Lo certero es que este viernes aumentará el precio de los combustibles. La incógnita pasa por la proporción de esta suba que dependerá de cuatro variables que el Gobierno tendrá que definir si trasladará o no.
La única segura es la actualización del Impuesto a los Combustibles Líquidos y al Dióxido de Carbono donde, según el “cronograma de gradualidad” anunciado en febrero, se deberá trasladar la inflación del primer y segundo trimestre del 2023 que totalizó un 50,6%.
Eso representa un ajuste de 30 pesos por litro en el caso de las naftas y 21 pesos por litro en el gasoil, según los cálculos de la consultora Economía y Energía. Es decir, un 4% en promedio en el AMBA y algo por debajo en el resto del país donde el combustible es más caro, a excepción de la Patagonia.
Como explicó Forbes, el Gobierno dividió la recomposición impositiva, que estuvo congelada durante casi 3 años, en cuatro meses. En febrero, ya se trasladaron 6 trimestres adeudados. En marzo, se aplicarán otros dos. El primero de abril tendrá lugar el ajuste correspondiente al tercer trimestre del 2023 y en mayo al último período del año pasado. Ya en junio, el sistema volverá a correr al ritmo normal y deberá aplicar el incremento del IPC del primer trimestre del 2024.
Se trata de una fuente de ingresos sumamente relevante para las arcas públicas que, por este congelamiento, dejó de recaudar unos 2.800 millones de dólares en 2023. Ahora, se calcula que su recomposición representará casi medio punto del PBI, es decir, el 25% del incremento de recaudación que anunció Caputo en su plan fiscal.
Además del ajuste tributario, el valor de los combustibles podría verse afectado por el ritmo de devaluación mensual que se ubicó en un 2%, lo que incrementa los costos de las refinadoras. Otro gasto que aumentó fue el de los biocombustibles. Debido a las subas autorizadas a principios de febrero, en particular en el bioetanol, el precio del surtidor podría ajustarse otro 2 o 3%.
Finalmente, el Poder Ejecutivo deberá resolver si vuelve al sendero de convergencia con el Brent, el barril de referencia a nivel global. En las primeras semanas de mandato, esta fue una de las prioridades oficiales. Sin embargo, ahora hay cautela en el Palacio de Hacienda por el impacto inflacionario de esta política, que podría retrasarse transitoriamente.
Para llegar al valor “export parity” que es igual al precio del Brent menos el 8% de retenciones y unos 2 dólares de descuentos, el barril criollo debería aumentar otro 10%. No obstante, otras firmas elevan ese porcentaje, ya que consideran el tipo de cambio de exportación que, al liquidarse en un 25% al CCL, es más alto.
Según fuentes consultadas por este medio, lo más probable es que el aumento de combustibles sea similar al del mes pasado y gire entre un 6 y un 8%. Con lo cual, se vería postergada la idea de llegar a un precio de 1,2 dólares, el objetivo final de las autoridades energéticas.