una inflación del 55%. En este punto, la mayoría de los analistas consultados por Forbes ubican el aumento de precios al consumidor en torno al 60%.

Gustavo Martin, analista de Research de Balanz, sostiene que esperan un crecimiento del PBI del 2,9%: “No vemos señales claras de que el PBI pueda romper el nivel promedio de los últimos 10 años, y sin verdaderas reformas no habrá una dinámica de crecimiento diferente”.

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“La dinámica en 2022 estará marcada por los sectores que salieron más tarde de la crisis provocada por la pandemia y que todavía se están recuperando. No obstante, todavía existen problemas propios de cada sector, que tienen que ver con el aprovisionamiento de piezas y accesorios y de bienes de capital que en general son importados”, analiza Martín, de Balanz, y subraya: “Dado que esperamos que las importaciones sean de alguna manera una variable de ajuste en caso de que se necesite una mayor cantidad de dólares para acumular reservas, este tipo de restricciones puede tener impacto negativo sobre la actividad”.

Desde Itaú manejan un número similar. “El repunte de la economía a fines de 2021 superó las expectativas y dejó un alto arrastre estadístico para 2022 (2,9%). Esto, combinado con el escenario que vemos de precios de soja más altos, nos llevó a una revisión al alza de nuestro pronóstico de crecimiento a 2,5%”, apunta Barboza. La proyección de inflación la mantienen en 60% anual.

Juan Manuel Franco, economista de Grupo SBS, apunta en su análisis que “el contexto de precios internacionales de commodities favorece por el momento a Argentina y permitiría incluso una entrada de dólares del agro mayor que en 2021, pese al recorte en las estimaciones de la cosecha producto de condiciones climáticas. En materia de inflación, será incluso algo mayor que en 2021 producto del arrastre monetario de ese año, así como de precios relativos que irían recomponiéndose y un ancla cambiaria que dejaría de ser utilizada”.

Siaba Serrate, de PPI, hace foco en cuál es, según su análisis, “la apuesta” de tres pilares del Ministro de Economía para este año. “Primero, el acuerdo con el FMI. Segundo, los dólares de la cosecha, para lo cual es clave el clima. La sequía no sería tan grave o al menos Brasil no saldría ileso. La invasión rusa a Ucrania también juega a favor del país, porque este país representa el 16% de las exportaciones globales de maíz y el 12% de trigo. El aumento del gas licuado puede ser una complicación en medio de las disputas por los subsidios de energía y las tarifas con el FMI, pero el aumento de los precios de los granos en las puertas del inicio de la cosecha gruesa es una bendición para el Gobierno. Por último, no descartamos un fortalecimiento del cepo cuando la estacionalidad de liquidación del agro baje y la demanda de energía aumente, que vendría por el menor nivel de importaciones que sería muy nocivo para la actividad económica”.

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Soledad Tortarolo, gerente de Research Renta Fija de Allaria Ledesma, tiene una lectura más bien positiva y plantea un escenario base para 2022 de mejora a nivel local y un contexto internacional desafiante: “El acuerdo que está cerrando el Gobierno con el FMI ayudará a estabilizar la macro porque ataca los problemas fundamentales: reducción del financiamiento monetario, aumento del financiamiento de mercado en moneda doméstica vía aumento de tasas de interés reales, reducción del gasto público improductivo y acumulación de reservas”. Y advierte: “La mayor incertidumbre a futuro es 2023. Nos preguntamos si la necesidad política de ganar las elecciones se impondrá sobre la necesidad económica de seguir ordenando las cuentas. Recordemos el cambio entre el 1° y 2° semestre de 2021 respecto del financiamiento monetario, con un 1° semestre de ordenamiento fiscal sin recurrir al financiamiento monetario relevante, y un 2° semestre con emisión monetaria por 3,6% del PBI”.

La situación local, combinada con un escenario mundial incierto, obliga a armar una buena estrategia de inversión, mirando la Argentina, pero también tratando de escapar de su riesgo.