"El maní siempre te da revancha", aseguran referentes de este sector productivo. Justamente eso es lo que parece haber ocurrido en la última campaña, que hace pocos días terminó el ciclo con rendimientos muy buenos y algo menos de 420.000 hectáreas cosechadas, un 11% más que la campaña anterior, que estuvo atravesada por la fuerte sequía que asoló a la principal región productiva del país.
Según estadísticas de la Cámara Argentina del Maní en la campaña 2023/24 el área cosechada alcanzó las 416.000 hectáreas, con una producción total de 1.604.722 toneladas métricas, un 70% más que las 940.426 toneladas alcanzadas la campaña previa.
Es cierto que, en el marco de la sequía, el resultado del 2022/23 había sido particularmente bajo, pero la última cosecha incluso supera en hasta 10% a la 2021/22.
Frente a los principales cultivos extensivos, como son la soja, el maíz o el trigo, el maní claramente tiene una visibilidad mucho más modesta, sin embargo, tiene una gran relevancia entre las economías regionales.
Argentina es el principal exportador mundial de maní (para confitería, con cáscara, con y sin piel, blancheado y tostado), aunque no es el mayor productor a nivel global.
Destina el 95% de su producción a mercados del exterior -llega a más de 100 países-, generando unos US$ 1000 millones al año, uno de los pocos mercados internacionales en los que el país se destaca como formador de precios.
Por caso, la sequía del año anterior redujo la producción argentina en un 35%, lo que derivó en un salto de los precios internacionales del 30%, aseguran fuentes empresariales.
Además del maní crudo que concentra el mayor volumen de los embarques al exterior, las exportaciones están creciendo en segmentos con valor agregado como son el maní tostado y la pasta de maní, que hoy ya representan entre 10 y 12% de las exportaciones.
Horizonte despejado
El sector está en un momento clave de toma de decisiones de siembra para la próxima campaña, que comenzará en la segunda quincena de octubre y se extenderá hasta fines de diciembre.
"La expectativa es positiva, en estos momentos los productores están evaluando la disponibilidad de suelos aptos para producción de maní y en poco tiempo empezarán a preparar los campos para la siembra", explica Edoardo Fracanzani, director Ejecutivo de la Cámara Argentina del Maní, que nuclea a 21 empresas, desde grandes compañías a pymes y cooperativas, todas ellas con plantas industriales.
"Este año el área sembrada será alrededor de un 10% mayor a la del año pasado", anticipa por su parte Diego Yabes, presidente de la Cámara Argentina del Maní, quien considera que en algún sentido esto se debe a razones de mercado, dado que "los precios de la soja y el maíz están muy bajos y algunos productores volcarán más hectáreas a producir maní, que tiene precios sostenidos".
Pero no se trata sólo de más hectáreas sembradas. También se están obteniendo buenos rindes en los campos, lo que impulsa la siembra de este cultivo.
Leonor Blanco, analista del Departamento de Información Agronómica de la Bolsa de Cereales de Córdoba (BCCBA), asegura que en la última campaña se obtuvieron 41,3 qq/ha (quintales por hectárea) en Córdoba, un 76% más que en la campaña anterior. Los rindes en otras provincias fueron algo menores, como 36,8 qq/ha en San Luis y 30,9 qq/ha en La Pampa, remarcó.
La analista estimó que "ese mayor rendimiento responde a que el maní no sufrió tanto en esta campaña, fue el menos afectado por la sequía porque por muchos productores sembraron más tarde" a raíz de la falta de perfiles de humedad en los suelos.
Blanco detalló que para la campaña gruesa 2024/25 en Córdoba -la principal provincia en producción de maní, con más del 50% del total- se espera una baja del 29% en el área para siembra de maíz por la amenaza de la chicharrita, por lo que los productores sembrarán otros cultivos. "En maní se espera un 7% más de hectáreas sembradas que en 2023/24, mientras que en soja será 23% más y en sorgo 24% más", precisó la analista.
Carpeta de inversiones
"Hoy las plantas industriales tienen una capacidad instalada mayor a la producción, por lo que se puede crecer en volumen de procesamiento, pero aun así las inversiones en el sector son permanentes", asegura Yabes, quien además de presidir la cámara sectorial es gerente General de Olega, una de las compañías líderes del sector.
En la producción de maní y derivados también juegan fuerte Aceitera General Deheza, Adecoagro, Maniagro y Manisel, entre otras. En noviembre de 2022, MSU Agro, uno de los big players agrícolas del país con 165.000 hectáreas sembradas y una producción de 850.000 toneladas al año entre distintos granos, anunció una inversión de US$ 90 millones para levantar una planta industrial de maní en Rufino, departamento de Gral. López, al sur de Santa Fe, lindante con Córdoba y la provincia de Buenos Aires.
En la agenda sectorial un objetivo es mantener y ampliar los mercados de exportación. Hoy el principal destino es la Unión Europea, que lleva desde la Argentina hasta el 70% de sus importaciones de maní. Pero aquí hay un tema a optimizar.
Hoy a ese mercado sofisticado se exporta especialmente maní con piel y sin piel, que ingresan con arancel cero, sin embargo, el maní tostado y la pasta de maní representan un volumen mucho menor, en parte porque deben pagar un arancel del 12%. La esperanza en el sector es que se firme finalmente el acuerdo Mercosur-Unión Europea para reducir el arancel a cero.
"Apuntamos a nuevos mercados como Japón, Corea y China, que es el principal productor mundial pero también importa mucho", destaca Fracanzani, que suma al listado de destinos a desarrollar algunos de los que hoy ya compran maní argentino como Filipinas, Vietnam, Australia o Nueva Zelanda.
Consultado sobre los desafíos del sector, Diego Yabes puso énfasis en el impacto del atraso cambiario. Si bien no incide en algunos costos dolarizados como el arrendamiento, agroquímicos o semillas, sí tiene impacto en costos con valores en pesos y que terminan reflejando el impacto de la inflación.
"Tenemos costos que suben en dólares, aunque los pagamos en pesos, como las tarifas de luz y gas, los salarios, impuestos, fletes y combustibles. Generan un desfasaje con los precios internacionales, que no se mueven en el mismo sentido, porque hay mucha competencia", cuestionó Yabes.