En enero la carne bovina tuvo, en promedio, un incremento del 19,2% en relación a diciembre pasado, en línea con la inflación del 20,6% que midió para ese mes el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
Sin embargo, al observar el recorrido de los precios durante los últimos doce meses se advierte por qué cada vez cuesta más ir a la carnicería, tras registrar un salto de 377,4% en la comparación con enero de 2023, versus una inflación de 254,2% en el mismo período.
Los datos fueron relevados por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) y dejan algunos datos más para el análisis. Con una mirada de corto plazo, se observa que mientras en enero la carne vacuna subió “apenas” 19,2%, el pollo trepó 26,7% y el pechito de cerdo, tomado como referencia de los cortes porcinos, el 30,5%.
A priori, punto para la vaca. Pero no todo es tan sencillo en el convulsionado mercado argentino. Es que la trepada de precios que traían los cortes bovinos tras el salto inflacionario de diciembre y enero, llevó a los consumidores a optar por carnes sustitutas más baratas. Mientras el precio promedio de los cortes vacunos es de $5.924 (con datos de enero), el pechito de cerdo marca $4.429 y el pollo $1.835 el kilo.
En este contexto, los cortes más cotizados ya se venden a valores cercanos o incluso por encima de los $8.000 el kilo, con el lomo, la estrella de las carnicerías, en $8.632 promedio; el peceto a $7.897 y la colita de cuadril $7.845.
Por supuesto, que hay cortes más baratos, pero de todas las formas el precio promedio de los 22 cortes vacunos relevados es de $5.924, lo que explica que una visita a la carnicería para la compra semanal de una familia tipo fácilmente ronda los $30.000.
Aumento en ciernes
Como fuere, lo cierto es que la carne viene mostrando en las heladeras de los comercios del ramo un fuerte salto, en un rally que, según los analistas seguirá al menos por unos meses.
“A partir de marzo o abril es posible que haya otro cimbronazo con los precios”, pronosticó el consultor del mercado ganadero Víctor Tonelli, en diálogo con Forbes Argentina.
Tonelli señala que la sequía de 2022/23 “generó una sobre liquidación de animales y, en consecuencia, sobreoferta de carne en el mercado interno”. La explicación es simple, sin pasturas por la sequía los animales se mandaban a faena con menos kilos de los habituales.
“El promedio de faena el año pasado fue de 226 kilos por cabeza, contra 232 kilos del 2022, son 6 kilos menos por 14,5 millones de cabezas faenadas en el año, unas 90.000 toneladas menos de carne”.
Miguel Schiariti, presidente de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados (CICCRA), destacó que durante los diez primeros meses de 2023 la ganadería sufrió mucho, con precios que se mantuvieron casi constantes, producto de una sobreoferta por falta de lluvias y pasto.
“La sequía obligó al productor ganadero a poner los animales en el corral y ahí el animal aumenta casi en la mitad de tiempo que lo hace en una recría a campo y después en corral”, explicó.
Pero esta tendencia de precios cambió a partir de mediados de noviembre, cuando hubo “una recuperación de precios con aumento fuerte del 40/45%”, dijo Schiariti.
El foco en las hembras
El punto es que todavía la oferta no se está recomponiendo. “Además de faenarse animales de consumo se faenaron 48% de vacas durante los últimos cinco meses, es decir hubo sobreabundancia de carne durante esos meses y ahora hay menos hembras”, indicó el especialista. En el mercado se considera que, para un rodeo en equilibrio entre producción y capacidad reproductiva, la faena de hembras no debe superar el 43/44%.
Adicionalmente, como hubo animales mal alimentados por falta de buenas pasturas y forraje, hubo hembras que no quedaron preñadas. “Este año habrá alrededor de 700.000 terneros menos, que es decir menor oferta de carne”, pronosticó Schiariti, que se suman a la retención de las hembras, que no van a faena sino que se destinan a reproducción.
Consultado sobre cuándo estará recompuesto el rodeo, Schiariti explicó que se requieren “al menos una o dos campañas (uno o dos años)”, o sea que eso será recién entrado el 2025.
“En 2024 y 2025 vamos a estar pagando la factura con precios más altos”, advirtió Víctor Tonelli quien, sin embargo, deja un mensaje alentador, porque “tuvimos un buen servicio y un buen ciclo reproductivo”.
Para la industria la clave hoy pasa por aprovechar las oportunidades de la exportación, que tiene fuerte demanda, con precios relativamente buenos y retenciones que finalmente quedaron en el 9% y no subieron al 15% como pretendía el Gobierno.
“El gran secreto de la exportación es hacer animales más pesados, es decir, más kilos por cabeza, y frente a eso no haber subido los derechos de exportación es una buena señal”, detalló Tonelli.
Pero en alguna medida, esto también supone destinar más carne a la exportación y menos en el mercado interno, por lo que, con menos oferta los precios tenderán a subir en las carnicerías y supermercados.
Ahora, todo apunta al juego de oferta y demanda. “Estamos intuyendo que no va a haber un aumento importante de precios, porque el bolsillo es el que manda y siempre se ajusta por cantidad”, remató Miguel Schiariti.