La deuda por importaciones de bienes finalizó agosto pasado con un stock récord de US$43.000 millones y casi duplicó los niveles en los que había comenzado en 2022, año en el que se profundizó la escasez de reservas y los cepos de acceso al dólar oficial. Los compromisos que tomaron las empresas con sus proveedores en el exterior es una de las mayores preocupaciones que mantienen los hombres de negocios y será una herencia pesada que deberá enfrentar el próximo Gobierno desde el primer día de gestión.
En el último Informe de Política Monetaria (Ipom) del Banco Central de la República Argentina (BCRA) se puede observar que en agosto las importaciones de bienes comenzó 2022 en US$22.000 millones y hasta el octavo mes de este año había casi duplicado ese valor. La pendiente comenzó a acelerarse desde junio del año pasado cuando la autoridad monetaria, por orden del entonces ministro de Economía Martín Guzmán, decidió postergar por hasta 180 días el acceso a divisas.
En agosto, el ministro de Economía y ahora candidato presidencial, Sergio Massa, impuso desde el 17 de octubre del año pasado el Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA), por el cual se pusieron plazos de pago de 180 días a las firmas grandes y 90 días a las pymes. El Ipom de la autoridad monetaria señaló que en los primeros nueve meses del año la deuda por importaciones de bienes aumentó unos US$11.800 millones, por lo que el endeudamiento pasó a representar el 51,8% de las importaciones, un máximo desde comienzos de siglo.
Esa dinámica fue una de las mayores preocupaciones que expresaban ante la consulta de Forbes los industriales que asistieron al 59 Coloquio de IDEA que se celebró en Mar del Plata la semana pasada. Incluso es motivo de consulta desde las cámaras empresarias, principalmente la Unión Industrial Argentina (UIA), a los equipos técnicos de Javier Milei, Sergio Massa y Patricia Bullrich. Para Massa el incremento de los compromisos es una forma de sostener la actividad económica en la previa de las elecciones.
Al respecto, uno de los integrantes de la UIA que sigue de cerca la realidad de las firmas comentó que del stock total de deuda que tienen los importadores hay cerca de US$10.000 millones que deberá resolver especialmente quién ocupe la Casa Rosada a partir del 10 de diciembre próximo.
La deuda flotante de importaciones, es decir la diferencia entre las devengadas y las efectivamente pagadas por el BCRA, siempre fue de US$20.000 millones en promedio. Los nuevos compromisos son otros US$20.000 millones de los cuales US$10.000 millones son con las casas matrices y deberían ser manejables. Hay unos US$10.000 millones en los que se debería trabajar, detalló la fuente consultada.
Empresas en alerta
El principal temor de los empresarios tiene que ver con la incertidumbre sobre a qué precio conseguirán el dólar oficial mayorista, que hoy se mantiene fijo en $350, a partir de 2024. La brecha cambiaria con el tipo de cambio blue saltó hasta casi el 200% esta semana y los principales candidatos presidenciales tienen entre sus planes, de alguna u otra manera, una devaluación. En definitiva, necesitarán más pesos para pagar las mercaderías que ya vendieron meses atrás.
Pero además comenzaron a registrarse inconvenientes con los proveedores en el exterior. Una ruptura en la cadena de pagos podría generar un mayor parate en la actividad sectorial, que ya se encuentra golpeada por el impacto de la sequía.
Un integrante de la mesa chica de la UIA se quejó por una maniobra que suele utilizar el BCRA en períodos en los que intenta administrar la escasez. Nosotros teníamos fecha de pago para octubre, noviembre y diciembre que nos corrieron para enero, febrero y marzo, afirmó el industrial en diálogo con Forbes.
En ese sentido, la última encuesta realizada por la casa fabril entre sus socios consignó que en agosto el 71% de las empresas relevadas, incluyendo pymes, registró dificultades en la aprobación de las SIRAs mientras que en abril eran el 58%. Los tiempos de habilitación empeoraron para el 80% de los consultados y el 77% presentó inconvenientes para afrontar pagos a proveedores.
Pesada herencia
En su última revisión del programa argentino, con datos hasta agosto cuando la deuda comercial era de US$38.000 millones, el Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió por el problema que podría representar ese lastre para la acumulación de reservas y la salida del cepo cambiario. Respecto a este punto, el BCRA no tendría las divisas necesarias para liberar el mercado de cambios el 10 de diciembre y afrontar los compromisos.
El organismo coincidió con la UIA en que el sobreendeudamiento es de US$10.000 millones, mientras que realizó una recomendación para aliviar dicha carga en los próximos años. Los técnicos del Fondo recomendaron que las importaciones base caja superen a las devengadas en US$500 millones mensuales. De esta manera el sobreendeudamiento se reduciría a la mitad a fines de 2024 y se eliminaría para 2025.
Ni los equipos de Massa ni los de Milei se pronunciaron sobre cómo enfrentarían la deuda comercial. El que sí dejó consideraciones al respecto fue el referente económico de Bullrich, Carlos Melconian. El presidente de la Fundación Mediterránea planteó la posibilidad de aplicar tres tipos de cambio: uno comercial para las operaciones habituales del comercio exterior (impo y expo), otro más alto para las deudas con importadores acumuladas hasta el 10 de diciembre y uno financiero, más alto, para tomar y pagar créditos en el exterior.