Existen miles (sí, miles) de libros, cursos y podcasts que tratan de explicar cómo alcanzar el éxito en los mercados financieros para proteger e incrementar el capital. Sin embargo, todo se reduce, literalmente, a una combinación de tres cosas: dinero, coraje y paciencia.
Dinero
Aunque resulte una obviedad, muchas personas deben recordar que, para invertir, se necesita tener dinero. Los mercados financieros no sólo no te harán millonario de la nada, sino que tampoco son funcionales si no se realiza un aporte inicial.
Son extremadamente pocos los casos en los que una persona coloca unos pocos dólares en una determinada acción y al cabo de las décadas se vuelve rico. De hecho, son tan pocos que se utilizan únicamente como ejemplos teóricos.
Los inversores mortales, comunes y corrientes, deben trabajar, bajo dependencia o por cuenta propia, para obtener un ingreso de dinero periódico consistente. Y recién ahí podrán utilizar parte del flujo para armar una estrategia de inversión.
En este punto, también vale la pena aclarar que quienes buscan “convertir” un pequeño monto de dinero en un enorme capital no invierten ni promocionan la inversión, sino que operan (hacen trading). En otras palabras, se pasan horas y horas analizando el desempeño de activos financieros para tratar de comprar y vender a corto plazo y así ganar un beneficio. Pero esto, al fin de cuentas, termina siendo un trabajo de casi tiempo completo y se aleja muchísimo de la inversión pasiva convencional.
Coraje
Una vez que los inversores logran acumulan un determinado capital para invertir, deben tener coraje para asumir riesgos a cambio de una potencial recompensa. Y esta cualidad también aplica para la inversión en bonos, que suelen considerarse activos “seguros”.
Tener los “dólares bajo el colchón” y no invertir por miedo es la receta para perder poder adquisitivo con el paso del tiempo. De hecho, sólo en las últimas dos décadas, la inflación acumulada en Estados Unidos fue del 65%.
Por este motivo, hay que salir de la zona de confort y animarse a construir una cartera que esté correctamente diversificada entre acciones, bonos y otros tipos de activos financieros, pero siempre según los objetivos y necesidades propios.
Al comprar acciones, el capital puede caer, por ejemplo, un 30%. Y al adquirir bonos, también puede haber una baja o el emisor puede reestructurar las condiciones. Pero tener el dinero sin invertir durante periodos prolongados sólo brinda la seguridad de que su poder de compra colapsará a lo largo de los años.
Paciencia
Por último, todo aquel que busque triunfar en los mercados financieros debe dominar un atributo que también servirá para afrontar con éxito otros aspectos de la vida: la paciencia.
Tal como dijo el gran inversor Warren Buffett, “el mercado de valores es un dispositivo para transferir dinero de los impacientes a los pacientes”. La razón es sencilla: no sólo las buenas empresas crecen considerablemente a largo plazo, sino que también el interés compuesto es cada vez más efectivo con el paso del tiempo.
Por ejemplo, invertir US$ 50.000 a un 7% anual reinvirtiendo los beneficios durante 30 años generará un monto final de alrededor de US$ 381.000. En cambio, el mismo dinero sin reinvertir el 7% anual ganado sólo retornará un total de US$ 155.000. Si por impaciencia un inversor recolecta constantemente los beneficios y no deja que la inversión madure, entonces la rentabilidad final será duramente castigada.
En resumen, para tener éxito en la bolsa y triunfar como inversor, hay que trabajar para conseguir dinero, luego invertir una parte de este capital en instrumentos financieros y simplemente tener paciencia para que el tiempo haga su trabajo.