El fin de semana, el presidente de Turquía, Tayyip Erdogan, destituyó del cargo a Naci Agbal como gobernador del Banco Central, quiera era partidario de una política más restrictiva. En su lugar fue nombrado Sajap Kavcioglu, un exbanquero y legislador del partido gobernante, quien intentó apaciguar las aguas comunicándose con los directivos de los bancos y algunos inversores el domingo, con el fin de avisarles que no planeaba ningún cambio inmediato. La sorpresiva decisión de Erdogan, por lo pronto, llevó la paridad entre la lira turca y el dólar a casi 8,45 desde los 7,2.
El despido de Agbal, que reafirma el control político que durante años perjudicó la visión de los inversores extranjeros sobre la importante economía emergente, puso en alerta al resto de los mercados; que observaron un dejá vu de lo ocurrido en 2018. Muchos analistas señalaron que es probable que Kavcioglu dé marcha atrás a las subas de tasas de interés que Agbal había aplicado para apuntalar la cuenta de capital de Turquía y sus menguantes reservas de divisas.
Y hablando de divisas las que más sintieron el impacto el fin de semana fueron el baht tailandés, la rupia indonesia, el rublo ruso y el peso filipino. En cuanto al yuan, se mantuvo estable en 6,5085 frente al dólar, después de que China dejara sin cambios su tasa de interés de referencia por undécimo mes consecutivo.
El menor apetito por el riesgo le pegó al dólar australiano, que cayó a 0,7724 dólares y al dólar neozelandés que bajó hasta los 0,7155 dólares. Mientras que en la región fueron el real y el peso mexicano las principales víctimas. También subieron los CDS turcos a 440 puntos desde los 300 pb, informó Ámbito.
Con el objetivo de aplacar los ánimos, el flamante y nuevo presidente del CBRT se comunicó con los bancos turcos y algunos inversores internacionales en las últimas horas, generando una leve mejora en los mercados de divisas, donde varias monedas emergentes que sufrieron el efecto turco recortaron las pérdidas.
De todos modos, los analistas consideran que la lira turca seguirá bajo presión, al igual que los activos turcos con el consiguiente impacto sobre emergentes; algo parecido a lo ocurrido en el sudden stop del 2018. En ese entonces, Argentina fue una de las que más sufrió la interrupción de la entrada de capitales internacionales. Actualmente, Argentina tiene vedado el acceso a los mercados capitales mundiales, ya se retiraron los grandes inversores y además imperan los controles de capitales en el país. El panorama es totalmente distinto.
Tal como señaló Ámbito, el daño podría venir más por el lado de la pérdida de competitividad del peso frente al dólar y las monedas de los principales socios comerciales y algún impacto por el canal del riesgo país si se fuera a intensificar la liquidación de posiciones en los bonos reestructurados.