Probablemente, los primeros cien días de gobierno de Javier Milei que se cumplieron esta semana, sean los más intensos desde la recuperación de la democracia hace exactamente 40 años. Ese breve período de tiempo, aunque para los sufridos bolsillos argentinos parezca muy largo, equivale a la luna de miel que la clase política, los empresarios y sindicalistas y la sociedad en su conjunto suelen otorgar a los nuevos gobiernos, tan pronto llegan a la Casa Rosada.
Pero en tiempos de urgencias extremas por la crítica situación en que llegó la economía al balotaje del 19 de diciembre, la velocidad en los cambios y la cirugía mayor sin anestesia fue la hoja de ruta que eligió el gobierno nacional. El trasfondo de esta decisión fue no repetir, a criterio de Milei, el error que cometió Mauricio Macri en 2015 de optar por el gradualismo en lugar de la política de shock.
Desde el día 1 el objetivo central del nuevo Gobierno fue el déficit cero. Bajo el lema de la Motosierra lo que se impuso fue un recorte de gastos que según cálculos de analistas llegó al 25% del ahorro logrado en el primer bimestre del año, imponiendo además una licuación de los ingresos, en especial en sectores de ingresos fijos.
El único indicador aceptable es el desempleo abierto, que según los últimos datos está en 5,7% a fin de 2023, uno de los más bajos en las últimas tres décadas. Como contrapartida, los salarios pierden a diario el poder de compra.
Es en un contexto de inflación desbocada tras la devaluación del peso del 54%, anunciada por el ministro de Economía, Luis Toto Caputo a sólo 48 horas de asumir, y con paritarias que corren de atrás, algunas ni siquiera homologadas por la Secretaría de Trabajo. Sólo los jubilados y pensionados están peor que los asalariados. La fórmula de actualización se suspendió y solo recibieron dos bonos de $55.000 en diciembre y enero.
Una de cal y otra de arena
Para Camilo Tiscornia, socio y Director de CyT Asesores Económicos, los primeros cien días de Javier Milei en el gobierno tienen claroscuros pero en líneas generales concluyen con balance positivo, porque el esquema de política económica que venía del kirchnerismo era absolutamente insostenible.
Para los próximos 100 días, Tiscornia cree que la clave de la economía es el capítulo fiscal, pero es un partido que está en juego porque aún faltan ajustes de tarifas de servicios y transporte, que subirán a medidas que el Ejecutivo quite los subsidios. Es decir, un nuevo golpe al bolsillo de la clase media.
En su opinión, el otro factor determinante de cara al siguiente trimestre es el cepo, que el Gobierno está cerca de levantar, no se puede demorar más, remarcó. Pese a ello, el economista consideró que el Gobierno le saca el jugo al cepo con la acumulación de reservas del BCRA.
El consenso de los analistas considera que en el segundo semestre podría comenzar una incipiente recuperación, muy probablemente en forma de V, pero eso no impedirá que el año termine con números en rojo a nivel de actividad, en torno al 3,5% o 4%.
En un escenario de inflación muy elevada, aunque con tendencia a la baja después de la disparada de diciembre (25,5%), enero (20,6%) y febrero (13,2%), el golpe a los bolsillos es fenomenal y eso se nota en la caída del consumo. Según Abeceb podría llegar este año al 8% debido a la caída de ingresos y el aumento de costos de las familias: tarifas, colegios, transporte y salud, entre otros.
En la tómbola de ganadores y perdedores, Abeceb coloca en el primer grupo al sector agrícola (19,2%) por mejora de la cosecha que impulsa la venta de maquinaria agrícola (14,6%), agroquímicos (3,2%) y fertilizantes (8%). También crecerán la minería (11,1%), petróleo & gas (7,4% y 4,3% respectivamente), y la economía del conocimiento, con exportaciones por 10.000 millones de dólares.
Entre los sectores más golpeados, sin dudas están todos los vinculados al consumo, incluido alimentos y bebidas (-0,5%), industria automotriz (-17,4%), electrodomésticos (-10,4%). Por su parte, la construcción, uno componente clave de la inversión, tendría una contracción del 11%.
Empleo y salarios
El Gobierno buscó, de alguna manera, ponerle el freno de mano a la actividad económica, para que así pueda generar condiciones para recomponer reservas e importar menos, asegura Ricardo Delgado, presidente de Analytica.
Aclaró, sin embargo, que el gobierno heredó un bajo desempleo del gobierno anterior, lo que no oculta que la gente tiene un problema de calidad de empleo y obviamente, un problema fuerte de ingresos.
Justamente ese bajo desempleo, es uno de los buffers que tiene el Gobierno para sostener sus medidas, indicó. Pero hay que ver a qué tasa de destrucción de empleo estamos hoy, enfatizó Delgado y recordó el caso de la construcción, con pérdidas de hasta 100.000 puestos de trabajo entre formales e informales.
Delgado insistió que la clave para evitar volver a una situación de crisis es sostener los niveles de empleo, y eso implica tratar de estimular vía inversión y no vía consumo, la actividad económica.
Por su parte, Lorenzo Sigaut Gravina, director de Análisis Macroeconómico de Equilibra, consideró que la inflación bajó más rápido de lo esperado, en parte, por el apretón fiscal y monetario, pero también cambiario y de salarios. Sigaut Gravina estimó que el panorama es complejo aunque se prevé una recuperación en V en el segundo semestre, pero las empresas van a esperar para tomar personal.
Hacia adelante, las alertas se encienden por el crecimiento de la deuda comercial, dijo el experto, y vencimientos de deuda. En julio vence un bono de la deuda reestructurada en 2020 por Martín Guzmán y hay que ver qué pasa con el swap con China, que en tres meses hay que pagar 5000 millones de dólares.
El otro punto clave en los siguientes 100 días es la gobernabilidad y la posibilidad de acordar en el Congreso para sacar las leyes necesarias. Los inversores empiezan a mirar al país, Argentina vuelve al radar y ha generado expectativas, pero la gobernabilidad es clave para el éxito del programa económico, remató Sigaut Gravina.