La industria de la carne recibió el año con una medida largamente esperada y que puede cambiar la ecuación económica de la actividad en 2024, aunque habrá que esperar para ver los resultados.
La decisión del gobierno de Javier Milei de no prorrogar la veda que pesaba sobre las exportaciones de siete cortes bovinos (asado, vacío, tapa de asado, matambre, falda, nalga y paleta), bajo el argumento de que así se defendía la mesa de los argentinos, es vista en el sector casi como la recuperación de un derecho adquirido, luego de dos años de prohibición.
En rigor, el Gobierno no tomó ninguna medida, sólo dejó que venciera el plazo de prohibición de embarques de los siete cortes que regía hasta el 31 de diciembre, con lo que a partir del 1 de enero el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) habilitó las exportaciones.
Quedó así sin efecto el decreto 911/2021, que dictó el gobierno anterior, que rigió desde enero de 2022 y hasta fin de 2023.
Así, además de los mencionados siete cortes, el Senasa dispuso que “desde el 1° de enero de 2024 se podrán exportar los siguientes cortes bovinos frescos, enfriados o congelados: reses enteras, medias reses, cuarto delantero con hueso, cuarto trasero con hueso, medias reses incompletas con hueso y cuartos delanteros incompletos con hueso”.
Salida exportadora
Para el sector cárnico no es una medida más. Si bien cinco de esos cortes -asado, vacío, tapa de asado, matambre y falda- son los considerados parrilleros y, por tanto, principalmente demandados en el mercado interno, los otros dos -nalga y paleta- tienen un mercado potencial.
Fuentes del sector estiman que ahora podrán exportarse unas 80.000 toneladas adicionales, un dato no menor en un mercado que exporta por unos US$ 2700 millones anuales.
“Los cinco cortes van a seguir abasteciendo el mercado interno, el asado y los cortes parrilleros acá te los sacan de la mano, pero paleta y nalga van a ir afuera. La nalga, por ejemplo, está entre los 6 o 7 cortes vacunos más apetecidos en el mercado internacional”, asegura Víctor Tonelli, productor ganadero y reconocido consultor del sector cárnico.
Explicó que en Europa se llega a pagar 7000/8000 dólares la tonelada de una buena nalga, por lo que se abren oportunidades para los exportadores. Además, la decisión oficial incluye a la llamada Vaca C (conserva), que antes de la prohibición se vendía a China y no se consume en el país.
Tonelli explica la posibilidad de exportar también va a llevar a la actividad a producir animales más pesados, que son los que demandan los mercados del exterior.
Es que un poco por la sequía y otro poco porque en los últimos meses hubo una sobreoferta de animales que se enviaban a faena, lo cierto es que “hoy hay que reconstruir la cadena de recría”, indica el experto. “La decisión del Gobierno es volver al mundo y la buena noticia es que incentiva la producción de animales más pesados”, remarcó.
Un novillito para el mercado interno pesa hasta 350 kilos, pero para exportación demandan animales de hasta 480 o 500 kilos. Así, que hay potencial producir más carne en una actividad que el último año resultó muy golpeada.
Menos oferta
En ese contexto, Tonelli pronostica que en 2024 la oferta “va a estar restringida por la sobre liquidación que tuvimos en 2023”, así que la recomposición del rodeo va a llevar tiempo. El promedio de faena anual en el país es de unos 13 millones de cabezas, pero el año pasado se faenaron 14,5 millones.
Para Fernando Storni, presidente de la Cámara Argentina de Feedlot, la liberación de las exportaciones supone “una visión de largo plazo”, por lo que la ganadería argentina va a tener marcada su posibilidad de crecimiento y desarrollo “con una mirada de los mercados externos, considerando que tenemos un mercado doméstico abastecido”.
Storni explicó que para la actividad de engorde a corral esta opción de sumar cortes para exportar es un incentivo porque el mayor volumen de carne para animales más pesados “es terminado a corral, buscando la grasa blanca y la posibilidad de llegar con el animal joven al peso de faena”.
Pese a ello, admite que el camino es largo, pero “brinda previsibilidad”, en un escenario en el que el país “tiene que mirar nuevos mercados”. En este contexto, es preciso recomponer el proceso virtuoso de las recrías, y potenciar al sector del engorde en feedlot, que en su opinión tiene el know how para hacer el animal pesado y la capacidad instalada para lograrlo.
Por su parte, el productor ganadero Matías de Velazco, secretario de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), admite que la liberación de exportaciones era una medida necesaria y “viene bien en un contexto en el que el precio del kilo vivo no para de bajar”.
Indicó que después de la suba de precios que hubo en las carnicerías a principios de diciembre la carne bajó un 25% y ahora “sigue habiendo sobreoferta en el mercado”, por lo que “hay que buscar mercados afuera”.
Éste no es el único problema. Los productores enfrentan una fuerte carga impositiva, con incremento de tributos a nivel provincial y municipal, impacto por las retenciones, que subieron al 15% (antes 9%), problemas con los caminos rurales y una realidad en la que “el productor se siente discriminado”, en especial cuando “es penalizado si tiene más de un 5% de soja”, algo que no pasa con otras actividades.
Todos coinciden en la necesidad de desarrollar la salida exportadora. Y en ese sentido, en el horizonte aparece la firma del acuerdo Unión Europea-Mercosur, probablemente en febrero durante la Cumbre de la OMC en Abu Dhabi. La “zanahoria” es que incluya un cupo adicional de 100.000 toneladas de carne con arancel cero para el Mercosur.
Claramente, habría que ver cuánto le toca a cada país, pero vale recordar que para el ciclo 2023/24 Argentina tiene una cuota de 29.389 toneladas, que hoy pagan 20% de arancel, y fuera de la Cuota Hilton más del 40%.