Por primera vez en tres años la campaña de cultivos de invierno 2024/25 arrancó con buenos perfiles de humedad en los suelos, después de las precipitaciones de las últimas semanas, y hay perspectivas interesantes para sembrar. Pero los precios internacionales están casi 20% por debajo de los que había el año pasado a esta altura y los productores hacen sus cuentas para definir sus próximos pasos.
El cultivo estrella de la cosecha fina de invierno es el trigo, que viene de un ciclo 2023/24 bastante malo, con 14,5 Mt (millones de toneladas) de producción, todavía afectado por la sequía histórica. Ese dato fue mejor que en la campaña previa, que había llegado a sólo 11,5 Mt pero muy lejos de los 22,5 Mt de 2021/22.
Bajo estas condiciones, los analistas proyectan en la nueva campaña un área a sembrar de 5,9 millones de hectáreas, por encima de la última campaña, pero casi 7% menos que el promedio de las últimas cinco campañas.
Los analistas admiten que las lluvias que tuvieron lugar en el arranque del otoño, especialmente en abril, dejaron buenos niveles de humedad en los suelos, lo que es clave al momento de la siembra para los cultivos de invierno (trigo, cebada, centeno, avena). En contraste, las precipitaciones complican los trabajos de cosecha de la gruesa (soja y maíz) que transcurre en estos momentos.
Optimismo moderado
En un par de semanas comenzará a sembrarse el trigo y todas las miradas apuntan a un ciclo mejor que el anterior, pero con reservas. Eso se traduce en un entusiasmo moderado y decisiones de siembra muy cuidadosas para no perder dinero.
Si se mantienen las condiciones climáticas proyectadas y se obtiene un rendimiento promedio, la campaña podría terminar con unos 19/20 millones de toneladas, unos cinco millones más que la última campaña.
Es una buena noticia que puede permitir abastecer al mercado interno y a la molinería y dejar un saldo exportable en torno a los 12 millones de toneladas. No es poco, suman unos US$ 2.500 millones a valores actuales para las reservas del Banco Central y unos US$ 300 millones que capturará el fisco en concepto de derechos de exportación.
Un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario proyecta que las exportaciones de trigo en grano podrían llegar en 2024 a US$ 2.456 millones, considerando algún remanente de la campaña pasada y lo que se embarque de la nueva cosecha. Eso representa una mejora sustantiva de casi 1.500 millones de dólares respecto del ciclo anterior. Por su parte, las exportaciones de harina de trigo llegarían a US$ 191 millones, 20 millones más que en 2023.
Considerando los cinco principales complejos del agro (soja, maíz, trigo, girasol y cebada), la proyección de exportaciones para el 2024 perfora los US$ 30.000 millones y se ubica en US$ 29.300 millones. Si bien esto implica una recuperación de US$ 5.700 millones, el valor de lo exportado por estos productos quedaría US$ 1.700 millones por debajo del promedio del último lustro, explican los economistas Tomás Rodríguez Zurro y Emilce Terré, autores del informe.
Cuestión de precios
Está por arrancar la siembra de trigo y esperamos que el área sembrada y el uso de insumos (fertilizantes) se mantenga respecto de la campaña anterior, pero hay dos factores que inciden en las decisiones de los productores, señala Eugenio Irazuegui, analista de mercados agrícolas de la corredora de granos Zeni.
El primer factor tiene que ver con el precio internacional, un dato que los productores observan al detalle antes de sembrar. El precio internacional del trigo está hoy en US$ 210/15 la tonelada, pero hasta la semana pasada estaba en 200 dólares o menos, recién repuntó en las últimas ruedas, explica Irazuegui.
Y añade que a esta altura de la campaña en 2023 la tonelada de trigo se comercializaba a US$ 240/45 y dos años atrás llegaba a US$ 320/30. Hay que recordar, sin embargo, que el arranque de la campaña en 2022 estuvo atravesado por el inicio de la guerra en Ucrania dos meses antes y la consecuente disparada de los precios de los granos.
En el informe de pre-campaña de trigo que se difundió hace unos días, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), destacó que las lluvias caídas entre marzo y abril a partir de la activación del fenómeno El Niño (intensas precipitaciones) se dio la recuperación al menos parcial de las reservas del perfil, lo que apuntala la intención de siembra del cereal.
Sin embargo, la BCBA advierte que a pesar de la considerable mejora en las reservas del perfil, la previsión de un año atravesado por el fenómeno La Niña (escasez de lluvias), lleva a muchos productores a optar por realizar barbechos largos, con el objetivo de reservar la humedad almacenada recientemente para los cultivos de gruesa del próximo ciclo.
Y agrega que el marco económico establece algunos obstáculos a la hora de definir el planteo productivo del cereal, tomando en cuenta los costos elevados de los insumos versus los precios del cereal, que comprimen los márgenes proyectados, afectando la competitividad del cultivo, concluye el informe de la Bolsa porteña.
Por su parte, Lorena D'Angelo, analista del mercado de granos en AZ Group, afirma que los productores están haciendo sus números y que las condiciones no están siendo favorables para las proyecciones de rentabilidad, por niveles de precio e insumos, pero también con la incertidumbre que pueda generar saber que los pronósticos son nuevamente de año Niña en el mediano y largo plazo. Algunas proyecciones estiman que podría darse entre agosto y septiembre.
Consultado sobre el impacto de las retenciones y el dólar blend (80% al oficial y 20% al CCL) para los exportadores, Eugenio Irazuegui sostiene que en los derechos de exportación no hubo cambios (hoy rige el 12%) y el dólar blend no es algo que este incidiendo en las decisiones de siembra, pero aclaró que sí se espera que después la siembra pueda relajarse algo el cepo cambiario.