“Si gana Milei la nafta valdría 800 pesos”, lanzó el ministro Sergio Massa. La realidad es que, gane quien gane el próximo balotaje, el precio del combustible podría dispararse mucho más allá de ese valor de acuerdo a lo que pase con el dólar y el barril criollo.
No es una novedad decir que el precio de los combustibles en la Argentina presenta un atraso histórico, pero no muchos saben la magnitud del mismo. Para tener una referencia, hasta septiembre, último mes medido por el Indec, la inflación acumulada del 2023 fue del 103%, mientras que los ajustes en el surtidor apenas llegaron al 63%.
Por otro lado, el congelamiento del impuesto a los combustibles líquidos y al dióxido de carbono, generan un atraso del 30% a costa de una merma en los ingresos del Estado de alrededor de 2.500 millones de dólares al año.
Es así como el valor de la nafta se encuentra un 34% por debajo del promedio de la última década y, desde enero del 2019, mantiene un descenso del 17% en dólares que sube al 19% en el caso del gasoil.
Para ubicarse en línea con el promedio de la década, debería subir a 460 pesos por litro la nafta y a 437 pesos el gasoil. No obstante, hay dos elementos claves que generan una distorsión adicional que podrían hacer disparar los precios muy por encima de estos niveles.
Uno es el tipo de cambio, que cualquier economista descuenta que pegará un salto importante después de las elecciones. De hecho, el propio Gobierno paga un dólar de exportación por arriba de 500 pesos para la gran mayoría de los productos.
El otro elemento es el llamado “barril criollo”, es decir, el precio al que se comercializa el petróleo en el mercado interno por un acuerdo entre productoras y refinadoras que, en los hechos, es impuesto por YPF como líder del mercado.
Desde la salida de la convertibilidad, siempre se mantuvo una brecha entre el barril internacional y el precio local, pero pocas veces con esta magnitud durante un tiempo tan prolongado. Por ejemplo, en mayo de este año, el valor del Brent cotizaba a 74 dólares por barril, mientras que el criollo se pagaba unos 65 dólares. En ese momento, producto del acuerdo Precios Justos que permitía ajustes mensuales que apenas llegaban a la mitad de la inflación, YPF bajó el precio del barril a unos 60 dólares para que sus márgenes de refinación no se vean tan afectados.
La situación se volvió a repetir en agosto, cuando se impuso el congelamiento de precios por dos meses y medio luego de la devaluación del tipo de cambio poselectoral. La cuestión es que, para ese entonces, el Brent había saltado a 85 dólares y pocas semanas después llegó a costar 95 dólares por barril. Es decir, unos 40 dólares de diferencia respecto al mercado local, cuando pocos meses antes la brecha era de 10 dólares.
Todos los analistas sostienen que esta diferencia no se puede mantener más tiempo o, de lo contrario, perjudicará seriamente las inversiones en Vaca Muerta. Sucede que cualquier petrolera internacional priorizará los proyectos en países con una mejor remuneración.
Bajo este escenario, la mayoría de las consultoras anticipan un panorama de piso, de un barril criollo regresando a los 65 dólares y un tipo de cambio oficial de 500 pesos. Con esas premisas el litro de nafta saltaría a 580 pesos, una suba del 74%, según los cálculos de Economía & Energía.
La consultora que dirige Nicolás Arceo eleva la proyección del precio del combustible a $833 si el tipo de cambio sube a 750 pesos por dólar y a $1.087 si salta a 1.000 pesos por dólar. El escenario de máxima sería con un barril criollo a 75 dólares, donde el combustible subiría a $654 con un dólar a $500, a $943 con un dólar a $750 y a $1.232 con un dólar a $1.000.