Expandir los horizontes más allá de las fronteras nacionales, buscando mercados robustos, economías sólidas y estabilidad financiera, es un objetivo deseado por los inversores de Latinoamérica. En un mundo interconectado y globalizado, donde la compra de productos, la contratación de servicios y el acceso a la información están al alcance de unos pocos clicks, para los que nos gusta invertir en real estate surgen los interrogantes: ¿por qué puedo invertir en distintos activos de otros mercados con tanta facilidad (acciones, bonos, etc.) y en la industria inmobiliaria, una de las clases de activos más grandes del mundo, tengo que estar limitado a mi mercado? ¿Tiene sentido perder los beneficios que proveen otros mercados? Lo que está claro es que el capital tiene que perseguir siempre la eficiencia y la diversificación, y lo mismo debería suceder en el mercado inmobiliario.
En este marco, las inversiones cross-border, o transfronterizas, en real estate se están convirtiendo en un nuevo foco de atención para obtener crecimiento patrimonial. La seguridad jurídica, la estabilidad económica, los beneficios fiscales y la diversificación geográfica son algunas de las características que más llaman la atención de los inversores, y sobre todo de los latinoamericanos, que aspiran a tener parte de su cartera en economías que les ofrezcan mayor protección.
Un claro ejemplo de esto es uno de los flujos más importantes de inversiones transfronterizas en bienes raíces: Latinoamérica con Estados Unidos. Las ventajas de Estados Unidos son claras: su fuerza económica y su bajo riesgo, impulsado por el tamaño, diversidad geográfica y un mercado laboral robusto, lo convierten en uno de los destinos más elegidos para invertir. En datos concretos, más del 50% de todas las inversiones anuales extranjeras en el sector inmobiliario en Estados Unidos provienen de Latinoamérica. Según la Asociación Nacional de Agentes de Bienes Raíces (NAR), durante el 2021, más de US$ 30.000 millones fueron invertidos por latinos en el real estate estadounidense. Los principales inversores procedían de México (23%), Colombia (10%), Argentina (8%), Venezuela (8%) y Brasil (5%).
El mercado de inversiones cross-border tiene un potencial muchísimo mayor del que imaginamos. Este se ve impulsado por varios factores: la afinidad con el real estate de mercados menos desarrollados y su necesidad de diversificar capital en mercados más estables (demanda) y la falta de acceso a ellos (oferta). Debido a la falta de interés de los grandes fondos internacionales en captar capitales de medianos y pequeños inversores en el extranjero, y por la dificultad de los players locales de penetrar nuevos mercados, se genera un escenario de demanda reprimida, donde hay mucha intención de compra y poca oferta de calidad. Por esto, las opciones de inversión terminaban sometidas a las coyunturas locales, ya que destinar capital a la industria inmobiliaria históricamente estuvo circunscrito a la ciudad donde uno vivía o que uno conocía.
Aquellos que viajaban al exterior con el fin de diversificar su cartera se encontraban con altísimas barreras de entrada que incluían no solo el viaje, sino la falta de conocimiento del mercado, de equipos de asesores externos, el acceso a negocios de calidad y, en especial, las grandes sumas de dinero necesarias para comenzar a operar. Al final del día, era una oportunidad reservada solo para los grandes capitales.
Pero en un mundo postpandemia estas barreras cambiaron por completo. La posibilidad de acceder a productos del real estate de calidad institucional en múltiples mercados del mundo en pocos clicks no solo generará más eficiencia en el sector sino que también permitirá una mayor entrada de capitales, convirtiéndolo en una industria aún más competitiva y brindando al inversor la posibilidad de investigar y explorar negocios en tiempo real.
En conclusión, el desarrollo de las inversiones cross-border en real estate no solo abre una ventana de oportunidades sin precedentes para los latinoamericanos y para el mundo sino que también permite la inclusión de una nueva generación de inversores que amplía sus horizontes financieros con el objetivo de diversificar sus carteras en busca de crecimiento y protección patrimonial.
*CEO de Dividenz.