Javier Biosca saltó del anonimato a la fama, de la clase media a la fortuna, y de la vida a la muerte en apenas unos meses. El mayor estafador en criptomonedas de España estafó a 300 inversores en ese país y, presionado por mafias internacionales, se habría tirado por la ventana de un quinto piso de un hotel en el que se hospedaba. Biosca había recibido múltiples amenazas por las estafas que había perpetrado, por lo que la Asociación de Afectados por Inversiones en Criptomonedas pidió que no se creme su cadáver y que se le practique una autopsia.
Biosca tenía una empresa de marketing en Torrijos, Toledo, y se convirtió en el gurú de las criptos al prometer retornos extraordinarios junto a su mujer, Paloma Gallardo, y su hijo, Sergio Biosca. Al igual que Leonardo Cositorto con Generación Zoe, el negocio del empresario español era, en realidad, una megaestafa piramidal que dejó miles de afectados y que derivó en una investigación judicial.
Tras pagar un millón de euros de fianza para salir de la cárcel, Biosca cayó el 22 de noviembre del quinto piso del Hotel Ona Valle Romano.
En marzo de 2019, fundó en Londres Algorithms Group, una firma dedicada a captar a pequeños inversores ansiosos por ganar dinero con criptomonedas. Las primeras víctimas fueron 19 amigos a quienes propuso tres tipos de inversiones: bitcoin, la estrella de las criptomonedas; etherum, la segunda de mayor capitalización; y litecoin, una alternativa al bitcoin. Biosca se presentaba como un experto capaz de garantizar retornos de entre el 20% y el 25% cada semana.
La esposa de Biosca ¿el cerebro tras la estafa?
De la mano de su esposa, descrita por la abogada de los afectados, Emilia Zaballos, como una persona ambiciosa y manipuladora que hacía de Javier lo que quería, las operaciones crecieron y pronto las 19 víctimas se convirtieron en decenas y un año después ya eran cientos. Biosca había contratado a cuatro personas que ejercían de relaciones públicas captando clientes por toda España. Entre ellos había empresarios de Barcelona, escribanos de Madrid, constructores de Valencia o industriales de Asturias.
Pero las tres monedas comenzaron a perder valor a un ritmo inversamente proporcional a la velocidad con la que llegaban nuevos clientes. Los beneficios podían recuperarse o reinvertirse con solo enviar un mensaje de WhatsApp. Un año después, comenzaron a ralentizarse los pagos y poco después a caer las comisiones: al 15%, al 10%, después al 8%... hasta que a finales de 2020, Algorithms Group dejó de pagar a sus clientes. El ocaso de Biosca ya asomaba en el horizonte.
Alrededor de mil estafados, representados en su mayoría por la Asociación de Afectados por Inversiones en Criptomonedas, presentaron una denuncia el 4 de mayo de 2021 y apenas un mes después, Javier Biosca fue detenido en Málaga. En junio de 2022 salió por primera vez en libertad al presentar por fianza un inmueble -una mansión en ruinas en Llanes (Asturias)- cuyo valor de tasación fue inflado artificialmente. Biosca fue nuevamente arrestado y el 28 de octubre tuvo una segunda oportunidad, al salir nuevamente de prisión. Menos de un mes después, murió en circunstancias sospechosas.
Aunque Biosca parecía ser el cerebro de la estafa, su mujer, una ex peluquera, podría ser la que movía los hilos. Estamos convencidos de que ella tiene todas las claves de las billeteras frías, asegura Emilia Zaballos, una de las estafadas. Desde la Asociación, intentarán imputarla porque con la muerte del Cositorto español se extingue la responsabilidad penal, pero no la civil.
Zaballos insiste en que seguirán luchando para recuperar el dinero de los afectados, pero no se descarta que parte de las cantidades hayan desaparecido. Biosca estaba relacionado con mafias, a las que podría haberles entregado el dinero.