La ilusión de que Vaca Muerta es la salvación de la economía argentina se choca contra una dura realidad que, tiene un desorden macroeconómico tal, que podría echar por tierra incluso un potencial tan extraordinario como éste. ¿Vaca Muerta puede acomodar la macro o es necesario acomodar la macro para poder explotar Vaca Muerta?, preguntaron como disparador en el evento Marval Forecast 2024, a lo que el 80% del auditorio se inclinó por la segunda opción.
Tenemos que dejar de ser un país al margen de la ley que es lo que hemos estad experimentando al menos durante los últimos 20 años, destacó el ex ministro Juan José Aranguren que, de todos modos, también dejó un mensaje esperanzador. Vaca Muerta se ha convertido casi en una política de Estado.
El consenso de los especialistas indica que hay varios aspectos positivos a destacar de esta primera década de la formación no convencional en explotación como los diversos Plan Gas que fueron implementando y respetando gobiernos de distinto signo político. Sin embargo, se necesitan mucho más cambios regulatorios y medidas de promoción para poder dar un verdadero salto exportador que monetice los recursos del shale neuquino.
De acuerdo a las proyecciones de la consultora Aleph Energy, en un escenario de continuidad de crisis, solamente se terminan los proyectos en ejecución y no se realizan nuevos emprendimientos. De esta manera, se alcanzaría el pico de saldo comercial energético en 2026 con unos 6.000 millones de dólares para luego estabilizarse entre 2.600 y 1.500 millones en la siguiente década. El escenario de desarrollo medio trazado por la consultora que dirige Daniel Dreizzen anticipa un salto inédito desde el equilibrio de balanza comercial actual hasta un superávit de 24.000 millones en 2030.
Ya el panorama más optimista contempla el desarrollo del GNL, el cual permitiría llegar a unos 34.000 millones de dólares en 2030 y a 55.000 millones en 2035. Para eso, la consultora indica una serie de políticas públicas que habría que ejecutar como una nueva ley de hidrocarburos que permita exportaciones a largo plazo, leyes de promoción del GNL y del hidrógeno, normalización macroeconómica y financiera, mejora de precios internos, beneficios fiscales y diversos mecanismos para brindar confianza al privado como contratos PPAs o garantías estatales.
Hacia adelante, el país contará con un nuevo actor generador neto de divisas, pero será clave para su despliegue y poder aprovechar su potencial obras de infraestructura necesarias, el aporte de una macroeconomía estable y un andamiaje legal que aporte previsibilidad, coinciden desde Ecolatina, socia de Aleph Energy.
El hecho que el sector vuelva a transformarse en un aportante neto de divisas contribuiría a alterar el patrón/matriz de crecimiento del país y apoyar la estabilidad macroeconómica (la cual, al mismo tiempo, le generaría un impulso adicional), en dos principales dimensiones. La primera, referida a los impactos directos e indirectos de la explotación de estos sectores sobre la expansión del PIB y el empleo; la segunda, asociada a la posibilidad de alterar la estructura del balance de pagos, ampliando la base de exportaciones y reduciendo la dependencia del agro y, por ende, del clima y de los precios internacionales de las commodities agrícolas, agregan.
Los factores críticos para el despliegue de la potencialidad del sector, aseguran, pasan por la reducción del costo de financiamiento que solamente se concretaría con una estabilización macroeconómica, el levantamiento del cepo para importar y exportar con mayor facilidad y poder girar utilidades a las casas matrices, y nuevos marcos legales y regulatorios. En el corto plazo, la clave para por solucionar los cuellos de botella en obras de infraestructura y, para eso, es fundamental que se finalice la segunda etapa del gasoducto Vaca Muerta, junto a la reversión del gasoducto Norte.