En la lógica del Gobierno el cepo cambiario es una piedra en el zapato y el principal obstáculo a sortear para dinamizar las inversiones, tanto locales como extranjeras, y para que el país empiece a caminar finalmente en el sendero del crecimiento económico.
Fraguado a lo largo de más de una década, en sucesivas etapas y niveles de profundidad, durante las administraciones de Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández, tal vez el cepo sea la herencia más difícil de sobrellevar para el Gobierno.
Hay que recordar que entre diciembre de 2015 y agosto de 2019 no se aplicaron restricciones a las operaciones con dólares, pero tras perder las PASO de aquel año Macri se vio obligado a reponerlo ante la corrida cambiaria en ciernes y para no perder más reservas del Banco Central. Incluso luego de que hubieran ingresado 44.000 millones de dólares del crédito Stand By del Fondo Monetario Internacional.
Ante las trabas que existen hoy para operar con divisas, ya sea que se trate de empresas o individuos, el Gobierno tiene una convicción y una certeza. La convicción es que en la doctrina libertaria no hay cabida para trabas a los movimientos de dólares u otras monedas extranjeras, por lo que, si fuera sólo por el deseo, hubiera abierto la tranquera cambiaria el primer día de gobierno.
Pero como nadie está obligado a declarar contra sí mismo ni a suicidarse en el altar de los justos, del mismo modo, el Gobierno tiene la certeza de que no se puede levantar el cepo -o en verdad, los distintos cepos que existen- sin tener reaseguros que todo no va a explotar por el aire.
Gobierno con freno de mano
"Más importante que salir rápido del cepo es salir bien" repite ante cuanto micrófono tenga delante el ministro de Economía Luis Caputo. En la misma sintonía, durante su visita a Nueva York para asistir a la 79° Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente Javier Milei aseguró que el cepo se iba a liberar cuando la inflación llegara a cero.
Fue un mensaje que generó nervios en el mercado, aunque luego desde el Gobierno aclararon que no se refiere a un 0% absoluto, algo que en Argentina no ocurre desde fines de 2001, sino inflación cero respecto del 2% mensual de devaluación del peso, que sigue la política de crawling peg.
Para Elisabet Bacigalupo, responsable de Análisis Macroeconómico en Abeceb, el punto neurálgico en la salida del cepo es qué pase con el tipo de cambio el día después. El Gobierno teme que en caso de un salto devaluatorio eso vaya a precios y dispare nuevamente la inflación.
"Hay un cambio de clima respecto de hace seis o siete meses, el promedio del mercado no espera un salto devaluatorio", señala Bacigalupo. En ese sentido, considera que "un momento ideal para levantar el cepo sería en diciembre o enero", una vez que finalice la vigencia del Impuesto PAIS. Además, aún se está lejos de las elecciones de medio término, con lo que no habría impacto político.
El punto es que sin ese 30% de Impuesto PAIS para atesoramiento, compras con tarjeta de crédito en divisas o gastos en el exterior, habrá una presión importante en la demanda de dólares en el verano.
Si se sacara el cepo podría haber un deslizamiento del tipo de cambio oficial, tal vez de $1000 a $1200, ejemplifica la economista, pero muchas empresas ya están priceadas a un dólar más alto que el oficial, de manera que "tendrías un pass through (pase a precios) más bajo", explica Bacigalupo.
Lorenzo Sigaut Gravina, director de Análisis Macroeconómico en Equilibra, coincide con esta mirada sobre la cercanía de alguna definición. "Con una continuidad del dólar blend (liquidación 80% al oficial y 20% al CCL) y sin acumular reservas, en el verano 2025 el Gobierno algo va a tener que hacer con la política cambiaria".
En su opinión, hay todavía una demanda reprimida de dólares, producto de stocks retenidos de deuda con importadores y utilidades y dividendos que no pueden girarse, por lo que levantar el cepo sin más entraña importantes riesgos.
"En el verano es momento de relajar, tenés que dar un poco más de precio (devaluar el peso) y cuando cae el Impuesto PAIS haces una devaluación compensada", precisa Sigaut Gravina. Sería devaluar en torno a un 12%, que es el valor del Impuesto PAIS que se obtiene promediando el 30% que pagan los gastos en el exterior con el 7,5% que pagan los importadores y algunas industrias.
Preparar el terreno
"Si bien el mercado quiere que el cepo se abra lo antes posible, el Gobierno no te va a decir cuándo ni cómo lo va a hacer, pero está tomando algunas medidas en ese sentido, como adelantar el cronograma de pago de importaciones a septiembre/octubre", destaca Camilo Tiscornia, director de C&T Asesores Económicos.
Otro foco para descomprimir la presión del mercado es "desparramar lo más posible el perfil de vencimientos de deuda en pesos, para hacer un puente "hasta la cosecha gruesa, cuando empiecen las liquidaciones entre marzo y mayo de 2025".
En este contexto, la apuesta al Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) busca generar condiciones para el ingreso de capitales, incluso pasando por el costado del cepo.
"Algunos inversores dicen todo bien con la baja de la inflación, pero sacame el cepo", afirma Sigaut Gravina, y se pregunta si el RIGI es suficiente. "Parece que con el RIGI no alcanza, la verdad que las empresas quieren saber cómo van a pagar importaciones o girar utilidades y dividendos", detalló.
"No me imagino que el Gobierno libere el giro de utilidades y dividendos en una primera instancia", apunta Camilo Tiscornia. Considera que la primera medida para ir levantando el cepo es liberar los flujos de importaciones, luego atender la deuda histórica con importadores (stock) y más tarde el flujo de utilidades y dividendos.
"Al final del camino liberar el cepo es levantar la obligación de liquidar a los exportadores", siguiendo el concepto del Gobierno de que los dólares son de los exportadores. Pero eso se va a lograr recién "si el Gobierno consigue confianza y financiamiento".
Elisabet Bacigalupo, en tanto, pone el acento en la elección del momento de levantar el cepo. "El Gobierno está convencido de sacar el cepo, pero el timing es la clave", sostiene.
Y explica: "El verano es un momento oportuno, pero el Gobierno no quiere correr riesgos" con pocos dólares en el Banco Central. Sin embargo, "demorar la salida del cepo genera importantes distorsiones en los precios relativos", remarca la economista.