“No hay tal cosa como un almuerzo gratis” o simplemente “no hay almuerzos gratis”, es una sentencia muy popular entre los economistas del mundo entero, que significa lisa y llanamente que cada medida o acción tomada en materia económica -también la escasez de medidas o la demora en hacerlo- tiene sus consecuencias, mediatas o inmediatas. Y a veces ambas.
Es lo que se confirmó fácticamente este martes, a partir del informe mensual de evolución del consumo masivo que elabora la consultora Scentia, destacando que el impacto de la fuerte devaluación del peso en diciembre -el tipo de cambio mayorista saltó 54% en el arranque de la gestión Milei- se tradujo en una brusca caída del consumo masivo en enero de 2024.
Según el relevamiento, la venta de alimentos, bebidas, productos de limpieza y de higiene personal en supermercados y autoservicios independientes, se contrajo 3,8% interanual, luego de haber crecido 1,4% en diciembre y de sumar siete meses seguidos en terreno positivo, con incrementos de hasta 8,5% interanual en plena campaña electoral, y en el marco del denominado plan “Platita”.
Lo cierto es que la taba se dio vuelta y hoy parece no haber bolsillo que convalide las fuertes subas de precios en los canales minoristas, asumiendo sólo las compras imprescindibles y arrojando como resultado la mencionada caída, incluso en productos de primera necesidad.
Un dato a considerar es que luego de 18 meses en baja, el primer mes del año mostró una recuperación de los autoservicios independientes (0,5%) y un derrumbe en cadenas de supermercados (-8,3%), los grandes beneficiarios de programas de promoción del consumo (Precios Cuidados, Justos, etc) y de promociones bancarias y a través de aplicaciones. El fin de muchos de esos incentivos golpeó fuerte al canal.
“Es importante tener en consideración que las bases de comparación son parte de la explicación de esta situación, dado que Autoservicios se comparan con un -9,1% de enero de 2023 y Supermercados con +7,8%”, explicó Osvaldo Del Río, director General de Scentia.
Pero destacó que “hay otros componentes que suman a esta nueva etapa, por ejemplo, los fuertes cambios en precios y la pérdida de poder adquisitivo”. Hacia delante, “es probable que se intensifiquen hábitos que ya hemos visto, con una mayor frecuencia de compra y menor cantidad de unidades por ticket, con el fin de cuidar más el gasto en cada acto de compra”, señaló Del Río.
Impacto devaluatorio
Más allá del desempeño dispar de los canales entre el AMBA y el interior, también habría jugado en contra la caída del turismo y la baja de las ventas en ciudades fronterizas, con menor afluencia de extranjeros. Es que tras las subas de precios locales post devaluación, ya no encuentran tan atractivo venir a comprar bienes de consumo masivo en ciudades argentinas.
Desde el Instituto de Estudio de Consumo Masivo (Indecom) observan que “desde la devaluación hubo una baja importante en el consumo por caída de la capacidad de compra”, aunque éste es un fenómeno que ya lleva un tiempo y no es sólo atribuible a lo que ocurrió de diciembre a esta parte.
Miguel Calvete, presidente de Indecom, sostiene que “la caída en la capacidad de compra interanual está en torno al 33%, con foco en lo que representa más del 50% de la economía, que es la economía informal, más jubilados y pensionados, y casi 28 puntos en asalariados formales”.
Lógicamente, esto tiene un correlato en el consumo masivo. Allí se observan cambios en los patrones de consumo desde hace un año, y en forma más notoria desde diciembre de 2023, donde la capacidad de compra “perdió entre 8 y 10 puntos más”, indicó Calvete.
El experto agregó que “resurgieron segundas y terceras marcas, marcas blancas y obviamente una compra mucho más planificada y racional por parte de los consumidores”.
Tendencia alarmante
En el caso de alimentos Indecom midió una caída de las ventas del 23%, pero no es el único caso preocupante, También se desplomaron las ventas de medicamentos, y productos farmacéuticos, con una inflación que va de 298% a 323% en las cuatro familias principales del rubro (psicofármacos, diabetes, hipertensión y cardio), frente a una inflación anualizada al mes de enero de 254%, según datos oficiales.
El costado social de esta suba no puede dejar de considerarse, porque según Indecom se observa una “discontinuidad en tratamientos crónicos prescritos”, y “alrededor del 19% ha dejado de seguir los tratamientos, sobre todo el caso de jubilados”, remarcó Calvete. Bajas o pases de planes en prepagas y coberturas de seguro, más servicios que se dan de baja, completan hoy el combo.
Hacia delante se observa una tendencia consolidada a menor consumo, que en principio, podría revertirse si efectivamente hay una recomposición de los niveles salariales, como aspira el Gobierno. Hace falta también que se moderen los niveles inflacionarios hacia mediados de año, tal vez entre julio y agosto, convergiendo a un dígito mensual, como se esperanzan en despachos oficiales.
Pero la situación es bien compleja. A principios de febrero, un estudio de Focus Market indicaba que una familia de cuatro miembros, dos adultos y dos niños en edad escolar, tendrá en marzo una canasta de consumo masivo (alimentos, bebidas, artículos de limpieza y cuidado personal) de $420.000 mensuales, a los que hay que sumar $1.297.400 en servicios (luz, gas, agua, combustible, transporte, prepaga, colegio privado, telefonía, internet, etc).
“Los argentinos tienen un gran problema con el poder adquisitivo de su ingreso por la pérdida de valor de nuestra moneda. Una economía que no crece no puede mejorar el ingreso de todos”, sentenció Damián Di Pace, director de la consultora Focus Market.