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Inflación: Por qué no se logra perforar el piso del 4% y qué habría que hacer para superar esa barrera

Fernando Heredia

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El dato de agosto fue más alto de lo esperado y confirma el amesetamiento de los últimos tres meses.

15 Septiembre de 2024 09.01

El principal logro económico del que se jactaba el Gobierno en este primer año de gestión era, sin lugar a dudas, la desaceleración inflacionaria. De hecho, el mérito era reconocido por la mayoría de los argentinos en las principales encuestas de opinión pública y emergía como uno de los sustentos de la popularidad del presidente Milei, a pesar del inédito proceso de ajuste.

Sin embargo, ese camino descendente encontró un piso en la zona del 4% mensual, hace cuatro meses que no logra perforar esa barrera y empieza a encender alarmas en el mercado por la importancia que le dio el propio Ministerio de Economía a una rápida convergencia con la tasa de devaluación mensual del 2% para garantizar la sostenibilidad del plan económico.

Uno de los factores clave que explican el rebote inflacionario de agosto es el aumento de tarifas, transporte y combustibles, que se reflejó tanto en el ítem de regulados (5,9%) como en la propia categoría "Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles" (7%).

"Para atacar el IPC general se podría volver a postergar aumentos de regulados, donde ya se hizo un esfuerzo importante y en lo que va de gestión aumentaron 221% (contra una inflación núcleo que acumula un alza de 134% en el mismo período). En agosto aportaron más de 1 punto porcentual de inflación. Es una herramienta que pueden emplear, aunque no sería una buena señal", dice Gonzalo Lacunza de Empiria Consultores.

La mala señal de la que habla el economista es el impacto fiscal que podría tener la medida, aunque hay dos factores circunstanciales que ayudarían a que esto no suceda. El primero es la típica reducción del costo de suministro del gas y la electricidad una vez superado el invierno, que ahora se verá acentuado por la puesta en marcha de tres obras que incrementarán la sustitución de gas local por combustibles importados. Esto reducirá la proporción de subsidios incluso con una tarifa pisada. En gas, el efecto se mantendría hasta mayo del 2025 cuando vuelva a incrementarse la demanda y en electricidad hasta diciembre de este año cuando comiencen a encenderse los aires acondicionados por las altas temperaturas.

El segundo elemento que juega a favor del gobierno en materia inflacionaria es el desplome del precio del petróleo internacional. En poco más de dos semanas cayó un 11% y en los últimos dos meses acumula una baja del 17%. A partir de este fenómeno, los precios locales llegan incluso a superar el precio de paridad de exportación, con lo cual, incluso podría llegar a darse un retroceso de los precios en los surtidores de las estaciones de servicio argentinas si se sostiene esta cotización del Brent. 

De todas maneras, esto está prácticamente descartado por una serie de factores. El principal es que los analistas prevén un leve rebote del barril. El segundo es que la devaluación del 2% mensual obliga a un ajuste nominal de todos los meses para sostener el mismo precio en términos reales. Y el tercero es que el Ejecutivo acumula un fuerte atraso en la actualización de los impuestos a los combustibles que también fijan un piso mínimo de aumentos por mes. Aun así, el escenario sigue siendo favorable y permitiría autorizar aumentos mucho menores sin afectar los ingresos de las petroleras o golpear la recaudación del Tesoro.

Lamentablemente, el amesetamiento de la inflación no se explica únicamente por la recomposición de precios relativos como tarifas y combustibles. Para aislar el IPC de estos fenómenos estacionales, el Ministerio de Economía le pidió al mercado que analice su evolución en base al indicador de la inflación núcleo. Y, justamente, en agosto registró un salto del 3,7% al 4,1% respecto al mes anterior.

"Efectivamente estamos viendo un piso inercial en torno al 4%, lo que era previsible. Primero por el impacto de los precios atrasados y segundo por la inercia inflacionaria que son 2 o 3 puntos mensuales. Al entrar en un régimen de alta inflación, las familias y empresas argentinas modificaron sus comportamientos para adaptarse a eso. Con contratos más cortos, con contratos indexados, con actualizaciones de precios más frecuentes. Eso ocurrió y sigue ocurriendo. Entonces, la inflación pasada te repercute en la inflación presente", explica Martín Kalos, director de Epyca Consultora. 

Por su parte, para Gabriel Caamaño, director de la Consultora Outlier, la mayor resistencia que está mostrando la inflación también pasa por la recuperación económica que ayuda a mejorar la rentabilidad de los sectores no transables y, con ello, sus precios. "Los precios y servicios no transables empiezan a cortar la distancia respecto del componente transable, que se acentuó con la devaluación y convergió rápido al ancla cambiaria. Los no transables no lo habían podido hacer y sus márgenes cayeron mucho. Ahora que se recupera la actividad, empiezan a aumentar lo que no hicieron antes", indica el economista.

De cara al mes de septiembre, la gran apuesta de Caputo pasa por el efecto baja de Impuesto PAÍS, aunque podría ser un fenómeno que no influya mucho más allá en el tiempo. 

"Nosotros captamos algo en la primera semana de septiembre, sobre todo en autos y electrónica donde hubo deflación mínimamente, pero no abarca más del 5% del índice. Habrá un segundo impacto a fin de año cuando caiga definitivamente el Impuesto PAÍS porque termina el plazo que había autorizado el Congreso. Pero la pregunta del millón es qué más puede operar el Gobierno", marca Lorenzo Sigaut Gravina.

Con más escepticismo, Pablo Repetto, de Aurum Valores, dice no estar "tan seguro que la inflación vaya al 3% en septiembre. La resistencia de la núcleo me hace pensar más que volverá a estar entre 3,5 y 4% más con el ajuste de este mes en muchos regulados. No tengo claro el impacto del impuesto PAÍS porque no podemos saber si algo de esa baja ya se reflejó en las últimas semanas de agosto producto de que los costos de reposición de muchos bienes ya se sabían que iban a ser más bajos".

"El efecto del Impuesto PAÍS creemos que podría estar sobreestimado. La historia indica que los precios son mucho más sensibles al alza (depreciaciones cambiarias) que a la baja (apreciaciones; baja del tipo de cambio). Haciendo un ejercicio benevolente, el impacto de la baja podría ser de 0,7 puntos porcentuales en la inflación mayorista de septiembre, que luego se iría trasladando durante el último trimestre hacia el índice general", coincide Lacunza. 

¿Cómo perforar ese 4%?

Frente a este complejo escenario, los economistas debaten que alternativas tiene el ministro Caputo para retomar un sendero de desaceleración general de precios. "Si querés recuperar el ritmo de caída, tenés que hacer esfuerzos adicionales, pero todo tiene su costo. Por ejemplo, si endureces lo monetario, vas a tener que subir la tasa y la recuperación de la actividad va a ser más lenta", subraya Caamaño.

El Magíster en Economía, Iván Carrino, se muestra más optimista y dice que, "como en la física, la inercia no dura para siempre". "Si vos mantenés las políticas de fondo como son el ajuste fiscal y monetario, entonces eventualmente ese piso inercial se va a romper. El mes que viene impacta la baja del Impuesto PAÍS y, en octubre, veremos si con estas políticas fiscales y monetarias es suficiente o si el Banco Central deberá subir la tasa o ajustar más el nivel de emisión".

Otra de las tuercas que empezó a ajustar el Palacio de Hacienda es la velocidad de las paritarias, donde ya advirtieron que no permitirán aumentos superiores al 2%. Como contrapartida, si se cumple esta pauta se frenaría la recuperación salarial de los últimos meses que está ayudando al rebote de la actividad económica.

Una última carta con la que cuenta Caputo que mencionan los especialistas consultados por Forbes, sería una corrección a la baja del crawling peg. Históricamente, el ancla cambiaria fue una de las herramientas más exitosas para reducir la inflación en la Argentina, pero también es un arma de doble filo que podría incrementar las expectativas devaluatorias y agrandar la brecha de los paralelos.

"Son pocos los que creen que este tipo de cambio sea sostenible y ese es un factor de inestabilidad inflacionaria. Al final del día buscan forzar una baja de la inflación apreciando el peso, pero como eso es algo que nunca funcionó por mucho tiempo, la conducta de la gente trata de anticiparse a un eventual quiebre del esquema, lo que pone un piso más alto a la inflación retroalimentando la apreciación", objeta Repetto.

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