La inclusión financiera debiera ser algo más que un slogan progre y cool ideado por el departamento de marketing de la fintech de moda. Debiera ser real y, sobre todo, un medio para mejorar la vida de las personas. Hoy eso no sucede. Los sectores populares están fuera del sistema financiero.
Según reveló el informe Inclusión Financiera, Pagos Digitales y Mejoramiento de la Vivienda en Barrios Populares, realizado por la organización Techo, el economista Ignacio Carballo, y Mastercard, casi la mitad de las personas encuestadas afirma no tener una cuenta bancaria, mientras que apenas un 17% posee una cuenta digital. El uso de efectivo y la falta de acceso a información y educación financiera es una moneda más corriente que el peso.
Araceli Ledesma, referente comunitaria del Barrio Lagomarsino de Pilar, describió de primera mano el impacto de la falta de inclusión financiera: No tenemos acceso al crédito. No nos hacen descuentos por pagar en efectivo. Me pasó, les pasa a los vecinos. Es muy frustrante que no estemos en esas planificaciones cuando hacemos el esfuerzo máximo para poner un ladrillo más, una ventana más, una chapa más en nuestra casa.
Según los datos del informe, el 79% de los encuestados no tiene una tarjeta de crédito y apenas el 15% dispone de una prepaga. Por eso mismo, ocho de cada diez personas que refaccionan su vivienda lo hacen pagando en efectivo.
Las barreras digitales también son altas: si bien ocho de cada diez posee un teléfono móvil, apenas un 22% lo utilizó en el último año para pagar servicios, enviar o recibir dinero, o realizar compras online. Más de la mitad de los que no lo usaron con ese fin indicó que tiene problemas para entender el funcionamiento de las aplicaciones financieras o, directamente, que no sabe usarlas.
Ignacio Carballo, director del Ecosistema de Programas Fintech para América Latina en la UCA, esperaba que el estudio arrojara una alta digitalización por el impacto del Covid-19. No la encontramos. Hay presencia sólo de la banca tradicional y principalmente de la pública. La sorpresa fue que el fenómeno de digitalización exacerbada que generó el Covid no penetró en los barrios populares, afirmó a Forbes Argentina.
En un país con alta inflación y bajos niveles de bancarización, no tener financiamiento implica perder ante el aumento de los precios y, peor aún, no poder consumir determinados bienes y servicios. El 56% de los entrevistados realizó una mejora de su vivienda. Pero hay un 25% que deseó hacer una mejora y no pudo por falta de dinero o acceso al crédito, explicó Lucía Groos, directora nacional del Centro de Investigación e Innovación Social de Techo Argentina. De ese 56% que sí pudo, más del 80% lo hizo con ahorro propio, a través de dinero en efectivo o compra de materiales de construcción. Que las personas estén ahorrando en efectivo implica que no puedan hacerle frente a la inflación. Y que ahorren a través de la compra de materiales, muestra que no existen productos financieros adaptados a sus necesidades o que no acceden a ellos, agregó.
El 38% de los encuestados manifestó no tener resiliencia ante emergencias financieras. La mitad de las personas expresó, por su parte, estar muy preocupada por tener dinero para comida, gastos escolares y salud.
Los redactores del estudio proponen medidas para revertir esta cruda realidad. Hay que trabajar mucho. El primer paso es visibilizarlo y mensurarlo. Hay que comprender las finanzas en la pobreza. Y, por otro lado, también hay que trabajar en la información y educación financiera, asegura Carballo.
Entre las principales propuestas de los investigadores se destacan:
- Políticas de inclusión financiera apalancada en la vivienda y su mejoramiento.
- Inclusión de la economía popular al trabajo registrado mediante el uso de medios de pago digitales.
- Educación financiera y digital para sectores populares.
- Infraestructura y cobertura para el uso de nuevas tecnologías.
Los decisores de los sectores públicos y privados, tanto como los presidentes de los bancos comerciales y los emprendedores del ecosistema fintech, podrían revertir esta situación oyendo a Araceli, que cerró su exposición (y también este artículo) con palabras simples y acertadas: La falta de información nos limita y nos vulnera mucho más.