El Gobierno enfrentará las próximas elecciones con una dualidad llamativa en el mercado de trabajo: un bajo nivel de desempleo pero con salarios deteriorados frente al avance de la inflación. Entonces, el ajuste no está concentrado vía niveles de ocupación, aunque con niveles de precarización en aumento, sino a través de los ingresos reales de los asalariados.
Los últimos datos oficiales sobre empleo son positivos. Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), con datos al primer trimestre, la tasa de ocupación llegó al récord de 45% y la desempleo al 6,9%, el nivel más bajo para ese período desde que se tiene registro. Aunque desde la consultora Invecq realizaron un trabajo en el que realizaron un diagnóstico sobre cuál es el detrás de escena de dicho proceso.
En primer lugar, la consultora destacó que el bajo nivel de desocupación tiene detrás la existencia de programas sociales, como el caso del Potenciar Trabajo, y el crecimiento del empleo público. “Estimamos que una tasa de desempleo corregida estaría cómodamente por encima del 10% de la Población Económicamente Activa (PEA) y no por debajo del 7% como reflejan las estadísticas del INDEC”, indicaron.
Desde Invecq señalaron también la pérdida de calidad y productividad del mercado de trabajo. Del total de trabajadores en relación de dependencia, los no registrados crecieron 6% interanual y 11% en relación a 2019. Mientras que en 2019 eran el 35% de los asalariados, ahora representan el 36,7%.
“Dentro de los trabajadores independientes también el crecimiento es mayor dentro de los informales (aquellos que no están registrados ni como autónomos ni como monotributistas). Así, sumando ambas categorías, al menos el 42% de todos los ocupados en el mercado laboral son informales”, consignó el informe.
Invecq también resaltó que los ingresos reales de los trabajadores mostraron fuertes caídas en relación a los máximos de 2017. La desaceleración de la inflación y las actualizaciones de las paritarias permitieron una estabilización en los últimos meses, aunque no hubo una recuperación considerable.
A grandes rasgos, detalló la consultora, la pérdida de poder adquisitivo muestra lo siguiente:
- “Los asalariados registrados del sector privado, un grupo de aproximadamente 6,5 millones de personas, tienen hoy un poder de compra 13% menor que el que tenía en 2017. Luego de haber tocado su piso a mediados del año 2020, pandemia de por medio, ha conseguido estabilizarse y zigzaguea entre el -10% y el -15% de caída.
- Los asalariados registrados del sector público, un grupo de aproximadamente 3,5 millones de personas, tienen hoy un poder de compra 20% menor que el que tenía en 2017. Luego de haber tocado su piso a mediados del año 2021 (-25%), han logrado una recuperación de 5 puntos porcentuales y desde finales del 2021 se encuentran en la zona de -20%”.
- “En la peor situación se encuentran los trabajadores no registrados del sector privado, un subgrupo de unas 5,5 millones de personas aproximadamente. Si bien la información de este subgrupo se publica con bastante más rezago, con los últimos datos disponibles las estimaciones dan cuenta de una caída del poder de compra del 28% en relación a los valores de 2017. Estos ingresos se muestran bastante más volátiles que los de los registrados”.
- “Un cuarto grupo está conformado por trabajadores independientes o no asalariados, tanto formales (registrados como autónomos o monotributistas) como informales. Monitorear la evolución de los ingresos de este grupo es bastante más difícil, pero teniendo en cuenta la evolución de los ingresos totales de la EPH, muy probablemente los ingresos de este grupo estén en algún lugar entre los trabajadores del sector público (-20%) y los no registrados (-28%)”.
En definitiva, Invecq sostuvo que el ajuste del mercado de trabajo no se da vía niveles de ocupación sino que se hizo a través de los ingresos: “Hay mucho empleo, pero poco salario”. Es en ese marco en el que también se da un fenómeno relativamente nuevo: trabajadores formales que perciben ingresos por debajo de lo que se necesita para superar el umbral de pobreza.
“Mientras que en el año 2019 el 25% de los ocupados era pobre, en la última medición ese porcentaje ha crecido al 30%. Es decir que trabajadores que no eran pobres hoy lo son y no necesariamente porque hayan perdido el empleo (la fuente de ingreso) sino porque el ingreso derivado de ese empleo ha perdido poder adquisitivo”, graficó la consultora.
En definitiva, el poder adquisitivo será una variable que no jugará a favor del Gobierno en las próximas elecciones. “Más aún, si al análisis de la dinámica de los ingresos laborales, le sumamos la de los ingresos no laborales como las jubilaciones y pensiones el panorama luce mucho peor. Entre 2017 y 2019 el haber mínimo y medio bajó 18% y 15%, respectivamente. Pero entre 2019 y hoy se le sumó una caída real del 24%, por lo que entre hoy y el 2017 la principal transferencia de la ANSES perdió un 35% y un 34% de poder adquisitivo respectivamente. Un panorama muy negativo para las urnas del oficialismo”, concluyó Invecq.