El Gobierno está muy preocupado por la escalada de precios de alimentos y bebidas, productos de higiene y de limpieza. Es una canasta que integra el lote de bienes de consumo masivo y, sin dudas, son los más sensibles para los sectores más vulnerables.
En los segmentos de menores ingresos representan casi la totalidad del gasto mensual y quienes tienen ingresos fijos (jubilados, pensionados, asalariados y quienes reciben planes sociales o asistencia del Estado) saben que los precios de los bienes suben por el ascensor, mientras los ingresos van por escalera o, peor aún, quedan en el descanso.
En este contexto, el ministro de Economía, Luis Caputo, convocó en los últimos días a representantes de las principales industrias fabricantes de alimentos y otros bienes de consumo masivo, y también a las cadenas de supermercados para pedirles que moderen las subas de precios.
En rigor, industrias y grandes cadenas son los únicos dos eslabones que realmente puede controlar el Gobierno, dado que son bocas de producción o comercialización limitadas. Autoservicios y almacenes de barrio están muy atomizados y, por lo tanto, son inabordables.
En este juego, cada parte le echa la culpa a la otra, pero la verdadera cuestión de fondo es que no hay un ancla antiinflacionaria, ni siquiera el dólar quieto actúa como tal. Mientas tanto, el Gobierno aplica la receta clásica, secar la plaza y buscar, en cierto modo, la caída de ventas, para recién ahí lograr que los precios dejen de subir.
Combate al 2x1
Desde el Palacio de Hacienda hubo críticas a las promociones 3x2, 2x1 o segunda unidad con descuento del 80% en supermercados, porque no reflejan los precios reales, que son los que toma el Indec. Fue en la previa a que el organismo estadístico estatal difundiera la medición de febrero, que al final quedó en 13,2%, cerca de dos puntos porcentuales menos de lo que marcaban las estimaciones privadas.
En la visión del Gobierno los precios de los productos de consumo masivo tuvieron aumentos por encima de las expectativas de inflación. El propio Caputo señaló durante su presentación en la cumbre de Amcham 2024 este martes, que “la mayoría (de las empresas), pricearon su mercadería (calcularon los precios) imaginando una situación de máximo estrés, un dólar de $2.000, $2.800, algunos tomando como referencia el dólar futuro de Rofex, y la realidad es que no se dio”.
Fue uno de los argumentos que utilizó en la reunión con los industriales, a los que cuestionó las promociones, y les pidió que bajen los precios porque “el Gobierno no va a devaluar”, según comentaron a Forbes desde una empresa de consumo masivo, presente en la reunión.
“El Gobierno cuando convocó a los fabricantes la semana pasada les dijo básicamente dos cosas: primero, no vamos a meternos en la actividad privada, pero estamos preocupados con la inflación. Necesitamos que nos ayuden”, señaló otra fuente del sector. Y agregó el segundo aspecto: “No metan aumentos de precios desmedidos porque este Gobierno no va a devaluar”, remarcó.
En este clima y frente a los aumentos de precios, en muchos casos con promociones que bajan el precio final relativo pagado por el cliente, pero no el precio unitario que mide el Indec, la cartera económica anunció la facilitación de importaciones de alimentos y bienes de primera necesidad, que incluyen banana, papas, carne de cerdo, café, atún, productos de cacao, insecticidas, shampoo y pañales, entre otros.
Consumo en picada
A través de un comunicado la Unión Industrial Argentina manifestó su preocupación por lo que consideran un “trato desigual” para la industria. “Mientras los productores nacionales deben pagar en 4 cuotas mensuales y con impuesto PAIS los insumos necesarios para la fabricación, los importadores de bienes terminados estarán exentos de impuestos y tendrán acceso total a las divisas necesarias en un solo pago a 30 días. El anuncio realizado hoy (por el martes) afecta seriamente la competitividad de las empresas que operan, producen y emplean en el país”.
Por su parte, desde el supermercadismo advirtieron: “Si después de hablar de precios con la industria y los supermercados se resuelve una facilitación de las importaciones, es claro que el foco de la responsabilidad está puesto en los proveedores”.
En este contexto, en una importante alimenticia admiten que a partir de la segunda quincena de febrero se empezó a notar caídas moderadas de un dígito en categorías básicas de alimentos y bebidas y caídas más fuertes en categorías no esenciales, como cervezas, snacks, y otras, lo que “es lógico porque el ajuste es muy grande”, apuntaron.
Y anticiparon que habrá que ver cuál será el impacto de la apertura de importaciones, una vez que esté la reglamentación.
Consultado sobre qué puede pasar con las promociones, Osvaldo Del Río, director de la consultora Scentia, destacó que “las promociones van a seguir, de hecho, existen en todo el mundo”, y aclaró que no está de acuerdo con el planteo del Gobierno sobre el impacto en la medición del Indec, porque el organismo “puede usar el precio fleje (base o de lista) para medir la inflación”.
Del Río aclaró que las promos son “enormemente valoradas” por los consumidores y dio detalles. Hasta 2023 el peso de las promociones en promedio era del 8% de ticket de compra, mientras que, con el fin de Precios Justos en diciembre pasado, “las promociones capturan hoy entre el 11 y 12%”.
De cara al futuro, el experto anticipa que ahora ganarán espacio los locales de cercanía, donde la gente mayormente no hace uso de las promociones, y será en detrimento de las grandes superficies. Esto es así porque en un contexto de bolsillos flacos la gente compra pocos productos, aunque tenga que ir más frecuentemente al local.
Y la tendencia es clara. Las primeras estimaciones de consumo en febrero marcan una caída en torno al 8% interanual. Este dato es aún peor si se considera que este año fue bisiesto y febrero tuvo un día más de ventas en relación a 2023.