Uno de los sectores donde más se palpan los cambios de la era Milei es, sin duda, el sector energético. La velocidad y la magnitud de las reformas despiertan tanto apoyos como críticas en una industria acostumbrada a trabajar con otras reglas de juego que ahora están modificándose abruptamente.
En diálogo con Forbes, Juan Bosch, CEO de SAESA, cuenta su visión sobre el rumbo de la política energética liderada por Eduardo Rodríguez Chirillo, uno de los cerebros de la Ley Ómnibus a quien conoce desde hace muchos años cuando ambos vivían en Málaga.
¿Qué lugar ocupa SAESA en el sistema energético?
Es una empresa dedicada a la comercialización de gas natural y energía eléctrica, especialmente renovable. Hemos logrado invertir en la compra de una central térmica en Brasil que se abastece de gas argentino. Hoy la transferimos a un grupo empresario brasileño y continuamos con la comercialización y exportación de gas natural y queremos vincular a la Argentina con muchos otros países. Tenemos una oficina en España donde queremos trabajar en la comercialización para abrir mercados energéticos argentinos en GNL, propano, butano y los pellets de la agroforestación. Gestionamos la negociación de los contratos de gas con los productores.
¿Cuál es la importancia del rol del comercializador que en el esquema anterior estaba un poco diluido?
El comercializador es el que vende el electrón o la molécula de gas a las distribuidoras que hacen el transporte de última milla. Hoy en la Argentina eso no sucede y las distribuidoras son las que venden esa energía cuando en el mundo eso ya no pasa. Las distribuidoras lógicamente se oponían porque tenían a un usuario cautivo, pero es insólito que no podamos elegir a quién le compro el gas y la electricidad. Y más todavía que no lo puedan hacer los grandes usuarios.
¿La existencia de un nuevo intermediario no encarecería el costo del servicio?
Cuando uno tiene un intermediario que le provee el servicio de telefonía o internet, no es que pagaría menos si contrata directamente al proveedor inicial. Es como creer que uno puede pagar menos por contratar directamente a una petrolera. No suelen ser los mejores comercializadores. Lo que se viene es que los hogares le compren a quien se le dé la gana. Los comercializadores muchas veces en España ofrecen descuentos si compras los paneles solares, por ejemplo. Hay una serie de ventajas muy claras de este sistema.
¿Cómo está viendo la agenda de reformas en el sector energético?
Venimos de muchos años de malos hábitos. De no decirnos la verdad. Y eso genera una resistencia inercial al cambio y todo tipo de ruidos. Necesitábamos de manera urgente este cambio de paradigma. No podemos seguir con un señor Estado que te toma tu energía a un valor puesto a dedo. Antes hablábamos con un funcionario y arreglábamos todos los problemas. Ahora tenemos que esperar que se dicten nuevas normas y queremos que se dicten como yo quiero. Estamos en un proceso de cambio enorme. Tenemos un decreto de emergencia energética plenamente vigente. Se están recomponiendo las tarifas de modo gradual. Se está volviendo a poner en valor leyes vigentes que fueron sistemáticamente ignoradas en los últimos 23 años. Eso nos va a permitir tener costos muchísimo más económicos que van a beneficiar al usuario real.
Uno de esos cambios que genera ruido es el Plan Gas, un programa bastante apoyado por la industria que el Gobierno pretende ir dejando de lado. ¿Cuál es su opinión?
El Plan Gas implica que Cammesa compra gas y tiene prohibido por ley comprar el gas. Lo que termina sucediendo es que le venden a Cammesa más caro porque saben que no les paga o que tarda en pagar. Pero tenemos un tema de coyuntura porque hay contratos firmados que deben ser respetados. Esos contratos se van a transferir a la demanda. Si ese contrato me lo transfieren a mí, la empresa lo agarra y te aseguro que reduce el precio. Se sienta con el productor y le dice: 'el Estado te paga 4 dólares el millón de BTU con este volumen, si me lo bajas a 2, te doy mejor curva, mejor plazo y conversamos'. Te aseguro que el costo del gas para el cliente baja drásticamente.
¿Por qué le convendría al productor de gas que hoy tiene mejor precio?
Los contratos son a corto y mediano plazo, no son por volúmenes enormes y la forma de producción cambió con el shale gas. Hoy hago un pozo y eso me dura muy poco porque empieza a depletar rápidamente. Para tener más gas tengo que invertir todo el tiempo. Si yo no tengo un horizonte, no voy a poder mantener mi posición en el mercado. Necesito asegurarme demanda de calidad y que me pague. ¿Qué vale más? ¿Cammesa que no paga desde noviembre o SAESA que me paga el día 5 de cada mes y con contratos a largo plazo? ¿Cuánto vale eso en la Argentina? Por otro lado, ninguna empresa quiere un comprador del cual dependa su supervivencia. Hoy están vendiéndole a un muy mal comprador a un precio muy elevado, y el resto del mercado spot lo venden cerca de un cuarto de eso. Si vos transparentás el mercado, no va a haber gas de un dólar ni tampoco de 4 dólares. Esos 4 dólares incluyen el riesgo regulatorio, el riesgo de cobranza, el riesgo argentino. Ese no es el precio de gas. Todas las productoras preferirían un precio transparente, competitivo.
¿Qué precio de gas imagina en ese escenario de competitividad y transparencia?
Te podría decir 2 dólares o 2,5.
Otra de las discusiones actuales pasa por cómo hacer llegar el gas argentino a los países limítrofes. Esa necesidad de construcción de gasoductos venía siendo liderada por el Estado. ¿Es factible que lo hagan los privados con todo el riesgo que existe en el país?
Yo creo que sí y, de hecho, así se hizo el sistema energético argentino en el pasado. Los gasoductos que van a Chile, a Uruguay, a Brasil, todo se hizo con inversión privada. Dependerá de lo serios que seamos los argentinos. El capital es cauteloso, pero también avaricioso. Si el premio es adecuado al riesgo, podés hacer gasoductos hasta que pasen por zonas de guerra. Así operan las petroleras. Por supuesto que la tasa de retorno que le van a pedir a la Argentina no será un 7%.
Pasemos al sector eléctrico. ¿Se imagina un retorno al esquema de costo marginal que funcionó en la década del 90'?
Ese sistema fue bastante exitoso. Nos permitió llegar a una energía bastante competitiva. ¿Puede haber otros? Sin duda. Pero debe cumplir con el objetivo de la ley de tener un suministro seguro al menor costo posible en un mercado de competencia y transparencia. Si toda la energía pagamos en los últimos 15 años a un promedio de 65 dólares el MW, pasara a valer unos 300 dólares por el cambio de sistema a costo marginal, la cuenta se hace impagable. Entre ese extremo de doctrina, que es muy atractivo para que se invierta en nueva generación, y la situación actual, hay un montón de soluciones eficientes. Podemos ir hacia un costo marginal de corto plazo mil veces mejor que el actual. Voy a permitir que el mercado page 300 dólares, pero por un pico de 15 minutos. No por un mes. No estamos listos para un costo marginal pleno, pero tenemos que ir hacia esa solución.
¿Cuál sería el precio de equilibrio en la electricidad?
Con una correcta regulación, podríamos estar debajo de los 50 dólares. La competitividad de tu combustible y la modernización de tu parque te dará ese precio.