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Girasol, arranca una campaña con expectativas y buenos precios

Carlos Boyadjian

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Con un ojo en el clima y el otro en el impacto de la guerra Rusia-Ucrania en el mercado del aceite de girasol, los productores confían en que habrá una buena campaña, pero piden eliminar retenciones y unificar el tipo de cambio.

27 Julio de 2024 09.15

Hace veinte años Argentina era el principal exportador mundial de aceite de girasol, pero a caballo de las nuevas tecnologías y los avances genéticos en soja y otros cultivos, junto a la irrupción de dos gigantes agrícolas en las costas del Mar Negro, Ucrania y Rusia, que juntos representan el 75% de las exportaciones mundiales -hoy embarcados en una guerra que parece no tener fin- el girasol de la Argentina perdió posiciones a nivel global.

Pese a ello el aceite de girasol que sale de las plantas industriales en el país explica el 7% de las exportaciones mundiales, destinándose a mercados del exterior dos tercios de la producción de grano, que dependiendo de las campañas oscila entre 3,5 y 4 millones de toneladas. 

La etapa siguiente es la molienda para sacar aceite crudo de girasol, la forma en que se exporta la mayor parte de esta oleaginosa, así como el refinado y fraccionado, que por lo general en este mercado se hace en los países de destino.

Un reciente informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires analiza las perspectivas en la Precampaña de Girasol 2024/25, y proyecta que “la superficie destinada a girasol alcanzará los 1,85 millones de hectáreas, manteniéndose estable con respecto al ciclo anterior”. Pero aclara que se ubicaría “un 3,2 % por encima del promedio de las últimas 5 campañas”.

El factor climático

El uso del potencial tiene que ver con las dudas acerca de la evolución de los factores climáticos y económicos durante la ventana de siembra. Y el dato no es menor, teniendo en cuenta por ejemplo que en las últimas semanas el norte del área agrícola del girasol, que abarca norte de Santa Fe, Chaco y parte de Santiago del Estero, recibió escasas precipitaciones.

En esta región la ventana de siembra arranca a mediados de junio y llega hasta fines de agosto, por lo que las decisiones de siembra se están tomando en estos momentos, en forma casi perentoria. En las últimas campañas muchos campos del NEA y el Centro-Norte de Santa Fe quedaron sin sembrar por falta de humedad superficial durante la ventana de siembra. Ese es el temor que todavía persiste entre los productores de esa zona.

Pero en la cuenta también entra la necesidad de buscar cultivos sustitutos al maíz por el riesgo que supone la plaga de chicharrita – que afectó muy fuerte en la campaña 2023/24- y otras enfermedades asociadas, que “hacen del girasol una opción interesante”.

“Somos optimistas en general para la próxima campaña de girasol”, aseguró Juan Martín Salas Oyarzún, productor de Trenque Lauquen y presidente de la Asociación Argentina de Girasol (ASAGIR). Pero recordó que “este invierno es especialmente seco en Chaco y la zona norte productiva, por lo que si no tenemos lluvias es posible que no se alcancen los niveles de siembra previstos originalmente”.

El productor señaló que en esa región productiva había una intención de siembra de 400.000 hectáreas, pero ahora “va a ser muy difícil que se alcance, porque si no tenemos lluvias ya mucha de esa superficie no puede implantarse y pasará a otros cultivos”, con la soja esperando en primera fila.

El sur también existe

El panorama de la zona sur del girasol es distinto. Salas Oyarzun destacó que el sur de la provincia de Buenos Aires y La Pampa es una región mucho más estable en términos productivos, y allí no se esperan problemas con el clima. Por eso “el salto productivo lo da siempre el norte del área de girasol”, obvio, siempre que se pueda sembrar.

Con una demanda internacional que se mantiene sólida, especialmente de parte de India, que representa el 20% de la demanda mundial de aceite de girasol, el escenario exportador es promisorio. Además, la guerra entre Rusia y Ucrania impacta en la producción de los dos principales productores de girasol y de aceite, abriendo oportunidades a otros jugadores.

En la actualidad el precio del aceite de girasol -también el de colza- muestran una suba del 15% respecto al año anterior, en parte reflejando también la suba del precio del petróleo (10%) y su impacto en los fertilizantes, señala el informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.

En este escenario el precio FOB del aceite de girasol en época de cosecha está en 943 US$/Tn en Argentina, y esto es un incremento de 68 dólares por tonelada desde el primer valor registrado en el contrato y una suba de 11% en relación a los precios de 2023. Pero el dato negativo es que en comparación a las últimas tres campañas los precios están 17% abajo.

En los últimos tiempos se incorporó el mejoramiento genético en los granos, lo que permite generar materia grasa, que es un valor agregado en el girasol y por el que los productores perciben una “bonificación” en el precio, al momento de vender la materia prima a la industria. En el país hay algo más de 2000 productores y toda la cadena de valor agrupa a más de 30.000 personas ocupadas.

“Lo bueno es que hoy tenemos fundamentos interesantes para producir”, asegura Salas Oyarzun. Sin embargo, la agenda del sector reproduce muchos de los reclamos de otras cadenas productivas.

“Entre 2007 y 2015 el girasol tuvo retenciones del 32% y ahí se paró toda la inversión en genética”, explicó el titular de Asagir. Hoy los pellets de girasol, que se usan como forraje para el ganado pagan 4,5% de derechos de exportación y el grano y el aceite el 7%.

“No es un mal momento internacional, pero para aprovechar la oportunidad necesitamos la unificación cambiaria, la eliminación del impuesto PAIS y la eliminación de las retenciones”, remató Juan Martín Salas Oyarzun.

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