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Diez preguntas clave para encontrar el asesor financiero adecuado

True Tramplin

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El asesoramiento de un experto es clave para hacer rendir al máximo las inversiones personales. Cómo elegirlo

6 Abril de 2025 15.30

A la hora de manejar tu plata, pocas decisiones pesan tanto como elegir al asesor financiero correcto. Esta persona no solo te va a guiar en tus estrategias de inversión, planificación fiscal y ahorro para la jubilación, sino que también va a cumplir un rol clave en el desarrollo de tu bienestar financiero a largo plazo.

Si sentís que llegó el momento de consultar con un especialista, en esta nota vas a encontrar diez preguntas esenciales que te van a ayudar a evaluar la capacitación, la integridad y la idoneidad de un asesor para tu situación particular. Cada pregunta está pensada para darte claridad, confianza y control durante el proceso de selección.

1. ¿Sos fiduciario?

 

La primera —y más importante— pregunta que tenés que hacerle a cualquier asesor es si trabaja como fiduciario. Es decir, si está legalmente obligado a tomar decisiones que te favorezcan. Un fiduciario tiene que priorizar tus necesidades por encima de las suyas o de las de su firma, incluso si eso le deja menos ganancia por el servicio que te presta.

Ojo: no todos los asesores son fiduciarios. Algunos operan bajo lo que se conoce como estándar de idoneidad, que solo exige que el asesoramiento que dan sea "adecuado", pero no necesariamente el mejor que podrían ofrecerte. La diferencia puede parecer sutil, pero tiene consecuencias importantes. Un asesor que no es fiduciario puede tener incentivos para recomendar productos que le generen comisiones más altas, aunque haya opciones mejores o más económicas para vos.

Hacete esta pregunta de entrada para descartar a profesionales que tal vez no prioricen tus intereses. Es clave que aclares si el asesor actúa como fiduciario en todo momento y en todos los aspectos de la relación financiera. Pedile que te lo deje por escrito. Un verdadero fiduciario no va a dudar en confirmar su rol, e incluso podría ver la pregunta como una muestra de tu seriedad. Su disposición a cumplir con los estándares legales y éticos más altos debería transmitirte confianza y sentar las bases de una relación transparente y a largo plazo.

 

2. ¿Cuáles son sus calificaciones y credenciales?

 

La formación profesional importa, y mucho, cuando se trata de asesoramiento financiero. Reflejan competencia técnica, compromiso ético y formación continua. Buscá certificaciones reconocidas como Planificador Financiero Certificado (CFP), Analista Financiero Certificado (CFA) o Contador Público Certificado (CPA). Cada una tiene su especialización y responde a perfiles distintos.

Por ejemplo, un CFP cumple con requisitos estrictos de formación y experiencia, además de respetar un código de ética riguroso. Un CFA aporta una mirada técnica sobre gestión de inversiones, mientras que un CPA suma conocimientos en planificación fiscal. Entender las diferencias entre estas certificaciones te ayuda a elegir al asesor que mejor se adapte a lo que necesitás.

No tengas miedo de preguntar por su formación académica, los años de trayectoria y si tiene alguna especialidad relevante para tu situación.

 

3. ¿Cómo se le paga?

 

La forma en que un asesor cobra puede tener un impacto directo en las recomendaciones que te haga. Por eso, es fundamental que haya total transparencia desde el inicio. Existen distintos modelos de compensación: algunos cobran honorarios fijos, otros lo hacen por hora trabajada o aplican un porcentaje sobre los activos que gestionan. También están quienes trabajan a comisión, es decir, ganan por vender productos financieros como fondos comunes de inversión, seguros o rentas vitalicias.

Además, hay una tercera categoría: los asesores híbridos, que combinan honorarios con comisiones por productos. Entender cómo se estructura su remuneración te va a dar una idea más clara de si sus incentivos están alineados con tus objetivos.

Porque la forma en que se remunera a un asesor puede generar posibles conflictos de interés. Por ejemplo, un asesor que solo cobra honorarios suele considerarse más imparcial, ya que no recibe comisiones por recomendar productos financieros específicos. En cambio, quienes cobran por comisión podrían tener incentivos para sugerir productos que les dejen una mayor ganancia, más allá de si realmente son las opciones más convenientes o estratégicamente acertadas para vos.

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A la hora de manejar tu plata, pocas decisiones pesan tanto como elegir al asesor financiero correcto. 

Cuando entrevistes a un posible asesor, pedile que te explique en detalle cómo es su modelo de compensación. Consultale sobre todos los honorarios involucrados: honorarios por asesoría, ratios de gastos de los fondos, costos por transacciones y otros cargos implícitos. Su respuesta te va a mostrar de qué manera se gana la vida y hasta qué punto está dispuesto a priorizar tus intereses financieros por sobre sus propios incentivos.

 

4. ¿Qué servicios ofrece?

 

Los servicios que brindan los asesores financieros pueden variar muchísimo. Algunos se enfocan exclusivamente en la gestión de inversiones, mientras que otros ofrecen un enfoque integral de planificación financiera.

 

5. ¿Quién es su cliente típico?

 

Es fundamental saber si tus necesidades financieras y tu estilo de vida se parecen a los de los clientes actuales del asesor. Si el asesor trabaja habitualmente con personas que atraviesan situaciones similares a la tuya, va a tener más herramientas para entender tus desafíos, anticipar posibles obstáculos y ofrecerte estrategias probadas.

Además del perfil demográfico y financiero de sus clientes, preguntale cuántas cuentas maneja actualmente y qué nivel de atención podés esperar. Un asesor que administra cientos de cuentas probablemente no tenga la misma capacidad de respuesta ni el mismo grado de personalización que otro que trabaja con una cartera más acotada y específica.

 

6. ¿Cómo trabajaremos juntos?

 

La cadencia, el formato y la calidad de la comunicación pueden influir profundamente en tu confianza en el proceso de planificación, así como en la eficacia de las estrategias que se implementen. ¿Se reunirán de forma trimestral, semestral o solo cuando haya algún cambio significativo? ¿El asesor hará seguimientos proactivos o dependerá de que vos tomes la iniciativa para contactarlo?

También es clave dejar en claro cuáles serán los métodos de comunicación preferidos. ¿Tendrán reuniones presenciales, virtuales, por teléfono o por correo electrónico? Saber de antemano cómo se compartirá la información y en qué plazos podés esperar respuestas te va a ayudar a evaluar si el estilo de comunicación del asesor encaja con tus expectativas y tu nivel de comodidad.

La calidad de la relación entre asesor y cliente no depende solo de la capacidad técnica del profesional, sino también de la solidez de sus prácticas de comunicación. Establecer estas pautas desde el comienzo es clave para construir una colaboración efectiva y de largo plazo.

 

7. ¿Cuál es su filosofía de inversión?

 

La filosofía de inversión de un asesor define cómo se va a construir, gestionar y ajustar tu cartera con el tiempo. Refleja su visión sobre la eficiencia del mercado, la gestión del riesgo, la importancia de la diversificación y el equilibrio entre estrategias activas y pasivas.

Por ejemplo, algunos asesores adoptan un enfoque disciplinado y basado en evidencia, priorizando una diversificación amplia a través de fondos indexados de bajo costo y aplicando un reequilibrio estratégico. Otros, en cambio, prefieren una metodología más activa, que incluye asignaciones tácticas de activos o intentos de superar a los índices de referencia mediante la selección de acciones individuales y la sincronización del mercado.

No existe una receta única que sirva para todos, pero sí es fundamental que haya compatibilidad. Si vos apostás por una estrategia de inversión a largo plazo, basada en comprar y mantener, y tu asesor opera frecuentemente con una alta rotación apoyado en predicciones del mercado, ese desajuste puede generarte incomodidad e incluso pérdidas.

También es importante entender cómo gestiona el asesor los períodos de volatilidad e incertidumbre económica. Un asesor reflexivo debería poder explicarte no solo qué decisiones toma en esos contextos, sino también por qué las toma. Su filosofía de inversión tiene que ser un marco claro y coherente, que te transmita confianza. Asegurate de que esté alineada con tus objetivos, tu tolerancia al riesgo y tu horizonte temporal.

 

8. ¿Cómo mide el éxito de sus clientes?

 

Un asesor verdaderamente centrado en vos sabe que el éxito no se mide solo con números, sino en función de tus metas, plazos y valores personales. Su tarea es ayudarte a definir objetivos concretos y alcanzables: puede ser ahorrar para la educación de tus hijos, jubilarte a una edad determinada o generar ingresos pasivos que te permitan reducir tu dependencia del trabajo.

A partir de ahí, debería tener herramientas para monitorear tu avance en términos reales, más allá de métricas abstractas de rendimiento. Puede hacerlo mediante software de planificación, tableros personalizados o evaluaciones periódicas que permitan revisar tu progreso.

Medir el éxito también implica hacer ajustes cuando cambian las circunstancias. Los planes financieros no son estáticos, y un buen asesor va a adaptar la estrategia según lo que ocurra en tu vida, en el mercado o en tus prioridades. En este sentido, el éxito no se resume solo a los resultados, sino también a la capacidad de respuesta y a la intención con la que se lleva adelante el proceso.

Preguntale si vas a recibir informes de desempeño completos, con qué frecuencia se va a actualizar tu plan y si el asesor considera el éxito en función de la satisfacción del cliente, del cumplimiento de objetivos o de ambos factores. Un buen asesor no mide el éxito únicamente con los números del estado de cuenta, sino con tu nivel de confianza, tu tranquilidad y tu capacidad para vivir la vida que querés.

 

9. ¿Puede proporcionar referencias o testimonios de clientes?

 

Si bien las credenciales y las designaciones profesionales tienen su peso, escuchar a clientes reales puede darte una comprensión que ningún currículum ni folleto de marketing puede igualar. Pedir referencias o testimonios te permite conocer de primera mano la confiabilidad, el estilo de comunicación, la eficacia y la constancia del asesor a lo largo del tiempo.

Muchos asesores con experiencia cuentan con una biblioteca de testimonios anónimos, casos prácticos o resultados de encuestas de satisfacción que muestran el impacto de su trabajo. Algunos incluso pueden ofrecerte la posibilidad de hablar con clientes de larga data, dispuestos a compartir con franqueza cómo fue su experiencia. También vale la pena revisar las reseñas en línea: muchas veces revelan patrones de satisfacción (o insatisfacción) que no se ven tan fácilmente en la documentación oficial.

Cuando un asesor se enorgullece de dejar que sus clientes hablen por él, suele ser una buena señal: probablemente estés en buenas manos.

 

10. ¿Alguna vez fue sancionado por un organismo regulador?

 

Aunque esta pregunta pueda parecer incómoda o un poco incisiva, es totalmente válida y refleja un ejercicio responsable de debida diligencia. Los asesores financieros están sujetos a regulaciones de organismos como la Comisión de Bolsa y Valores (SEC), la Autoridad Reguladora de la Industria Financiera (FINRA) y distintos entes estatales. Estas instituciones se encargan de hacer cumplir normas éticas, garantizar el cumplimiento legal y proteger a los inversores de malas prácticas.

Cualquier antecedente disciplinario —ya sea por fraude, tergiversación, negligencia o falta de divulgación de conflictos de interés— merece ser analizado con atención. Incluso las infracciones que parecen menores pueden hablar de problemas más profundos en cuanto a juicio, integridad o responsabilidad.

Cuando le hagas esta pregunta a un posible asesor, debería responder sin vueltas ni evasivas. Si efectivamente tuvo algún problema, tiene que estar dispuesto a dar contexto, explicar lo que pasó y contar qué hizo para corregirlo y evitar que vuelva a suceder. La falta de transparencia al respecto ya es, en sí misma, una señal de alerta.

 

Nota publicada por Forbes US

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