“Vamos a fijar las reglas de juego de un nuevo modelo, a fin de brindar las señales de precios adecuadas para la inversión. Respetaremos lo firmado, manteniendo la seguridad jurídica y reestableceremos la indispensable transparencia y previsibilidad para que los actos de la Secretaría de Energía sean conocidos con anticipación en un calendario anual”. Así se presentaba públicamente el titular de la cartera energética, Eduardo Rodríguez Chirillo, apenas asumió su cargo, con un plan enfocado en la premisa de que “la energía cuesta y hay que pagarla” para poder promover la inversión.
Apenas unos meses después, el camino transcurrido demuestra un accionar completamente inverso. Con acuerdos que se incumplen a pocas semanas de firmarse, ruptura de contratos que habían respetado hasta los gobiernos más intervencionistas y cambio de decisiones que las empresas se enteran por los diarios.
La última sorpresa fue el congelamiento de tarifas de luz y gas que, según lo pactado, pasarían a actualizarse todos los meses a partir de una fórmula polinómica que contemplaba salarios e inflación. Sin embargo, el plan se incumplió incluso antes de que entrara en vigencia en su primer mes.
“Todavía estaba fresca la tinta de lo firmado y ya rompen el acuerdo. Es una señal malísima que demuestra que vamos a ser el primer fusible de ajuste cuando las encuestas les empiecen a dar mal. Y eso que no estamos en año de elecciones”, destacan desde una firma del segmento gasífero.
Más allá del propio incumplimiento, las empresas quedaron muy molestas por los modos y la falta de comunicación. “Nadie nos avisó nada, nos enteramos por los diarios”, sostienen.
En efecto, según explicaron a Forbes varias distribuidoras de luz y gas, un día antes de la medida la Secretaría de Energía había confirmado que se aplicaría la suba. Ya el martes, empiezan los rumores de congelamiento, que se terminan confirmando a última hora por la prensa.
“Lo peor es que el impacto en la factura iba a ser mínimo (de un 2% o 3%), pero el golpe en la confianza es total. Ya conocemos como es esto. Te dicen que dura un mes, después que son dos y después se cancela completamente. Incluso si lo vuelven a actualizar, no recuperamos la pérdida de ingresos por no facturar a los precios correspondientes”, remarca otra firma.
La contrapartida de esta medida es que también se suspende el compromiso de inversiones de las empresas para este año, que era parte del mismo acuerdo. “Queda trastocado, sí. Me hace acordar al 2019 cuando Macri congeló todo por las elecciones. Ahí se frenó todo el plan de inversión que se venía haciendo desde 2017”, recuerda una distribuidora.
El otro aumento que estaba previsto y que también quedó cancelado es el del segmento mayorista de electricidad y gas. En este caso, la diferencia es que los generadores y productores sí recibirán los nuevos valores, pero no serán trasladados a la distribución. Por lo tanto, deberán ser cubiertos por transferencias del Tesoro.
El interrogante en este sentido es si se normalizarán los flujos de subsidios o si el Ministerio de Economía volverá a intentar cancelar sus compromisos con bonos con quitas del 50% como ya hizo para los meses de diciembre y enero con tal de no registrar déficit en las cuentas públicas.
Para resguardarse, muchas generadoras frenaron pagos con sus proveedores y algunos aseguran que peligra la cadena de pagos, especialmente en las firmas más chicas. “Lo que están haciendo con las generadoras sólo lo pueden soportar los grandes jugadores. Pero hay más de 300 pymes y cooperativas que simplemente van a quebrar”, dice un reconocido especialista en energías renovables.
En la misma línea, desde una gran generadora cuestionan el mecanismo de resolución y la falta de certezas a futuro. “Estamos sin brújula, en un sector clave de la economía y no vemos ninguna señal de seguridad jurídica. Había mil maneras de solucionar el tema de la deuda de Cammesa, pero no escucharon y nos tiraron un bono por la cabeza a lo patotero. Honestamente, te sentís retrocediendo a las peores épocas del kirchnerismo”, agregan.