El fantasma de la recesión volvió a golpear fuertemente a la cotización del petróleo, que cayó un 5,5% este jueves para llegar a 76 dólares por barril en el caso del Brent, el nivel más bajo desde junio del 2023.

El fenómeno fue potenciado por el anuncio de la Administración de Información de Energía (EIA) que reportó un significativo aumento de los inventarios en Estados Unidos de 3,6 millones de barriles, lo que marca un exceso de oferta.

El otro factor clave que explica el desplome del precio del crudo fue el menor procesamiento de refinerías chinas durante octubre que despertó los temores de una caída en la demanda del principal importador hidrocarburífero del mundo.

Al mismo tiempo, los analistas están preocupados por los débiles datos económicos publicados en Estados Unidos y la Unión Europea, donde se bajó la perspectiva de crecimiento para el 2023 del 0,8% al 0,6%, mientras que en Estados Unidos se observó una merma en la producción manufacturera.

“Se han reavivado los temores a una recesión suave. Alentados por las declaraciones de la directora del fondo de especialización tecnológica ARK, Cathie Wood. La FED perdió la oportunidad de bajar la tasa en un 0,25%, lo que hubiera dado un respiro para las economías que están resistiendo y las empresas que están muy endeudadas. Hay un temor de que las tasas no bajen lo suficientemente rápido y se produzca una recesión alimentada por la tasa real de interés, que es cada vez más alta por el efecto de baja de inflación”, subrayó a Forbes el analista de mercados, Francisco Uriburu. 

La incertidumbre ahora pasa por la reacción de la OPEP, que hasta ahora continuó sosteniendo sus previsiones de demanda sólida, pero si la tendencia bajista persiste, de verá obligada a efectuar nuevos recortes de producción para empujar los precios al punto de equilibrio de 80 dólares por barril, número que necesita el presupuesto de Arabia Saudita para no entrar en crisis.