Con un dólar blue en $ 200 y las divisas operadas en el segmento libre en zona de $ 215, el ministro de Economía, Martín Guzmán, tienen serios inconvenientes para sostener su modelo de economía "tranquila". El alerta llega también desde las reservas del Banco Central, donde diversos especialistas, como Gabriel Rubinstein, comienzan a advertir que ya están en terreno negativo.
También surgen dudas sobre un nuevo congelamiento de precios, que por ahora no impidió que en octubre la inflación tocara uno de los niveles más altos del año, y repitiera el 3,5% de suba de septiembre. Lo cierto es que, después de las elecciones del domingo, son varios los cabos sueltos que el Gobierno debe administrar y atar.
En un informe elaborado por la consultora LLYC, el economista Luis Secco advierte que Argentina necesita mucho más que un plan de estabilización de precios; necesita un programa integral de cambio de régimen económico.
"Esto significa no sólo armar un plan creíble para bajar la inflación -a su nivel más bajo posible, en el tiempo más corto posible-, sino también diseñar un paquete de reformas estructurales que modernicen y desregulen la economía argentina, de forma tal de hacerla más abierta y productiva y, en definitiva, más atractiva y competitiva"; sostiene el economista.
Sin embargo, agrega, "no parece que el Gobierno tenga ni la voluntad ni la capacidad de llevar adelante un proyecto de ese tipo". Para el economista, no hay indicios de que el resultado electoral pueda modificar esa situación, o que el camino de un gran acuerdo político tenga como objetivo un cambio de régimen en lugar de un objetivo mucho más mezquino como el de aguantar, comprando algo de tiempo y gobernabilidad para los próximos 24 meses.
¿Qué alternativas se abren en el horizonte más cercano?
Una alternativa es que el Gobierno mantenga las políticas de precios e ingresos (congelamientos tarifarios y de precios), la política fiscal y monetaria actuales sin cambios importantes. "Sin cambios de las políticas en marcha, el escenario más probable es que el descontrol nominal haga de las suyas más temprano que tarde y que, en consecuencia, el aguante así diseñado no dure más que un par de meses", apunta Secco.
"Otra posibilidad, aún más temeraria, es que el Gobierno decida iniciar el aguante con un sinceramiento de algunos precios, como el tipo de cambio y las tarifas, pero no más que eso. En este sentido, vale recordar que el aguante de 2014-2015 arrancó con una devaluación del peso en enero-14. Sin austeridad fiscal y monetaria, esa corrección (del tipo de las devaluaciones sin plan del pasado) sería, dadas las condiciones actuales, un pase express a una fase final de aceleración y descontrol nominal de consecuencias políticas y sociales imprevisibles. La diferencia entre esta opción y el escenario anterior está en la velocidad con la que se llega a dicha fase de crisis", opinó.
La tercera vía, sostuvo, es si el Gobierno, en cambio, decidiera mantener las políticas de precios e ingresos actuales, pero modificando la política fiscal y monetaria hacia una instancia más austera -menos expansiva-. Podría haber un acuerdo con el FMI (con metas de reformas que luego se postergarían y/o se incumplirían) y el intento de aguante exhibiría algo más de control nominal y cierta moderación inicial de la inflación. "Sin embargo, las distorsiones de precios relativos seguirían creciendo junto con la inflación reprimida, lo que abortaría rápidamente cualquier atisbo de mejora de las expectativas y del nivel de actividad económica. Por lo que tal intento de estabilización incompleto sería paulatinamente abandonado", comentó.
Por último, la alternativa más promisoria, plasmó el economista, sería la de reducir el actual sesgo expansivo de la política fiscal, reduciendo el déficit y la necesidad de monetizar una parte significativa del mismo, y acompañar tal austeridad con políticas de precios e ingresos menos represivas y más sustentables. "Sin dudas esta alternativa es la que generaría mayores costos sociales y políticos iniciales, pero es la que tendría más chances de evitar un descontrol y una aceleración nominal todavía más costosa y de final incierto. El FMI se sentiría más cómodo al perdonar los incumplimientos de metas y la larga espera hasta ver qué pasa si llega un nuevo gobierno en 2023 podría ser algo más relajada y llevadera que en los escenarios que abren las alternativas anteriores", completó.
Dólar, inflación y FMI
En conversación con Forbes Argentina, el economista Jonatan Loidi precisó que en la que economía postelectoral el foco estará puesto en los mensajes que el Gobierno dé en los próximos días, sobre todo lo relacionado con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
"¿Por qué? Porque la única forma de negociar hoy con el FMI es con un plan. El presidente manifestó que van a presentar un plan plurianual, es decir, un plan de mediano plazo, y ahí deberían expresar cómo deberían hacer para bajar el déficit, contener la inflación, qué van a hacer en términos de devaluación de la moneda y tratar de salir de la brecha del 100%", remarcó Loidi.
Entonces, agregó, "pongo como foco ahí porque si no se quiere sentar a negociar con la deuda está obligado a llevar un plan, que después se verá y lo llevan a la práctica o no". El economista cree que este plan marcaría algunos objetivos de corto y mediano plazo.
"Claramente, el FMI tiene menos presión que la Argentina y el país está obligado a hacerlo de cara a los vencimientos del año que viene, sobre todo en marzo. Es muy probable que el FMI esté mejor para negociar al Gobierno que llegue a esa época con un plan más ordenado y, sobre todo, buscando apoyo en el Congreso, que es lo que le va dar más sustentación", opinó el economista.
¿Qué esperar sobre el dólar y la inflación? Para Loidi, dependerá de los anuncios del Gobierno, pero pueden persistir ciertas presiones, sobre todo al dólar informal, que es el que fija expectativa. Sobre la inflación, "nada hace pensar que pueda bajar en el corto plazo si no modifican esas cuestiones", finalizó.
Por su parte, el economista Orlando Ferreres dijo no esperar que se llegue a una megadevaluación, pero estimó que el gobierno deberá aplicar correcciones al tipo de cambio. Hizo notar el daño que provoca la brecha cambiaria alta entre el dólar libre y el oficial. Pronosticó que las devaluaciones "podrían ser de hasta 5% a 6% por mes, entre diciembre y los primeros meses de 2022, para después normalizarse", pero advirtió que la inflación del año que viene sería similar a la de este año, de alrededor del 50% anual.
Las expectativas por un acuerdo con el FMI
El economista Claudio Loser dijo que le "llamaría mucho la atención que se llegue a un acuerdo rápido, a menos que haya un lineamiento muy claro entre el Fondo y el Gobierno". En diálogo con "990 sin relato", el programa de Antonio Fernández Llorente por AM 990, explicó que "quizás el Fondo le pueda hacer a la Argentina una reducción, no de la reestructuración, sino del programa económico".
El ex director del FMI para el Hemisferio Occidental consideró que se debe tratar de un "programa donde la parte fiscal es un elemento central y donde la emisión monetaria, que tiene que ver con el déficit fiscal y con préstamos que se puedan haber estado dando por todos lados, tienen que controlarse".
Además, sostuvo que "se debe mirar el tipo de cambio. Esos son los elementos esenciales para ponerse a hablar y negociar", y aclaró que "tiene que sentarse a negociar, porque no es que se presenta un programa y listo".
En tanto, el economista Miguel Kiguel señaló que "el acuerdo con el Fondo no se puede hacer sin cambios en la política económica" y eso requiere definir "cómo se hace para reducir el déficit fiscal, cómo se hace para ganar reservas o cómo se hace para bajar la brecha".
En diálogo con Esta Mañana, el programa de Luis Majul en Radio Rivadavia, Kiguel manifestó que para encaminar y cerrar las negociaciones con el FMI se debe tener un horizonte definido.
"La verdad es que el día después lo encuentra al Gobierno teniendo que resolver los mismos problemas que antes: inflación, brecha cambiaria, falta de reservas y de acceso al crédito, la pobreza, el crecimiento. Sin que haya un rumbo claro", señaló.