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El campo en alerta por la suba de aranceles en Estados Unidos, que empezó por el acero: cómo le impacta

Carlos Boyadjian

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Oportunidades y desafíos en un mundo en que la impronta de Donald Trump no pasa desapercibida. Qué puede pasar con los precios de los commodities agrícolas.

12 Febrero de 2025 08.05

El inicio del gobierno Trump anticipa una guerra comercial de imprevisibles consecuencias, gatillada por elevadísimos aranceles a la importación de bienes de sus principales socios comerciales. Por ahora se materializó en el acero y el aluminio, pero la amenaza continúa.

Enrique Erize, titular de la consultora Novitas, aseguró en una reciente entrevista con el portal Agrositio que las medidas proteccionistas son expresiones de una geopolítica disruptiva hacia los mercados.

Estas medidas fortalecerán aún más al dólar a nivel global, lo que supone un efecto inverso en el precio de las materias primas, más inflación en EE.UU, casi segura suba de la tasa de interés de referencia de la Fed (Banco Central de ese país) para combatirla, y una salida de capitales de los mercados emergentes, que irían a la plaza norteamericana buscando un fly to quality (vuelo hacia la calidad).

"La política comercial adoptada por Trump a menos de un mes de haber asumido ha derivado en un aumento de la volatilidad en el mercado granario, particularmente en la soja", asegura Eugenio Irazuegui, analista de mercados en la corredora de granos Zeni.

El experto consideró, además, que estos movimientos han surgido tras los anuncios del mandatario estadounidense y los recientes acuerdos establecidos con México y Canadá. Y apuntó: "Un dólar fuerte suele correlacionarse negativamente con las materias primas, incluidas las agrícolas".

Pelea de fondo

Por su parte, Marisa Bircher, exsecretaria de Comercio Exterior y titular de la consultora Biglobal, especializada en negocios y comercio internacional, apunta que el marco de referencia hoy es la pelea de titanes entre Estados Unidos y China.

Explicó que el fortalecimiento del dólar estadounidense, impulsado por políticas internas, podría tener un doble efecto sobre los precios de los commodities agrícolas. Por un lado, "un dólar más fuerte generalmente resulta en precios más bajos de commodities denominados en dólares, lo que podría reducir los ingresos por exportaciones de países productores como Argentina".

Pero, por otro lado, la disminución de las exportaciones estadounidenses a China debido a altos aranceles "podría ampliar el mercado para los productos argentinos, potencialmente equilibrando los efectos de un dólar fuerte".

En ese sentido, Bircher recuerda cuando en 2018, durante la disputa comercial anterior entre ambas potencias, Argentina incrementó significativamente sus exportaciones de soja hacia China. En su visión, hoy tanto Argentina como Brasil podrían aprovechar las demandas insatisfechas en algunos de estos mercados.

Por ejemplo, México depende del maíz y el trigo de Estados Unidos, pero políticas proteccionistas o cambios en las condiciones comerciales de EE.UU. "podrían incentivar a México a diversificar sus fuentes, creando oportunidades para que Argentina aumente sus exportaciones hacia el mercado mexicano".

Asignaturas pendientes

Para el exembajador Diego Guelar, que estuvo al frente de las representaciones argentinas ante la Unión Europea, Brasil, Estados Unidos y China, es muy difícil que el país pueda incrementar sus exportaciones en medio de esta compulsa.

"No tenemos política exportadora ni productos, el 80% de la carne y el 70% del grano van a China. Hoy no tenemos exportadores que estén midiendo el mercado norteamericano", sentenció, en un contexto de estructura productiva primaria.

En este sentido, Guelar señaló que "somos un país que tiene productos que le compran, pero no política exportadora" e instó a observar que el país no tiene un problema de apertura de mercados, "lo que existe es costo argentino por los elevados impuestos".

Eugenio Irazuegui destacó que hoy prevalece la volatilidad en los mercados en medio de denuncias cruzadas de aranceles. El pasado martes, la exclusión del poroto de soja -y demás productos de origen agropecuario- en el listado de productos estadounidenses gravados por China derivó en alzas de hasta 6,25 U$S/tn, indicó. Pero lo esperable es que, con un dólar más fuerte, los precios de los granos caigan.

El experto apuntó que, en este marco, los actores del mercado se cubren. Mientras EE.UU. impone aranceles y China responde que la política arancelaria de la Casa Blanca viola las leyes del comercio internacional, los registros de importaciones europeas se aceleraron en las últimas semanas. 

"En lo transcurrido de la campaña, las compras al exterior de los países miembro ascienden a 8,27 millones de toneladas y exceden en un 13% al acumulado de igual período del ciclo anterior", analizó Irazuegui.

El juego de Trump

Los destinatarios de las medidas arancelarias fueron México y Canadá, socios estratégicos en el USMCA o T-MEC, el tratado de libre comercio sucesor del Nafta, que impulsó el propio Trump en su primer mandato; y China, la segunda potencia económica mundial que desde hace años le disputa la hegemonía a Estados Unidos en cada palmo de tierra a lo largo y ancho del globo, y es la verdadera obsesión del mandatario republicano.

A éstos hay que sumar a la Unión Europea, a la que Washington ya amenazó con imponer nuevos aranceles a sus productos. Así, puso en guardia a los líderes europeos, que se resisten a subir hasta el 5% del PIB el presupuesto en defensa, de acuerdo a las exigencias del presidente de Estados Unidos. El argumento de Trump es el abultado déficit comercial con el bloque europeo. 

Salvo el caso de China, cuyos bienes ahora deben pagar 10% de arancel adicional, y también entró en el terreno de las retaliaciones arancelarias, el resto por ahora es una amenaza latente, salvo en el caso del acero y el aluminio, donde se fijó una alícuota del 25%.

Los primeros análisis tras el anuncio de las medidas, aseguraban que nadie gana en una guerra comercial que puede durar años, mucho menos en un mundo en que el dólar ya se viene fortaleciendo a caballo de una mejora de los indicadores económicos en ese país, que obligó a muchas economías emergentes a devaluar sus monedas. Sólo el real brasileño lo hizo en torno al 25% en 2024.

En Argentina el año pasado se dio el fenómeno inverso, con un peso que se apreció al menos un 20% respecto del dólar, según el consenso de los analistas, siguiendo a rajatabla el crawling peg del 2% mensual -hasta el mes pasado- acumulando retrasos frente a la inflación. 

Desde el 1 de febrero el atraso cambiario se puede profundizar incluso más, con un crawling que corre al 1%, ahondando la pérdida de competitividad de los bienes locales para acceder a mercados del exterior.

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