La cadena de valor porcina aún no sale de su asombro tras la decisión del Gobierno nacional de otorgar beneficios para importar cortes y fiambres, al compás de otros sectores de consumo masivo a los que, por los incrementos de precios en las góndolas, les abrieron la tranquera de la importación.
Pero en el sector porcino se da la particularidad que la carne de cerdo es la que menos subió en las carnicerías, comparada con los cortes sustitutos como la carne vacuna y el pollo.
Además, cayó el consumo por el impacto de la inflación y las exportaciones pagan 5% de retenciones, mientras que ahora los importadores tendrán beneficios para ingresar cortes porcinos desde Brasil, el principal competidor de Argentina, además de facilidades de acceso al mercado cambiario.
Esta medida (incentivos a la importación) no beneficiará al consumidor y perjudicará de manera irreversible al productor, aseguró Daniel Fenoglio, presidente de la Federación Porcina Argentina, que nuclea a los productores. El dirigente destaca que en verdad la importación estuvo siempre abierta, pero lo que hay ahora son beneficios para el ingreso de carnes y fiambres desde el exterior.
Impacto de la medida
En concreto, se otorgan ventajas impositivas como suspender el cobro de la percepción de IVA adicional y del impuesto a las Ganancias a las compras de los productos de la canasta básica. También reducir el plazo de pago al proveedor del exterior a 30 días, cuando a los productores locales les exigen pagar los insumos importados (envases para los fiambres, máquinas para elaborar productos, vitaminas para los animales), a 30,60,90 y 120 días y con todos los impuestos.
Eso es competencia desleal y producirá el quiebre de muchas pymes del sector, tanto de producción primaria como industrial, pronosticó Fenoglio. La Federación Porcina Argentina firmó hace unos días un comunicado junto a la Cámara Argentina de la Industria de Cachinados y Carne de Cerdo (CAICHA), en el que alertan que los cerdos no sean los chivos expiatorios.
Señalaron que desde principios de año los precios de algunos productos clásicos a base de cerdo, como el chorizo fresco, jamón cocido, fiambre de paleta y salame aumentaron entre 29 y 33%, la mitad de la inflación en el período.
Entre enero y marzo lo que está sobrando es carne, de cualquier especie, vacuna, pollo y cerdo y eso lo que produce es una caída de precios, porque se vende menos en carnicerías y supermercados, entonces hay que acomodarse, explicó Juan Uccelli, consultor del mercado porcino.
El cerdo es el que más se acomodó, bajó casi 25% el precio mayorista y al público bajó entre 1% y 6%. No estaba dentro del listado cuando los supermercadistas se juntaron con (Luis) Caputo, analizando los productos que habían aumentado 100% o 150%. Justamente, estaba en el listado de los que habían bajado, señaló.
Tenemos la expectativa que retiren la carne de cerdo del listado, ya que ni siquiera está en la canasta básica. Que no nos mezclen con los pañales o productos de tocador que tienen una realidad muy distinta, apuntó Fenoglio. Explicó que muchos de esos productos tienen precios en dólares más altos que en otros países, pero en el caso del cerdo Argentina tiene el costo y precio más bajo en todo el planeta.
Potencial y agenda compleja
En la actualidad se consume unos 21 kilos de carne porcina por habitante por año y el mercado de exportación vino creciendo fuerte hasta 2021, cuando la pérdida de competitividad de la economía argentina le hizo ceder mercados. Los números cantan por sí solos. Mientras en 2020 se exportaron 42.000 toneladas, en 2023 fueron apenas 8.500 toneladas.
Los productores son eficientes, pero sucede que los costos se han elevado mucho y esto no ha sido acompañado por el incremento del precio de venta, generando, en algunos casos, márgenes brutos que son neutros o muy pequeños, explicó la ingeniera Zootecnista Verónica Rocha, Máster en Sanidad y Producción Porcina y docente de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
Tras destacar que el sector tiene todo para seguir creciendo, Rocha consideró que la importación de carne congelada de Brasil genera un desequilibrio en algunos productores, que tienen dificultades para comercializar sus cerdos.
Agregó que se suma también la retracción del consumo por la inflación y el hecho que desde hace varios años los productores reciben 10,5% de IVA por sus ventas, pero en todas sus inversiones y costos de producción deben pagar el 21%. Esto dificulta mucho las inversiones en el sector, remató.
Somos tremendamente competitivos, pero hoy faltan condiciones macro. De hecho, el tipo de cambio se está atrasando, analizó Uccelli. En ese contexto, mencionó tres factores que impactan fuerte en las posibilidades de exportación del sector.
Por un lado, Argentina y Brasil tienen costos de producción muy parecidos pero la diferencia radica en que la industria brasileña es monstruosa y por los volúmenes que manejan y el costo de la mano de obra, los cortes salen un 20% más barato, detalló Uccelli.
A esto se suma que, además, en Brasil se usa un promotor de crecimiento (no es un anabólico y no hace daño a la salud humana), la Ractopamina, que le da un beneficio al productor que baja entre 5% y 6% el costo de producción. La Ractopamina es un insumo que está prohibido en Argentina.
Y, en tercer lugar, se aplican derechos de exportación del 5%, que en determinadas circunstancias es el margen de utilidad o muy cerca.
El que más participa en la importación es la bondiola, que en Brasil es un corte de segunda o tercera línea sería el Roast beff o la aguja en vacunos, pero acá es un corte de primera línea porque por todo el trabajo que hicimos por 20 años la colocamos en lugar premium, indicó Uccelli.