La nueva campaña de maíz tendría la menor área sembrada en ocho años
Las proyecciones indican una caída del 17% respecto del año anterior, según un estudio privado. El combo incluye la amenaza de la chicharrita, la caída de precios internacionales y las dudas derivadas del factor climático.

Por estas horas los productores agrícolas hacen cuentas e imaginan escenarios climáticos, de precios y de condiciones sanitarias. Deben decidir qué sembrar y qué superficie destinar a cada cultivo, una ecuación difícil de desentrañar, y mucho más cuando hay demasiado en juego y poco tiempo para tomar la decisión y evaluar costos y beneficios.

La cosecha gruesa -soja, maíz, sorgo, girasol- comenzará a mover el amperímetro a fines del mes próximo cuando largue la siembra de maíz, uno de los principales cultivos de la Argentina, que junto con la soja suelen explicar tres de cada cuatro toneladas de granos producidos en el país.

En rigor, la campaña gruesa ya arrancó con la siembra de girasol, alcanzando hasta el momento un 3,2% de implantación de los 1,85 millones de hectáreas proyectadas, con una demora de 9,5 puntos porcentuales respecto al promedio histórico, destaca el último relevamiento de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.

Pero por volumen y relevancia en materia de generación de divisas, todas las miradas están posadas en lo que puede ocurrir con la campaña de maíz, que parece estar atravesando la tormenta perfecta. 

Luego de un ciclo 2023/24 caracterizado por la aparición de una plaga voraz, la chicharrita (Dalbulus maidis), que afectó a más del 10% de cosecha esperada (terminaría la presente campaña entre 46,5 y 49Mt, según las fuentes) y redujo los rindes en la zona núcleo, donde no solía llegar la plaga, ahora la pelota está del lado de los productores, que están evaluando qué hacer.

Cambio de planes

Las primeras estimaciones hablan de una reducción importante del área a sembrar. El informe pre campaña gruesa de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, difundido esta semana, estima que el área destinada a siembra para el ciclo 2024/25 del cereal amarillo llegaría a 6,3 MHa (millones de hectáreas), lo que representa una baja de 1,3 MHa en relación a la campaña previa, esto es 17,1% menos.

El estudio anticipa que, de confirmarse esta contracción en el área a implantar, se “estarían alcanzando niveles por debajo de la campaña 2017/18”, incluso peor que la campaña 2022/23 donde se dio una fuerte sequía.

En el caso de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), prevé una caída de 2 millones de hectáreas en el área a sembrar, lo que sería un 21% de baja respecto del año anterior.

“De materializarse la reducción del área de 21%, se estarían cubriendo 7,67 M ha con maíz para la campaña 2024/25. De esta manera, Argentina podría producir 49 Mt”, indicó Cristian Russo, jefe de Estimaciones Agrícolas y coordinador de la Guía Estratégica para el Agro de la BCR. Y aclaró que el cálculo “contempla un escenario normal de clima y tiene en cuenta que 6,17 M ha serían cultivadas para grano” comercial.

En el análisis de los factores que explican esta reducción del área de uno de los principales cultivos extensivos de la Argentina, los especialistas ponen el foco en el temor de los productores a la incidencia de la chicharrita, el vector de Spiroplasma, la plaga que afecta al maíz y terminando matando a la planta.

En el campo dicen que el que se quemó con leche, ve la vaca y llora. Y sin dudas, las pérdidas este año fueron muy importantes. Pero hoy en las cuentas de los productores también entran los costos de producción, teniendo en consideración que el maíz requiere el uso de fitosanitarios en mayor volumen que lo que requieren cultivos alternativos, y también los precios que hoy pagan los mercados internacionales.

“No hay una respuesta única pero cada vez se oye más entre los productores que están pensando en destinar una parte de las tierras de maíz a siembra de soja”, sostienen desde una importante comercializadora de granos. Detrás de esta decisión está el hecho que la oleaginosa requiere menos uso de fertilizantes y tiene un costo de implantación mucho menor. 

Cuestión de precios

Los precios de todos los granos vienen cayendo en los últimos meses, por lo que, en la ecuación económica de los productores, los costos empiezan a pesar y mucho.

La soja disponible a septiembre 2024 cerró el viernes en el Mercado de Chicago, el mercado de referencia a nivel internacional, a 349,95 US$/Tn, muy lejos de los más de 650 dólares que supo tener en 2012/13 durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, pero marcando también una caída de US$ 125,94 (26,5%) en lo que va del año, señaló Eugenio Irazuegui, analista de mercados de la corredora de granos Zeni.

En el caso del maíz, el precio para entrega en septiembre terminó en las pizarras del Mercado de Chicago a 144,72 dólares, una baja de 40,55 dólares desde enero, lo que representa una pérdida de 21,9%. Por su parte, el trigo anotó una baja 45,84 US$/Tn desde comienzos del año, o una pérdida de 19,9%, explicó Irazuegui.

En este contexto, desde la Bolsa de Cereales de Buenos Aires destacan que “el factor económico en esta campaña presenta un escenario desafiante para todos los granos, especialmente para el maíz, debido a la rentabilidad ajustada que se observa en la campaña actual y al elevado requerimiento de capital asociado con su producción”.

No puede descartarse tampoco el factor climático. Teniendo en cuenta que vamos hacia una temporada caracterizada por una “Niña débil” - “neutral frío”, esto pone una limitante a aporte hídrico que podría recibir el maíz, indica la Bolsa de Cereales porteña.

El dilema de los productores, entonces, es si conviene adelantar la siembra, haciendo más maíz de primera para escaparle a la chicharrita, que puede proliferar conforme avance la primavera, o retrasar la implantación a la espera de lluvias, que aporten mayor humedad para el desarrollo del cultivo. Y nadie tiene la bola de cristal.